LOS HÈROES Y LOS VILLANOS
ELECTORALES.
Los delincuentes electorales
tienen historia en Venezuela, no son solamente una excrecencia de la
revolución, tiene su abolengo y la historia tiene que ser implacable con “unos y unas”
delincuentes que su afán de servidumbre asesinan la voluntad democrática del
pueblo. Se prestan sin rubor a cometer las peores marrullerías y bellaquerías
para servir a sus amos. A su vez destacamos la honestidad del Dr. Vicente
Grisanti presidente del Consejo Supremo Electoral del año 1952, quien prefirió
renunciar y asilarse en una embajada que servir a los intereses políticos de
Marcos Pérez Jiménez.
La lista negra de nombres arranca con un colombiano.
López Contreras contrató a Franco Quijano quien, entre otras marramuncias, aplicó una tinta invisible en boletas para identificar al votante. Algo así como las capta huellas de la época, aunque estas solo sirven para meter miedo.
En tiempos del presidente Medina, según narra Rómulo Betancourt
en Venezuela, política y petróleo, para las elecciones de 1944 de concejales y
de diputados a la Asamblea Legislativa, el presidente del estado Zulia, Benito
Roncayolo, preocupado por el triunfo de AD en Cabimas y Lagunillas, solicitó
autorización a Medina para influir en la Corte y anular el evento. Los
ciudadanos en la calle se impusieron y el gobierno tuvo que reconocer su
derrota.
Más
recientemente, en 1952 Pérez Jiménez se robó las elecciones para la Constituyente.
Afortunadamente en Venezuela hay ciudadanos intelectualmente honestos. Vicente
Grisanti, presidente del Consejo Supremo Electoral, y otros diez u once
miembros, entre ellos Juan Saturno Canelón, Carlos Miguel Llollet y Federico
Moleiro renunciaron para no avalar la trampa. Pérez Jiménez los sustituyó,
“manu militari”, por Ricardo Mendoza, aunque también encontré citado a José
Salazar. Posteriormente designó a Pablo Salas Castillo, quien se prestó al
cambio del número de votos, y años después presidió el partido perezjimenista
Cruzada Cívica Nacionalista.
Para
intentar sobrevivir, Pérez Jiménez decidió violar nuevamente la Constitución y,
en lugar de convocar elecciones en 1957, decidió realizar un plebiscito que
desde luego "ganó" por abrumador número de votos. Afortunadamente,
poco después fue depuesto por las Fuerzas Armadas respaldadas por estudiantes,
intelectuales, empresarios y políticos. No he ubicado los nombres de los
miembros de ese cuerpo electoral ad hoc, pero ojalá alguien los mencione. Es
necesario recordar los nombres de Grisanti y su equipo, ya que no son
frecuentes esos actos de valentía entre funcionarios, pero también es
imprescindible no olvidar los nombres de los delincuentes.
Con
respecto a los últimos años, no hay duda de que los integrantes del Consejo
Nacional Electoral desde el 2003 a la fecha han demostrado deshonestidad
intelectual al favorecer descaradamente al régimen chavista. Francisco
Carrasquero, Jorge Rodríguez, Tibisay Lucena, Sandra Oblitas, Socorro Hernández
y ahora un historiador Pedro Calzadilla, una caterva al servicio del régimen, jamás
se pueden comparar con la seriedad y la honestidad de un Vicente Grisanti, de
un Fidel Rotondaro, un Eduardo Arroyo
Lameda, de un Manuel Rafael Rivero, de Carlos
Delgado Chapellìn, de Ezequiel Zamora, de Isidro Morales Paúl, por solo mencionar algunos. Los rectores de los últimos años se convirtieron
en los sepultureros de los procesos electorales, con frases inolvidables como “El
proceso es IRREVERSIBLE” de Tibisay o la “gran Tramparencia” de Carrasquero Se
dan la mano con un Salas Castillo, comodín del CSE de Pérez Jiménez.
Para recuperar la democracia tendremos que
identificar a los Vicente Grisanti, es decir a ciudadanos honestos y
calificados para que integren un CNE imparcial, que garantice los resultados
Mientras tanto los restos de los partidos cooptados por el chavismo, con una
dirigencia maltrecha moralmente nos lleva como los mautes al matadero electoral
de noviembre, teatro montado por el régimen para tratar de legitimarse. Lo
grave es que los partidos que se autoproclaman como de oposición parecen
palomas torquaces en su mansedumbre y entrega.
Gente honesta hemos tenido en Venezuela y en
su historia, pero tenemos un Himno Nacional que repite diariamente una frase
llena de cruel pesimismo: “EL VIL EGOISMO QUE OTRA VEZ TRIUNFÒ” Parece que
nuestro destino es comprobar como la bellaquería se impone, como los bandidos
se ríen de la honestidad, como a cambio de unos dólares se auspician las vagabunderías,
como hay basura con títulos de doctores. La desfachatez ya es una forma natural
de vida, una patente para imponer una sociedad que está podrida desde su base.
Ya el problema no es que tenemos un régimen convertido en una cofradía de
delincuentes, sino que tenemos una oposición que hace su papel de acólitos.
Jorge Rodríguez es el cerebro torcido del régimen
el Joseph Fouché del chavismo-madurismo. Estos son los villanos que han llevado
a Venezuela a la destrucción, hoy nos sobran estos personajillos y nos faltan
en escena hombres y mujeres con entereza moral.
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