ÑA SANTA y el Terremoto de Cúa.1878
El terremoto del 12 de abril de 1878 cambió la
historia de Cúa. Recreamos los hechos para su mejor comprensión, para que las
nuevas generaciones siempre tengan presente que la naturaleza es generosa pero
también es a veces muy dura con sus hijos. La maldición del cura forma parte de
la leyenda popular, la recogemos de la tradición oral y presentamos en forma de
un sencillo cuento.
RELATO:
Don Martiniano Zárraga, había hecho dinero durante
la guerra de Independencia, caso único, pues la guerra arruinó a miles de familias
mantuanas, pero Don Martiniano era un excelente comerciante y sabía como sacarle
jugo hasta las piedras. Siempre logró el apoyo de quienes ejercían el poder. El
señor Obispo le entregó los copones y las joyas de la Catedral para evitar que
cayeran en manos de las “hordas bovistas” en al año 14. Martiniano fue uno de
los que recibió a José Tomás Boves en su entrada triunfal a la Caracas fantasmal,
abandonada por los expedicionarios de oriente, para ser más exactos, los
aterrados caraqueños que prefirieron huir y morir en un paso de un río, que
caer en mano de los 15.000 llaneros de Boves.Cuando José Domingo Díaz huye de
Caracas para evitar los saqueos patriotas, confía en Don Martiniano sus
pertenencias, incluida una casa ubicada en la calle de la Misericordia. Todos
respetaban al hijo de Don Sabas, el vasco que llegó con la Guipuzcoana. Entre
los haberes que fueron a dar a manos de Don Martiniano por avatares de la
guerra estaba una gran hacienda que había pertenecido al Marqués del Toro
llamada San José, ubicada en la jurisdicción del pueblo de Cúa en los Valles
del Tuy. Don Martiniano se encariño con esta hacienda y le dedicaba muchas
horas de trabajo con sus peones y esclavos para mejorarla.
En uno de sus viajes al llano guariqueño, para la
compra de ganado Don Martiniano se hospedó en una casa en las afueras de
Parapara, en un pequeño fundo donde vivía un curandero muy famoso en toda la región
del alto llano central llamado Ño Leandro Crespo, en esa humilde casa vivía la
hermana menor de Ño Leandro llamada Francisca Crespo. Panchita era muchacha
hermosa, de finas facciones, de un comportamiento distante de la rusticidad
campesina, apenas Don Martiniano vio aquella joya se prendó de ella e inició su
plan de conquista a pesar de la diferencia de edad.En dos viajes logró su
cometido y llevó a escondidas, a riesgo de su vida, a la hermosa Panchita. Construyó
una amplia casa en un sector de su hacienda en Cúa. Para vivir su romance lejos
de la mirada de quienes sabían que Don Martiniano tenía esposa e hijos en
Caracas. Todo marchaba de acuerdo a sus planes y felizmente nació una niña a
quien pusieron el nombre de Santa María de la Purificación, pues
había nacido el 2 de febrero, conocido también popularmente como día de la Candelaria del año 1863,
en honor a la Patrona
de las Islas Canarias de donde había llegado el abuelo de los Crespo. En aquel
año el sobrino de Panchita llamado Joaquín, el hijo de Ño Leandro, regresaba a
Parapara con el grado de Coronel con apenas 22 años.
