EL PATÌBULO ELECTORAL .

 

UNAS ELECCIONES DEMENCIALES.



Es una vergüenza el grado de descomposición política y electoral que vive Venezuela, como en ese cuento del Nobel Gabriel García Márquez: “Crónica de una Muerte anunciada” Todo el mundo sabe lo que va a pasar con ese proceso electoral viciado, menos los “opositores” que participan. Será una más de la truculentas, rocambolescas y fraudulentas elecciones que hemos padecido en estos años de revolución. Ya la oposición se acostumbró a perder, no por la razón cuantitativa que significa que la oposición tenga más votos, solo que esas elecciones jamás pueden reflejar esa realidad, no hay manera de convertir la voluntad del elector en un resultado confiable, cristalino y democrático. No aceptan una veeduría, ni una observación imparcial. Pero la oposición si está dispuesta a subir al patíbulo electoral. ¿Eso es demencia?

Todo el mundo lo sabe, es casi llover sobre mojado, insistir en la importancia que representa para un país, así como para sus regiones y ciudades, contar con buenos gobernantes, como lo narran muy bien los autores del libro “Por qué fracasan las Naciones”, (Se puede bajar digitalizado de internet) en el cual se describe con toda claridad como los países que han tenido la mala suerte de ser gobernados por personas ególatras, incompetentes y además corruptas, que se aferran al poder para enriquecerse a costa de empobrecer a sus conciudadano, una experiencia convertida en tragedia venezolana.

 Venezuela está muy mal gobernada desde Miraflores hasta el último municipio del país, hay un secuestro total de la nación, personajes inescrupulosos se adueñaron de un aparato político con el único fin de hacerse millonarios. Esa es la filosofía del chavismo-madurismo, su razón de ser: Empobrecer al pueblo para ellos reinar eternamente.

Ahora se aproximan unas elecciones para tratar de cambiar este desastre o consolidarlo, pero la oposición que tomó la determinación de participar, con la creencia de que puede vencer, se olvidó de la condición totalitaria y fraudulenta del régimen en materia electoral, además de ir a la contienda divididos, si lograr articular para ese proceso un mínimo concepto de unidad. Cada quien por su lado creyendo en la mentira que pueden ganar solos, mientras el régimen prepara su votación “entubada”, con sus corderitos acostumbrados a someterse al matadero, aunque sus hijos y familias tengan salir a recorrer a pie los países vecinos y a vivir de caridad internacional. Realmente son unas elecciones para evidenciar la demencia del país. Hay que estar locos para presentarse en esas elecciones divididos y sin poder exigir condiciones y hay que estar muy mal de la razón para seguir votando por los mismos verdugos y corruptos de siempre.

 En principio son unas elecciones que nada cambian, el régimen sigue incólume y la oposición se hunde en una derrota cantada.

 Cómo se puede entender esa vocación suicida sin un interés crematístico. Hay una verdad que por ahora parece una maldición: Los pueblos tienen los gobiernos que se merecen y las ciudades, al igual que las empresas, requieren de administradores competentes y honestos para progresar.

 

 

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