No es solo un problema electoral, es rehacer el tejido social deshecho.

 

NECESITAMOS DE UN CAPITALISMO REGENERATIVO Y RESPONSABLE PARA SALIR DEL HUECO SOCIALISTA.



Los venezolanos hace 22 años que ingresamos a un túnel que no tiene una luz de salida, por cada día que pasa se ganan metros de oscuridad. Lo más triste es que hemos perdido años que significan atraso y estancamiento en las dimensiones del desarrollo humano, perdimos la libertad económica, le entregamos nuestro destino a una pandilla de ignaros que entre sus planes de salvación nacional estuvo desde siempre negar el derecho inalienable de organizarnos como sociedad, de fomentar emprendimientos y empresas, se opusieron con toda su voluntad a que el venezolano empleara su creatividad bajo un ambiente formal de estímulo a la iniciativa privada y de respeto a la propiedad. Solo contribuyeron a sacar el espíritu negativo de la viveza criolla, de la corrupción solapada para poder sobrevivir.  Se privilegió el aparato del Estado sobre el ciudadano.

 Sembraron los antivalores del odio y el resentimiento social, el venezolano durante 22 años ha vivido desconectado de sus derechos fundamentales, siendo el primero, el derecho a trabajar y ganar un salario decente para cubrir sus necesidades individuales y familiares.  Se privilegió de manera corrupta los beneficios de la alta burocracia, de los militares de alta graduación, de una minoría sobre un 95% de la población que entró a la más abyecta pobreza.



 De esta forma la sociedad venezolana hoy es una muestra de todo lo peor que pueda medirse en estadísticas mundiales. Los últimos en todo lo bueno que puede tener la vida y los primeros en los peores vicios y corruptelas que puede albergar cualquier nación.

Se puede palpar en el ambiente que todo el proyecto socialista es un fracaso en la búsqueda del bien común y exitoso en imponer los antivalores que puede albergar cualquier país. Hay palabras que han quedado desterradas como mantenimiento, orden, paz, bienestar, progreso, honor, honradez, calidad de vida. En Venezuela se perdió el sentido lógico que tiene y merece la vida, poco a poco se impuesto el desastre como normalidad, la crisis alimentaria, la escasez de agua, la falta de energía eléctrica, de gas, de transporte, de gasolina y gasoil, de moneda circulante, la imposibilidad de alcanzar la salud, de tener una buena educación, de tener la protección del Estado frente a los delincuentes. Nos acostumbramos a vivir en medio del deterioro físico y moral, del surgimiento de enfermedades que habían desaparecido, de las creencias más elementales, el surgimiento de la inestabilidad social y económica como proyecto político de una casta político - militar.

 Salir de este caos programado requiere de una labor sobrehumana, exige de un liderazgo honesto. El problema es tan grave que la solución no es solamente ir a unas elecciones, que tendrían que ser limpias y transparentes, lo cual está muy lejos de la realidad. Se necesita una solución de fondo, enmarcada en un proceso de REGENERACIÒN NACIONAL, EL PAIS YA CASI NO EXISTE. No es solo generar un cambio político, lo cual es indispensable, tampoco es solamente hacer los ajustes económicos impostergables, es la labor más difícil en esfuerzo y tiempo REGENAR Y REAHACER EL TEJIDO SOCIAL destruido      . Podemos afirmar, sin exagerar que necesitamos empezar de cero y se requiere de la ayuda internacional en todos los órdenes. Una especie de Plan Marshall para Venezuela, recursos potenciales tenemos, pero urge un apalancamiento externo.

 El concepto de REGENERACIÒN NACIONAL implica un pacto de toda la nación, alrededor de esta idea, no es una formula mágica, requiere grandes esfuerzos y sacrificios para poder sacar el país adelante.

 Es necesario una sinergia positiva entre el sector público y privado. El Estado como promotor y garante de una nueva sociedad donde el sector privado se convierta el motor de una Nueva Venezuela. El sector privado, las empresas deben albergar el nuevo modelo para los próximos 50 años, pero eso necesita de una clase empresarial con una profunda vocación social, pues la empresa y la iniciativa privada será el factor determinante de la gran movilización social que exige nuestro país para superar los aterradores niveles de pobreza en que nos encontramos. No es una actitud filantrópica, muy loable, es que la regeneración de la nación exige del empresariado un gran compromiso con Venezuela y su futuro. Es la obligación de apostar a un ganar- ganar, después que tenemos años en el perder-perder.

 En síntesis, necesitamos de un CAPITALISMO REGENERATIVO Y RESPONSABLE.  Con libertad económica, responsabilidad social, sentido ético para abrir un camino inédito de progreso. Ese es el gran desafío que tenemos por delante, no es una simple elección como hacen creer engañosamente algunos políticos.

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