General Joaquin Crespo. |
Ña Panchita Crespo, al igual que su hermano Leandro
tenía facultades curativas, poseía formulas secretas para curar los trastornos
de salud y según se decía que también tenia poderes para amarrar a los hombres,
pues el viejo Don Martiniano estaba
siempre con ella, habiendo abandonado a su legitima esposa e hijos, años
metido en Quebrada de Cúa, sin viajar a Caracas, dejando todos sus otros bienes
en manos de administradores que tenían que viajar a Cúa para rendir cuentas. La
niña Santa Purificación crecía, hermosa, cariñosa e inteligente, pero un dia
amaneció don Martiniano con un malestar corporal, dolor de cabeza y lo atribuyo
al frío que sentía que bajaba de la Magdalena, pero en la tarde se sintió peor y
murió. Una verdadera tragedia, para quienes no sabían nada de los negocios de
Don Martiniano, al dia siguiente llegó una comitiva con un médico y prepararon
en cadáver para trasladarlo a Caracas.Ña Panchita y su hija quedaron solas y
desamparadas en la vida. A los pocos días llegó un abogado con la orden de
sacarlas de la hacienda. Sin embargo Don José uno de los encargados de la
hacienda se había comunicado con el ya general Crespo quien estaba encargado de
las tropas de San Sebastián y San Casimiro y le puso al tanto de los graves
problemas que tenían su tía y su prima Santa. Don José regresa a
Cúa con una carta justo a tiempo antes del desalojo ordenado y entrega la carta
al jefe civil y militar de Cúa, en el acto se frena el proceso de expulsión y
continúan viviendo en la haciend, libres de molestias.
Ña Panchita para ganarse la vida
continúa en sus funciones de “curiosa”La niña Santa ayuda a su madre y también
aprende lo importante que es en la vida hacer el bien, ayudar al prójimo en
momentos difíciles. Ya estando muy pequeña a la edad de 5 años demostró
condiciones especiales para ayuda al prójimo pues en 1868 ocurre en Cúa el
sitio o batalla de Cúa entre fuerzas leales al gobierno del general Falcón y
partidario del general José Tadeo Monagas, revolución conocida con el nombre de
“La Genuina”. Muchos jóvenes cueños huyen al monte para evitar la recluta
forzosa de cualquiera de los bandos, la niña informa a su mamá de que detrás de
la casa hay un grupo grande de muchachos, la Ña panchita para evitar problemas
les increpa a que se alejen de la casa pero la niña Santa, a pesar de su corta
edad, le dice a su madre que hay que ayudar los jóvenes en ese difícil trance,
la madre entiende a la hija y le da alimentos y orienta a los jóvenes donde
esconderse mientras pasa lo peor. Así gracias a la intervención de esa niña
salvan sus vidas aquellos muchachos y nace la leyenda de la “niña Santa” de
Quebrada de Cúa. Aquel hecho marca la existencia de Santa María de la
Purificación Crespo, la hija del viejo Don Martiniano Zarraga y de Ña Panchita
Crespo.
En el año de 1878 Santa cumplió los 15 años de edad, la población de Cúa vivía
su mejor momento de gran esplendor económico, de gran crecimiento comercial y
de producción agrícola y pecuaria. El mercado ganadero con la región llanera era el principal motor de la economía
local. Los arrieros de las puntas de ganado llegaban a Cúa con miles de cabezas
para llenar los potreros y engordar y a la vez compraban toda clase de
mercancías para llevar a sus lugares de origen en Guarico y Apure. De esta
bonanza la madre y la hija reciben buenos beneficios, aunque su posada quedaba lejos del pueblo eran
muchos los llaneros que solicitaban posada en la casa de Ña Pancha, incluso
había que enviar emisarios adelante para poder asegurar la estadía en el sitio
de Quebrada de Cúa. Además de la buena atención, la excelente comida, el
pesebre para las bestias, la hermosura de la niña Santa, había una razón de
orden política, el parentesco familiar con el hombre más poderoso de los
llanos, el general que había puesto orden en los caminos llaneros, los cuales
estaban llenos de asaltantes y forajidos de todo tipo, era Joaquín el hombre de
confianza del general Guzmán Blanco y muchos llaneros se sentían complacidos de
compartir con familiares tan cercanos del caudillo llanero, el cual empezaba a
dar muestras de gran olfato político.
