LOS “TONTOS
ÙTILES” DE LA BARBARIE, DEL VANDALISMO Y LOS SAQUEOS.
Hoy aplauden, gritan, manifiestan con violencia, destruyen y mañana
huyen de la miseria que ellos mismos han ayudado a construir.
El
término “tonto” alude a una persona escasa de entendimiento o razón; y “útil”
se define como lo que trae o produce provecho, comodidad, fruto o interés.
La
llegada al poder de Hugo Chávez puso de manifiesto lo anterior. La lista de los
tontos útiles, inocentes útiles o simpatizantes confundidos que lo ayudaron a
alcanzar la Presidencia de la República es voluminosa. Ahí hay amigos y
familiares de diferentes niveles sociales y educativos. Empresarios, dueños de medios de comunicación,
intelectuales, sindicalistas. Casi todos ellos están ya de vuelta, arrepentidos
y muchos expropiados y arruinados. También hay muchos hombres y mujeres de los
sectores populares y la clase media que en los primeros carnavales del nuevo
régimen llegaron al exabrupto de disfrazar a sus hijos más pequeños de
“chavecitos”, los cuales hoy cruzan o han cruzado las fronteras en busca de un
mejor destino.
“Tonto útil” es una expresión utilizada sobre
todo en política, que no se refiere a lo que entendemos por inteligencia
ordinaria. Un “tonto útil” es una persona de la cual se aprovechan, porque no
sabe ver los motivos ocultos de sus acciones, de forma que apoya
involuntariamente una causa (usualmente política) contraria incluso a sí mismo
o a sus propios intereses. Una causa, que si estuviese bien informado no
apoyaría. Si analizase más a fondo hechos subyacentes, se daría cuenta de que
podría ser de las primeras víctimas si triunfa lo que apoya. Si fuese
consciente, se consideraría un cómplice, un activista o un infiltrado, pero no
es su caso. La expresión “tonto útil” se usa incluso (como insulto y a veces
sin fundamento) para calificar a los contrarios por no favorecer los intereses
de una determinada opción.
Los
males del chavismo- madurismo recorren como un fantasma la América latina, el
anacronismo patriotero de Hugo Chávez, el populismo destructor de Maduro se
entroniza en la mente de miles de manifestantes dispuestos con violencia, antes
del tomar el poder, a empezar la demolición de su nación, para así cumplir el
mandato del socialismo siglo XXI. En
quince días de paro han hecho más daño que un año de Covid 19 Es lamentable
comprobar como tantos jóvenes y otros no tanto, se convierten en una especie de
Frankenstein fabricados y manipulados en los laboratorios del tercermundismo
del Foro de Sao Paulo. Ya lograron llevar a la presidencia de México al eterno manifestante
de El Zócalo” AMLO y en Venezuela tienen en Miraflores al autobusero y tira
piedras, convertido en presidente, un manifestante profesional formado en Cuba,
convertido en lo único que puede ser: El mayor fabricante de miseria del
mundo. En Colombia preparan a Petro o a otro progresista para la gran
obra de demolición total de la economía, mientras tanto el saqueo y la vandalización
le dan al pueblo colombiano la cuota inicial de un futuro de miserias que ya empezó.
Ellos no tienen otra cosa que ofrecer, ese es el destino de los pueblos que
siguen los cantos de sirena de esa izquierda violenta y trasnochada. En el caso
venezolano 20 años de saqueo y vandalización acabaron con la nación, que todavía
tiene bajo el subsuelo las mayores reservas de petróleo del mundo occidental.
Casi seis millones de venezolanos de todas las clases sociales han huido del paraíso
socialista, donde el salario básico y la pensión de millones de adultos mayores
no llega a tres dólares mensuales. ¿Será que el pueblo colombiano o chileno, se
deja engañar y cae en la misma trampa?
Es muy fácil destruir lo que ha costado años,
esfuerzo y miles de millones, no cuesta nada alejar una nación del mundo
civilizado, convertir al pobre en miserable, destruir la clase media, igualar
en la pobreza, poner a millones pasar hambre es su meta. Mientras las élites revolucionarias viven en
la mayor opulencia, fruto de una corrupción sin límites, ni pudor.
Hay
tanta estupidez y el lavado cerebral
funciona, la última oleada de desplazados venezolanos, los que piden limosna en
los semáforos y caminan medio continente a pie, han sido siempre los votantes
del chavismo y a pesar de sus miserias muchos todavía siguen siendo
revolucionarios, rodilla en tierra con el estómago vacío. Lamentable, esa es
una generación perdida. Pensar que en el resto del Continente hay miles que
sueñan con vivir en la más abyecta pobreza inducida por los neo comunistas. No
necesitan esperar mucho con pasar la frontera y mudarse a Venezuela pueden
vivir su sueño, sin necesidad de destruir sus naciones, sin dañar a millones que,
si trabajan, si producen, si hacen patria. No entender esto es un desvarío
total. Una cosa es manifestar cívicamente, protestar como pueblo civilizado,
por mil cosas que funcionan mal y otra prestarse como tontos útiles a las intenciones
y objetivos de los desestabilizadores y terroristas que vandalizan hoy con el furor
de la insensatez y la mayor irresponsabilidad política y social.
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