Es necesario apagar el fuego del odio si queremos renacer de las cenizas.

 

      EL ODIO Y EL RESENTIMIENTO

"Yo soy un pacificador que apaga el fuego del odio y reaviva el de la reconciliación y la fraternidad".



"Friedrich Nietzsche, para quien el hombre noble lleva una vida franca y confiada consigo mismo, en cambio “el hombre del resentimiento no es ni franco, ni ingenuo, ni honesto ni derecho consigo mismo” ¿Quiere esto decir que el hombre noble no puede padecer estados anímicos propios del resentido, que no puede sufrir odios o envidias? Desde luego que sí puede; pero la diferencia entre el alma noble y el alma resentida es que en la primera el resentimiento es pasajero, es decir, se agota en una reacción inmediata y, por ello, no envenena. El alma genuinamente resentida sufre su dolor a perpetuidad porque su enfermedad es incurable, salvo si se dedica –según advierte Nietzsche, no sin alguna ironía- a practicar el budismo que permite controlar este sentimiento. Por eso, quien domina los instrumentos para llevar a cabo su venganza con crueldad, no está dispuesto a renunciar a la posibilidad de seguir haciendo daño “como sea”


"Max Scheler, por su parte, estima que el “resentimiento es una autointoxicación psíquica, con causas y consecuencias bien definidas”.


 

Paulina Gamus escribió para el diario El País, de España, en 2014, que cuando murió el dos veces presidente Carlos Andrés Pérez, el 25 de diciembre de 2010, las palabras de Chávez no fueron de compasión ante una de las figuras más importantes durante los años de democracia en Venezuela. “Yo no pateo perro muerto…No habrá luto nacional porque hoy murió un corrupto, un dictador…”, fue la expresión de Chávez, que dos años y tres meses después moriría en un hospital en Cuba.

 

Tres años antes de la muerte del expresidente Pérez, en octubre de 2007, falleció el cardenal venezolano Rosalio Castillo Lara, una de las más importantes figuras de la Iglesia en latinoamericana, que ocupó altos cargos en El Vaticano antes de la elección del papa Francisco.

“Me alegra que haya muerto ese demonio vestido de sotana, ojalá se esté pudriendo en el infierno como se merece, sé que se retorcerá eternamente viendo avanzar la revolución…”, fue la dura expresión de Chávez.

Otra de las recordadas expresiones de Hugo Chávez fue las dirigidas a Gladys Diab, la madre de los hermanos Faddoul, que fueron asesinados. “Deje la lloriqueadera y deje que esos muchachos descansen en paz”.

Diab había criticado el silencio del oficialismo sobre el secuestro y el asesinato de sus tres hijos, en 2006, en medio de un caos de violencia en el país.

Después la emprendió contra Israel, en 2012, acusándole de financiar a sus adversarios. "Aprovecho para condenar de nuevo, desde el fondo de mi alma y de mis vísceras, al estado de Israel. ¡Maldito seas, Estado de Israel! ¡Maldito seas! Terroristas y asesinos".



Nuestro país en 1999 escogió como proyecto nacional el ODIO Y EL RESENTIMIENTO SOCIAL.   Hugo Chávez apeló a un populismo destructor que se fue apoderando de toda la sociedad hasta convertirnos en desperdicios del rencor, de la animadversión, del lenguaje soez y ofensivo. En nombre de la justicia social las banderas del odio auparon la discriminación, el “bullying”, las expropiaciones, el abuso, la corrupción como el caballo de Atila, donde pisaron jamás volvió a nacer la yerba.

Los gerentes del odio secuestraron a la nación, el poder de la renta petrolera sirvió para todo, menos para hacer el bien común. Se sembró la semilla del odio y la cosecha está hoy dando sus frutos.

21 años han pasado como los buldóceres de tierra arrasada, ya nada es igual, ni lo será, pero todavía estamos a tiempo de replantear nuestra vida para darle un nuevo aire, no podemos esperar que los cambios políticos lleguen y tienen que llegar, pero no dependen directamente de nosotros, no podemos seguir ahondando el pozo del odio.



“21 años nos han permitido descubrir que tenemos una reserva moral, a la que no han podido destruir, tenemos la resiliencia del metal que sufre todas las presiones y vuelve a su estado original. Lo han destruido todo, menos nuestro fuero interior, allí está la fuerza, solo hay que descubrirla y podremos empezar el duro camino de la reconstrucción, superarlos escollos, quitar las piedras del camino.

No alcanzamos a imaginar lo que podemos lograr cuando nos damos cuenta el poder que tenemos, que nuestra fe es firme, que no han podido matar el amor, ni la solidaridad, cuando descubres que a pesar de todo lo que han hecho no han podido rendirte ante el mal, que perseveras tercamente en el bien, que no te han podido convertir en una piltrafa de odios y mediocridades. Ese es su fracaso y tu triunfo.

No han podido matar tus esperanzas, tus deseos de progreso que sigues soñando con nuevos horizontes, que internamente eres libre, aunque tu entorno es un infierno.



Tienes que quitarte de encima ese pesado fardo de odios y culpas que han lanzado sistemáticamente contra todos los venezolanos usando los medios de comunicación como instrumento de control y dominación, de perversión y mal

Debemos estar convencidos que las prédicas del odio no han encontrado eco en nuestros corazones, que ese cáncer que ha devorado al país no ha podido contigo. Que esa factura de odios y resentimientos no es tuya.

Ha llegado el tiempo de quererte, de descansar de esa dura carga impuesta, de compartir con los que amas en un ambiente positivo, sano. Toma conciencia que estas vivo y eres el dueño de tu vida, no ellos.

Es la hora interior de la recomposición en el amor, en el servicio generoso, trata de encender una vela, no maldigas la oscuridad, regálate un poco de paz y comprende que la felicidad si es posible, aunque cueste mucho, hay que lucharla y valorarla.

Jamás podemos olvidar que somos seres de amor, no de odios, que en el amor sentimos la presencia de Dios, que sabemos que existe el espíritu del mal y el infierno porque los tenemos muy cerca y lo estamos padeciendo. Ya no es hora para doblegarse. Dios es nuestra fuerza y nada, ni nadie nos puede dañar. Esa es la Fe, nacimos para ser felices, no para sufrir y padecer. Se dueño de ti mismo es tu triunfo.

 

 

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