EL TERREMOTO:
En enero de 1877 llegó a Cúa un sacerdote muy ligado al Arzobispo Guevara y
Lira, jerarca del catolicismo a quien le tocó soportar toda la carga frontal de
Guzmán contra el poder de la Iglesia Católica: La expulsión de curas y monjas,
la destrucción de conventos y templos y la predica permanente contra el
“fanatismo religioso”. Guzmán Blanco estaba influido por la corriente libre
pensadora y veía a la iglesia como un
factor de atraso. El padre José María Céspedes, bastante moreno de piel, pero
sobre todo con un verbo incendiario contra el régimen guzmancista. No perdía
oportunidad para apostrofar a Guzmán, con un lenguaje apocalíptico llamaba al
arrepentimiento y clamaba justicia Divina ante tantos atropellos gubernamentales,
sus sermones terminaban señalando que Dios castigaría a quienes estaban con
Guzmán y que un gran terremoto haría
desaparecer a los impíos, que no quedaría piedra sobre piedra.
Primera Foto tomada en Cúa publicda en el Cojo Ilustrado |
Como era costumbre en doña Pancha y su hija Santa, habían arreglado las
bestias muy temprano y habían llegado a la misa del domingo 7 de abril, era un
período de verano muy fuerte, no llovía desde octubre de 1877, la sequía, las
quemas y las chicharras daban un aspecto infernal al paisaje y el calor
abrasaba desde tempranas horas del día. Como era uso en aquella época la nave
central era para los principales del pueblo y las naves laterales para los
pardos y los blancos de baja condición. Las Crespo ocupaban un lugar preferente
en el templo, aunque vivían en las orillas y su ocupación no era muy bien
vista, nadie se atrevía a ponerles objeción por miedo a Joaquín. Aquel día el
padre habló, como siempre, del arrepentimiento y del castigo de Dios, pero unos
Guzmancistas, cansados del discurso del padre y sus efectos en la gente,
planearon una venganza contra el cura y con la complicidad del sacristán de
nombre Pedro Hernández, colocaron en el copón de consagrar una culebrita de las
llamadas “viejitas”. Cuando el padre Céspedes, frente a todos los feligreses
tomo el copón y lo destapó, saltó la culebrita, el padre sorprendido pega un
grito que se oye en la plaza, los parroquianos empiezan a correr sin saber lo
que pasaba, varias personas se cayeron al piso buscando desesperadamente la
salida, gracias a Dios, solo fue una alarma con varios aporreados y sin mayores
consecuencias. El padre en el mayor silencio terminó la misa y les manifestó
que en ese mismo momento se marchaba de aquel pueblo, que vendría otro cura
para los oficios de Semana Santa, si era
que los había, pues con semejante sacrilegio, el pueblo estaba condenado por
Dios, no bastaba el simple arrepentimiento de los autores y que desgraciadamente
pagarían justos y pecadores.
Ña Panchita y Santa salieron del templo aterradas por lo que vieron y
asustada por el castigo señalado por el cura, se pararon en la Cruz Verde para
hacer comentarios con los vecinos, cuando
una poblada acompañaba al cura, rezando y pidiendo perdón, el cura se colocó
debajo de la Ceiba que estaba al lado de la cruz del camino y se quito sus
sandalias manifestando que no se quería llevar de ese pueblo, ni el polvo, las
sacudió y se monto en un burrito y tomó el camino de Charallave.
Doña Pancha adelantó las bestias y
se coloca al lado del cura. Le dice que no es justo lo que hicieron con él los
guzmancistas, pero tampoco era justo solicitar la ira de Dios, para castigar a inocentes, si era una blasfemia lo hecho, el también
estaba obrando con una carga de odio, la niña Santa fue testigo del dialogo.
El cura Céspedes le dijo que rezaran
mucho y que si podían se fueran de aquel pueblo que estaba condenado por sus
acciones. Pasarán muchas generaciones para lavar los pecados de un pueblo sin
fe, donde los creyentes no tienen el valor de enfrentar a los enemigos de Dios.
