LA
TOLERANCIA A LOS INTOLERANTES.
Hay un principio universal de
convivencia el cual establece que “la libertad de uno termina donde comienza la
del otro”. Así lo recoge Don Benito Juárez. La libertad no puede ser de unos
por encima de otros, se necesita un respeto recíproco, si no es de esta manera
es la “anti-libertad”, el atropello a la misma libertad. La extra limitación de
los protestantes y manifestantes trancando vías, impidiendo el derecho
constitucional del libre tránsito de personas y mercancías, es el abuso del derecho
de unos sobre el derecho de los demás. Si agregamos los actos vandálicos que
nada tienen que ver con el derecho a la protesta, simplemente es la escalada
del abuso al delito, no se puede solapar el saqueo y la destrucción en una
especie de super derecho: “SI PROTESTO TENGO LICENCIA PARA HACER CUALQUIER
COSA” para vulnerar el derecho ajeno. El Estado está obligado no a reprimir,
sino a contener el abuso y la extralimitación de los manifestantes por ser
precisamente contraria al derecho y la legalidad.
El tema es estudiado y expuesto con claridad
por dos pensadores: Karl Popper y Sidney Hook.
El
primero escribe que “La tolerancia ilimitada debe conducir a la desaparición de
la tolerancia. Si extendemos la tolerancia ilimitada incluso a aquellos que son
intolerantes, si no estamos preparados para defender una sociedad tolerante
contra la embestida del intolerante, entonces el tolerante será destrozado
junto con la tolerancia […], puesto que puede fácilmente resultar que no están
preparados a confrontarnos en el nivel del argumento racional y denunciar todo
argumento; pueden prohibir a sus seguidores a que escuchen argumentos
racionales por engañosos y enseñarles a responder a los argumentos con los
puños o las pistolas” (The Open Society and its
Enemies, Princeton, NJ., Princeton University Press, 1945/1950:546).
En la
misma línea argumental, el segundo autor mantiene que “Las causas del colapso
de la república parlamentaria de Weimar y la llegada de Adolfo Hitler al poder fueron
muchas: una de ellas, indudablemente, fue la existencia del liberalismo
ritualista, que creía que la democracia genuina exigía la tolerancia con
el intolerante” (Poder político y libertad
personal, México, Unión Tipográfica Editorial Hispano Americana, Uthea,
1959/1968: xv).
Lo mismo ocurrió en Venezuela con la rebelión
manipulada de 1989(sacudón) y la llega el poder de Hugo Chávez en 1999. La
tolerancia de la democracia formal con sus enemigos, la alcahuetería de la
clase política y de los llamados “notables”, los cuales fueron capaces de tolerar
su propia desaparición: Caldera y partidos políticos A.D. Copei, el MAS.
El
problema indudablemente no es de fácil resolución. Giovanni Sartori ha
precisado que “el argumento es que cuando la democracia se asimila a la regla
de la mayoría pura y simple, esa asimilación convierte un sector del demo en no-demos. A
la inversa, la democracia concebida como el gobierno mayoritario limitado por
los derechos de la minoría se corresponde con todo el pueblo, es decir, con la
suma total de la mayoría y la minoría” (Teoría
de la democracia, Madrid, Alianza Editorial,
1987: vol.i, 57). Sin duda que la democracia así concebida se ha degradado y
desfigurado hasta convertirse en cleptocracia, es decir, el gobierno de
ladrones debido a impuestos confiscatorios, deudas estatales inviables y
deterioro del signo monetario, ladrones de libertades y autonomías individuales
y ladrones de vidas y sueños aniquilados por megalómanos en el poder. Es una
historia mundial. Por tanto, en contextos contemporáneos la teórica función
gubernamental de proteger “la vida, la libertad y la propiedad” en gran medida
ha quedado en pura teoría del derecho, El Estado parece que no es capaz de
evitar el atropello del Leviatán populista. Al contrario, la mayoría de las
veces hay una identificación con los intolerantes de todas las tendencias.
Una minoría presionando con violencia puede
arrodillar a un gobierno democrático, no a una dictadura como el caso
venezolano o cubano. El “foquismo urbano” ya es un manual articulado y puesto
en práctica por socialistas, comunistas, progresistas, hay toda una “filosofía
de la subversión” con su filosofo el francés Félix Guattari y su famosa teoría
de la “Revolución Molecular Disipada” que se fundamenta en una verdad que cada
día se prueba con hechos: “No hay posibilidad de prohibir ninguna manifestación
sin correr el grave riesgo de ser acusado de violación de los DD. HH, así solo sea
el 5% quienes actúen con violencia”. Hay un bloqueo organizado para impedir el
debate de las ideas y un grave peligro para la libertad de expresión. Lo cual
se le convierte a la democracia en un efecto boomerang que la coloca en grave
peligro. Es la contradicción si no se defiende pierde y se defiende también
pierde.
Si hay unas reglas del juego democrático, sus
enemigos están siempre dispuestos a violarlas, hacer “trampas” aprovecharse de
las debilidades del sistema y además tienen todo un entramado internacional, de
instituciones, organizaciones y personalidades influyentes presionando e
inmovilizando a las democracias atacadas. El objetivo es demoler, desmontar y
enterrar el Estado liberal e imponer un Estado que puede ser corporativista,
fascista o comunal, autoritario y gradualmente totalitario al estilo del siglo
XXI.
Es la aplicación de un método sutil, pero
directo para establecer autoritarismos al estilo del chavismo que tiene sus
imitadores también en la derecha.
El gran riesgo es que los intolerantes se
amparan en el estado de derecho, en las leyes, en la democracia, en la libertad
de expresión, los Stalin y los Hitler de hoy pretenden asesinar el sistema
democrático utilizando su tolerancia al mal. Ellos saben que la justicia no se
aplica con rigor, que los jueces se pueden cooptar, que los políticos tienen un
precio y que la democracia tiene una capacidad infinita para tolerar a quienes
la lesionan. Así un Chávez recibe un perdón presidencial y un narco guerrilla
entra por un camino de “honor” con alfombra roja a una legalidad en nombre de
una paz inexistente.
Es así como se instalan las satrapías que
después no hay forma ni manera de sacar mediante métodos democráticos
(elecciones) que no funcionan para producir alternabilidad en el poder.
Resguardar la democracia de sus enemigos,
mejorarla perfeccionarla, No se puede tolerar la demencia de destruir lo que ha
costado tantos años de esfuerzos, para imponer un proyecto que no existe y que
en todas las experiencias termina en tiranía y pobreza colectiva.
.
.
Comentarios
Publicar un comentario