EL NARCO-MARXISMO DEL SIGLO XXI ACABÒ CON VENEZUELA.

 

             VIVIR SIN EMPRESAS.



CAMBIARLAS POR EL NARCO-MARXISMO DEL SIGLO XXI.

 El mundo libre del siglo XXI no se puede concebir sin la existencia de LAS EMPRESAS. Solo una mente desquiciada por el odio puede concebir que sociedad puede funcionar sin EMPRESAS Y SIN EMPRESARIOS. En nuestro país se aplicó este experimento perverso de control económico y social, donde el trabajar, alimentarse o divertirse depende de las limosnas que el Estado quiera darnos, de acuerdo a la voluntad de un gobernante autoritario que se creen ungido por Dios para controlar las vidas de todos los ciudadanos.   Solo existen las comanditas del crimen, las asociaciones para el tráfico de todo lo que produzca un enriquecimiento rápido y pedestre. Es la institucionalización del crimen en todas sus manifestaciones con sus tentáculos en el poder de Estado. Son empresas trasnacionales del crimen organizado que ha secuestrado el Estado y sometido a la sociedad. Cuyo padre no es Carlos Marx, sino el padrino Pablo Escobar. Es lo que podemos llamar el NARCO-MARXISMO DEL SIGLO XXI.



Las consecuencias de este experimento están marcadas por las cifras del fracaso social con un 94% de pobreza y 74% de pobreza extrema. Desmantelamiento del sistema educativo y caos en el sistema sanitario y de seguridad social. Son cifras oficiales de las Naciones Unidas.

 El venezolano dejó de ser el dueño de su destino y se convirtió en una cifra, como las vacas de un potrero, no para engordar reses, sino para matar de hambre y carencias, para poder alimentarse y sobrevivir se necesita de un ingreso extraordinario en divisas que no forma parte del salario normal, un dinero que en su mayoría no se generan el país e ingresa mediante remesas. También hay cualquier otro rebusque, muchas veces de dudoso origen, es sobrevivir con una actividad que nada tiene que ver con el trabajo productivo. De no hacerlo muere de hambre literalmente con su familia. Ya tenemos un desplazamiento de venezolanos superior a los seis millones que caminan por Hispanoamérica exhibiendo las lacras de socialismo jurásico que se aplica en Venezuela.



 Si   estuviesen hoy funcionando las     empresas que teníamos en 1998 seríamos otro país, con dificultades, pero se tendría una razón para la lucha diaria y la superación personal y colectiva. 

Las estadísticas del Observatorio de Gasto Público de Cedice (Centro de Divulgación del Conocimiento Económico) y de la patronal Conindustria son aplastantes: en 22 años de revolución más de 5000 empresas fueron expropiadas, nacionalizadas o intervenidas por el gobierno; de ellas, solo sobreviven 3000, y la mayoría a muy duras penasNo se conoce un solo éxito económico entre todas. Las confiscaciones y expropiaciones forman parte del gran fracaso del sistema que en la realidad es solo miserias.

 El sistema económico impuesto, así como le robó el valor y el poder de la compra a la moneda nacional, de esa misma forma devaluó el concepto del trabajo productivo. Trabajar para qué, si lo que se gana no sirve para vivir. Estudiar para superarse, eso también murió y al eliminar la empresa, el empresario, el trabajo y el estudio, se dislocó de tal forma la sociedad que ya nada tiene sentido en esta Venezuela. Hay solo hay materia prima para el crimen, es lo que paga y la forma de superación no  es estudiar y trabajar, esos son valores perdidos, el sueño de muchos jóvenes es formar parte de una banda o ser un pran o gran jefe. Es una inversión de valores generada por una economía que favorece el delito y ataca al trabajo productivo.

 Las políticas económicas y sociales del régimen socialista han sido letales para miles de empresas, unas expropiadas o confiscadas, otras quebradas al no tener materia prima, ni electricidad, ni agua, ni gas, ni seguridad, ni moneda, ni espacio legal.  El empresario es perseguido como un delincuente, despreciado y menospreciado como un enemigo de la nueva sociedad. Sin embrago hay empresas que sobreviven a la hecatombe institucional, al caos y siguen con resiliencia trabajando, generado empleo, pagando lo que pueden en dólares. Hay miles de empresarios y comerciantes que no se han rendido y con mucho esfuerzo aguantan con la esperanza que vendrán tiempos mejores. En sus contradicciones el régimen a veces, de palabra anuncia con bombos y rimbombantes términos cambios en la política económica, pero eso no pasa de ser propaganda para cazar bobos. Hay una sola verdad ellos no pueden jamás renunciar a su esencia colectivista y comunista y la empresa privada, los empresarios, la clase media, no puede tener espacios en una sociedad comunista. Ellos pueden tolerar algunas empresas por necesidad y crear sus propios empresarios a su medida, como lo hacen con los políticos opositores.  Libre empresa y socialismo radical no pueden funcionar en un mismo espacio. Tendría el régimen que renunciar su particularidad colectivista o los empresarios dejar de serlo para convertirse en testaferros de políticos corruptos.



 En nuestra sociedad hay una mala imagen creada por una cultura anti empresarial, se toma al empresario como un usurero, un explotador, ciertamente también los hay, pero no son la mayoría, ni representan a los héroes que luchan para sobrevivir en medio de la peor crisis que haya tenido nuestro país en su historia.

 Una sociedad sin empresas verdaderas no existe. Si lo quiere comprobar venga a Venezuela, donde todo funciona de manera inversa, un mundo paralelo, desde las palabras hasta las instituciones, todo ha perdido el sentido, una sociedad dislocada, eso es el comunismo chavista.

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