Un pueblo que se burla de la ira Divina pidiendo sus “ñapas de terremotos”, que
toma a burla y chacota la seriedad un consejo. Así se marcha el cura Céspedes,
humildemente sobre su burrito por el camino viejo de la Culebra y el
Dividive.Algunos feligreses le acompañan rezando el rosario.Las Crespo le
acompañan hasta Quebrada de Cúa, se detienen un rato para ver como se
pierden por los Rosales.
Trascurre la semana con el trabajo de rutina y pero con más oraciones,
velas y jaculatorias pidiendo el perdón. En Cúa se lanzó cohetes durante esos días
y se celebraran varios bailes de joropo, financiados por las autoridades. El
calor se hacía insoportable, a dos metros de distancia no se veía nada por el
humo asfixiante de las candelas en los montes cercanos, que en la tarde
marcaban un rojo triste en un sol que prácticamente no se veía, el ganado
empezaba a morir de sed y hambre, el pueblo también pasaba trabajo para
conseguir el alimento, el ambiente era muy pesado y se sentía un olor
penetrante , según contaban los arrieros
en el Deleite se partió la tierra y brotaba un liquido amarillo con olor a
azufre y la tierra estaba caliente,con un volcán de arena inmenso, el río Tuy
disminuido y los pescadores señalaban que en esa semana no pescaban ni sardina,
no habían peces en el río, los pájaros tenían tres días desaparecidos, los
loros se fueron de las casas y el viernes 12
solo se conseguían los perros que estaban amarrados, pues los sueltos
desaparecieron, esos perros amarrados más que ladrar gemían con un profundo y
desgarrador dolor, no habían gatos en todo Cúa, era un fenómeno aterrador, era
una escena característica del infierno de Dante. Casi se tocaba en el ambiente
un olor a muerte, a presagio, a dolor, todos sentían miedo a algo, pero no
sabían a que era. A las 8,38 minutos de la noche del viernes 12 de abril de
1878, se oyó un ruido sordo que venía de la profundidad de la tierra y se
sintió como el suelo se estremecía sin parar por varios minutos, se empezaron a
caer las casas, el templo se desplomó, solo se oían el gritos desgarradores de
las madres al ver a sus hijos muertos o heridos debajo de los escombros. Los
sobrevivientes llorando se hincaban en las
calles pidiendo perdón por todos los pecados cometidos. En medio de la
oscuridad reinaba el terror, los gritos y el caos. Nadie estaba preparado para
semejante tragedia, prácticamente la prospera población de Cúa había
desaparecido de la faz de la tierra.
Lamentablemente en la casa de las Crespo se había derrumbado la cocina y el
techo cayó sobre Ña Panchita, quien quedó agonizando en el piso, la niña Santa
se salvó por que ese momento estaba en el patio. Los peones y empleados de la
posada ayudaran a sacar a Na Panchita, quien en medio de la agonía le dijo a su
hija que se comunicara con su primo Joaquín y le solicitara ayuda, pues quedaba
sola en el mundo.
Los muertos se contaban por cientos, era la segunda vez que en Cúa se
acaban los ataúdes, la primera fue en la guerra del 68 y la segunda con el
terremoto , los heridos llegaban a miles, físicamente Cúa había
desaparecido,pocas casas quedaron en pie.La Iglesia suspendió los actos de la
Semana Mayor en toda la Diócesis de Caracas y el Presidente de la Republica
General Francisco Linares Alcántara visita a Cúa para conocer personalmente la
magnitud de la tragedia y prestar la ayuda necesaria, canalizada por varias
casas comerciales que tenían comisionistas en la ciudad destruida, como Santana
Hermanos y Cia.
