UN RESENTIDO ES PELIGROSO, JAMÀS PASA PÀGINA EN SUS FRUSTRACIONES.

                                      El resentimiento.



La fuerza negativa que destruyó a Venezuela.

 Debemos empezar por definir al resentido, pues es una actitud ante la vida generada por factores emocionales muy mal manejados.

“El resentimiento es una emoción que consiste en una experiencia repetida de sentimientos básicos negativos como el odio y la envidia, que ha sido reprimidos por sentirse en situación de impotencia” Es revivir de una respuesta emocional reprimida negativa y reactiva contra otros o contra sí mismo.

 El resentido siempre repite la historia de su frustración, así hayan pasado 50 años, para el resentido no hay pasado, ni hay olvido. Es una impotencia reprimida que revive lo ocurrido sin la posibilidad de pasar página, de comprender. Jamás puede encontrar la paz, su postura es siempre de agresión a unos posibles culpables de su frustración.

 El resentimiento es la exacerbación del odio y de la envidia.

 Los venezolanos tuvimos la desgracia de hacer nuestro el profundo resentimiento de un personaje narcisista, convencido que estaba predestinado para reconstruir a Venezuela, para cambiar la historia, para barrer a los ricos y los políticos tradicionales, culpables de todos los males, desigualdades e injusticias que según su visión profética padecía Venezuela. Su meta era construir una nueva sociedad libre del egoísmo capitalista. Un sueño de resentimiento y utopías socialistas que terminó convirtiéndose en una cruel pesadilla, incluso para sus entusiasmados seguidores. Los cuales paradójicamente hoy viven de las remesas que le envían sus hijos y familiares regados por el mundo.

 Chávez fue un manipulador que utilizó un lenguaje llano, escatológico y primitivo para convencer y llegar a la presidencia. Utilizó un mensaje populista, simplista para culpar de los males venezolanos a los 40 años de democracia formal que vivió Venezuela desde 1958 hasta su llegada al poder.



 Ese mensaje que se sintetiza en “ Freír la cabeza de la adecos” Llevarlos al fuego eterno por ladrones, el cual  encontró eco en millones de venezolanos de todas las clases sociales Para muchos era más importante el mensaje  de resentimiento y odio que el valor de la libertad, no hubo un  liderazgo que tuviese la fuerza para poner freno institucional a la violación de la Constitución y las Leyes, no hubo quien defendiera con ahincó el derecho de propiedad y así empezó la hemorragia de expropiaciones y de destrucción de la economía nacional en nombre de una demencia socialista que nos llevó a la ruina.

 La marginalidad y pobreza se consideraron atendidos, escuchados y considerados, en cierta forma empoderados, ya no importaba la pobreza y la miseria tenían a un líder que los amaba y golpeaba a los llamados “escuálidos”, es decir los culpables de todos los males, según el militar- presidente. Así empezó la senda de destrucción, con el aplauso de mucha gente.  Una inversión de valores donde la delincuencia, el robo, la corrupción, el crimen político, el narcotráfico fueron ascendidos como los nuevos valores de una sociedad que ya estaba condenada a vivir en el infierno, gracias a la tolerancia y la complicidad.

 Sus seguidores poco a poco se convirtieron en fanáticos resentidos, la manipulación llegó al paroxismo, la conexión emocional cegó a los partidarios del llamado “proceso” A Simón Bolívar lo convierten en el “comodín “de la revolución, todo es “bolivarianamente bo livariano” Símbolo de la patria que necesitaba de un nuevo Libertador, pues Bolívar había fracasado frente a la oligarquía. El país se tiñó de un “rojo rojito” anti imperialista, influido y asesorado por Cuba hasta en su consigna madre: “Patria o muerte”. Las mentiras repetidas se convirtieron en verdades, de tanto repetirlas. La razón y la lógica estaban apabulladas, maltrechas y destruidas, se impuso la locura revolucionaria. Vivimos en el paraíso de los resentidos, de aquellos que secan un ojo para ver su presunto enemigo ciego, aunque la realidad sea cruel, no les importa, se sienten realizados en un revolcadero de odios, sobreviviendo entre penurias, pero restados con los malandros convertidos en potentados que dirigen la revolución.

 Para muchos especialistas el resentimiento no tiene cura, el único antídoto posible es una educación de calidad, la cual por desgracia no existe en este momento. Hay que sacar de la pobreza a millones de venezolanos, eso es un proceso difícil, complicado que necesita de un pacto nacional. Todo está por construirse, la revolución tuvo el poder devastador de un tsunami, pero no tiene ni la voluntad, ni el deseo, ni los conocimientos necesarios para reconstruir la sociedad, Ya cumplió su misión negativa, ya acabó con la economía, con la producción petrolera, con el tejido social, ya el 94% de la población entró en el túnel de la igualdad en la pobreza, Hasta allí pueden llegar, no hay nada más que dar, el resentimiento también tiene un auto desgaste. Quizás se necesita una nueva generación que no esté tan contaminada por el odio y el resentimiento para empezar ese proceso de reconstrucción de Venezuela.

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