El caos reinante y las tristes escenas de dolor marcaron la Semana Santa cueña,
muchos afirmaban que se había cumplido la maldición del padre Céspedes, otros
hablaban del poder de la casualidad,
pero todos lamentaban la sacrílega culebrita dentro del copón, al sacristán
estúpido, autor de la maldad, lo mató la campana del viejo pueblo de Marín, la
que tiene la fecha de 1726,al desplomarse
la torre de la iglesia. Quedó el sacristán como decían en la época “despaturrado”
La mayoría los autores intelectuales y financistas del despropósito perdieron
familiares muy queridos para ellos.Ña Panchita fue enterrada en la parte
trasera de la casa, al pie de la ceiba sembrada por Don Martiniano, se colocó
una enorme cruz con su nombre señalando el sitio de su sepultura. La casa tenía
patios donde habían sido plantados mangos, tamarindos, nísperos, mamones y
matas de acacias que daban sombra y frescura muy especial al lugar.
Santa envió unas notas explicativas de la situación a su primo Joaquín,
pero este se encontraba en Europa y en su regreso no vino a Venezuela, sino que
fijó su residencia en la Isla
de Trinidad, hasta allí llegó la comunicación de Santa para informarle la
triste noticia de la muerte de su tía en el terremoto de Cúa. El general
Joaquín Crespo comisionó a su amigo de confianza el general Ramón Guerra,
residente en San Casimiro, para que atendiera adecuadamente los problemas de su
prima Santa. En febrero de 1879 regresa Joaquín a Venezuela, conjuntamente con
el general Guzmán, quien ocupa nuevamente la Presidencia de la Republica y nombra al General
Crespo como custodio del Parque Nacional del Ejército y jefe de la seguridad
del régimen, con sede en la ciudad de Maracay. Hasta esa ciudad viaja la bella
Santa acompañada de algunos fieles servidores, logra entrevistarse
personalmente con su primo, quien no la conocía. Gratamente impresionado el general, no solamente por la
belleza de la joven, sino por la madurez de sus razonamientos, sus dotes
clarividentes y los buenos proyectos que tenía para no abandonar la casa y la
posada de Cúa. Crespo toma la determinación de proteger adecuadamente a su
prima, respaldándola para que todos supieran que cualquier problema o irrespeto
a Santa era una ofensa al general Crespo. Una de las primeras medidas que toma
el general es comprar la
Hacienda San José o Quebrada de Cúa, no lo hace a nombre de
él sino que utiliza a un amigo de infancia de su pueblo natal: San Francisco de
Cara, que había llegado a Cúa poco después del terremoto, interesado en
promover el engorde de ganado llanero. Tan bien le fue a Crespo con esta finca
cueña y con su paisano testaferro que en los próximos años comprará por su
intermedio las haciendas la
Culebra y Tazón de Cúa. Mucha gente sorprendida por la súbita
riqueza del ganadero llanero, empezaron a regar la conseja que había vendido su
alma al diablo, para obtener toda aquellas tierras y propiedades y empezar a
llevar una vida de millonario de la noche a la mañana. Lo que la conseja
popular no sabía era que el “diablo” que suministraba las riquezas del llanero
era su amigo el general Joaquín Crespo quien empezaba a manosear una de las fortunas más grandes de
Venezuela, sin haber llegado todavía a la Presidencia de la Republica.
La joven Santa salió tan buena administradora como su madre, mejoró el
sitio de la pensión y ranchería de camino. Era uno de los pocos lugares donde
se podía disfrutar ciertos lujos para la época como catres, aguamaniles,
mosquiteros, cubiertos de plata, vajilla importada, buena comida, bien
preparada,platos de lujo y las mejores hallacas, buen vino de bodega francesa y
finos licores, como el brandy y el whiski, baños con agua corriente, gracias a
un tanque elevado hecho de mampostería y fue el primer sitio en el interior de
Venezuela donde se instaló una poceta o Water como le llamaban en aquella
época, las primeras las trajo el General Crespo para dotar el palacio de
Miraflores. En una visita de Santa a Caracas, Misia Jacinta esposa del general,
la llevó a conocer La Trilla, donde se construía la primera casa antisísmica de
Venezuela. Santa quedó tan impresionada con el sistema de los baños modernos
del futuro Palacio de Miraflores que Doña Jacinta le regaló una poceta y un
lavamanos que no utilizarían porque eran muy pequeños y con poco lujo para el
palacio. Santa se los llevó para Cúa a
lomo de burros y los instaló en la casona de su pensión, lujos nunca vistos en
estas tierras que llenaban de fama su negocio casi hotel. Con este regalo se
puede afirmar que fue en Cúa el primer pueblo donde se instaló un baño moderno
e importado de Nueva York.
Cuadro de Cristóbal Rojas.Ruinas del templo de Cúa. |
La pensión de Santa en Quebrada de Cúa tenía fama nacional, no había
viajero de importancia que transitara por el Tuy que no llegara a donde Santa.
Generales, políticos, gorreros, busca puestos, agentes viajeros, obispos, familias
enteras, estudiantes, los arrieros también tenían su lugar pero en un sitio
acondicionado especialmente para ellos con un precio verdaderamente solidario
si comparamos con los 6 pesos que valía la noche en “El Pigale” como llaman el
sector lujoso de la pensión, incluía comida, estadía, bebida fina y diversión
musical durante las primeras horas de la noche con piano, guitarra y canto lírico,
pasto y descanso para las bestias. Los llaneros y arrieros tenían en su galería
buena comida, pero un tanto rustica, y se formaban en algunas noches buenos
contrapunteos, que los viajeros pudientes observaban, con lo cual se
democratizaba el divertimento sano.
Doña Jacinta Parejo de Crespo. |
Santa se había hecho una mujer hermosa, atrayente en todos los ordenes,
respetable por su comportamiento y respetada por el temor que infundían dos
guardaespaldas que le había colocado su primo, eran dos lanceros llaneros, mas
fieles que unos mastienes ingleses, dispuestos a dar la vida por la joven dama.
Muchos eran los enamorados que tenía “La flor de Quebrada de Cúa”, no solo por
ser una hermosa fruta primaveral, sino por la influencia que tenía en el
Presidente Crespo, pero sobre todo en su esposa Misia Jacinta, la razón
fundamental de esta empatía, además del vinculo familiar, fue un hecho
interesante: En la primera visita de Santa a Maracay, cuando el General era el
Jefe del Parque Nacional del Ejercito. Santa en una suerte de viaje al futuro,
con los ojos cerrados, en presencia de Doña Jacinta, le predijo los
acontecimientos por venir, sin embargo se guardó con mucho dolor y esperando un
cambio en el signo de la fatalidad del año de 1898. Le dice que será llamado
por el Presidente Guzmán para ocupar el Ministerio de Guerra y Marina, le expresa
que no le conviene aceptar el cargo, era mejor para él quedarse en Maracay,
custodiando el armamento y esperando una mejor oportunidad. Crespo intrigado le
pregunta.-Cuando puedo aspirar una mejor posición? Santa le dice que Guzmán será
reelecto por el Congreso, violando la Constitución, allí empezarán sus pesares,
te nombrará presidente del gran Estado Miranda (Aragua, Miranda, Guárico y
Nueva Esparta) acéptalo es el momento, pero no dejes el control de las armas en
Maracay, es clave para frenar a los enemigos, te nombraran Senador y estarás a
un paso del poder Mayor, si actúas como buen llanero.
Una vez que Santa regresa a Cúa, el General le dice a Doña Jacinta, extraño
lo que me dice esa niña pues nada sabe de política y tiene mucha lógica lo
expresado, pero como hago yo para contradecir los deseos del General Guzmán,
pues quien le contradiga es su enemigo. Doña Jacinta le manifiesta que cuando
oyó a Santa, sintió una luz, que le clarificaba el camino y para convencer a Guzmán,
le dice: Solicitale, con mucho tacto, que las armas de la República son las que
garantizan la paz, que cualquiera puede ser ministro, pero el parque y ejercito
tienen que estar en manos de gente fiel a la causa de abril, para evitar
sorpresas. Así lo hizo Crespo y Guzmán complacido aceptó la propuesta. Las
predicciones de Santa se fueron cumpliendo al pie de la letra y Misia Jacinta
casi brincaba de alegría. Este hecho permitió que Santa tuviese “vara alta” con
su primo y Doña Jacinta, quien por lo menos una vez al mes la traían a Santa
Ines, residencia presidencial, para realizar las respectivas consultas, saber
quienes eran los enemigos y tomar determinaciones de estado. Los juicios de
Misia Jacinta sobre personalidades del entorno presidencial eran previamente
consultadas a Santa y de allí que opinión de Misia Jacinta al respecto tenía
valor de condena o de consagración.La participación de Misia Jacinta en los
asuntos de Estado, siempre tenían el consejo espiritual de Santa.
En uno de los viajes a Caracas Santa fue invitada por la pareja
presidencial al teatro, para ver, por primera vez en Caracas, a la pianista
venezolana Teresita Carreño, quien se presentaba en el teatro Guzmán Blanco el
día 29 de octubre de 1885, el programa incluía obras de Chopin, de Henselt, una
danza compuesta por Teresita llamada “Saludo a Caracas”, Rapsodia numero 6 de Liszt
y el Himno a Bolívar” compuesto por ella misma. Esa inolvidable noche Santa
conoce a quien sería su esposo, el joven político Juan Pedro Castillo. Un año
después, el 8 diciembre de 1886, a los 23 años de edad, Santa María de la
Purificación Crespo, se casaba con el joven político Juan Pedro Castillo,
fueron los padrinos de la boda Misia Jacinta Parejo de Crespo y el general
Joaquín Crespo Torres.
A pesar de su nueva condición y que su esposo estaba muy ligado a los
avatares políticos del General Crespo, Ña Santa, como popularmente y con
respecto la “mentaban” los arrieros el llano, se mantuvo ligada a la hermosa
posada de Quebrada de Cúa, tenía su personal de confianza, pero por cariño al
lugar de su nacimiento y los recuerdos de su madre, enterrada al pie de la
ceiba, pasaba algunos meses del año en el lugar, siempre mejorando las
condiciones para servir mejor a sus numerosos clientes. En una ocasión se hizo
acompañar de un fotógrafo famoso de apellido Abril y se tomaron fotos no
solamente de su pensión, sino de la población de Cúa, entre esas fotos, se
encuentran las de “Las ruinas del templo de Cúa”, publicadas en la revista
cultural “El Cojo Ilustrado” foto que
sirvió de modelo para el cuadro de Cristóbal Rojas.
7 de mayo del 2006-
Día de San Estanislao
Hermosa historia! 👍👍👍👍
ResponderEliminarMi familia es de cua yo viví allí por mucho tiempo y por fin me queda claro lo del terremoto gracias excelente trabajo .
ResponderEliminarMucha gracias por su comentario.
ResponderEliminarBuenas Tardes Sr Manuel , le agradezco su historia,.. me gustaria saber un poco mas de la familia Crespo. Yo soy descendiente de Hipolito Crespo, hermano del Joaquin Crespo . Tendra ud informacion de el. Yo se que en el libro El héroe del deber : semblanza biográfica del general Joaquín Crespo . Author:Oldman Botello aparece Hipolito , tengo anos trabajando en el arbol genealógico y me gustaria saber si tiene alguna historia de Hipolito y tambien de los Padres de Leandro Crespo ( Jose Maria Crespo- de Vizcaya) y de Aquilina Torres ( Antonio Torres -Islas Canarias ) .Muchas Gracias Loannis
Eliminartambien de la Mama de Leandro y la mama de maria Aquilina , solo aparecen como N.N. Muchas Gracias
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