ESTAMOS ENTRAMPADOS ENTRE UN ESTADO FALLIDO Y UNA OPOSICIÒN CATALÈPTICA

 

                     LA TRAMPA.



TRATAR A UN RÈGIMEN   CONTROLADO POR EL CRIMEN ORGANIZADO CON PROTOCOLOS DEL ÀMBITO POLÌTICO ES UN GRAVE ERROR.

 No son políticos, son delincuentes ejerciendo un rol político.

Nuestra peor desgracia es que la solución final a nuestra tragedia no está enteramente bajo el control de los venezolanos. Estamos inmersos en juego geopolítico, los rusos y cubanos  con control militar y los chinos con  el control económico.



Venezuela hoy se encuentra altamente intervenida y en su suelo están firmemente estampadas la "insolentes planta" de cubanos, rusos, iraníes, terroristas del Medio Oriente , guerrilleros procedentes de Colombia y delincuencia organizada internacional. Somos algo más que un patio trasero, somos el potrero de los comunistas.

Hemos llegado al punto que poner un parado a una banda de delincuentes apoderados del Estado venezolano depende en alto grado de los gobiernos y de las naciones democráticas del mundo, países que son solidarios, pero sus intereses particulares impiden la acción contundente que se necesita en esta trágica hora. Nadie está dispuesto a embarcarse en una guerra para salvarnos. Una guerra que tampoco le interesa a los venezolanos.

 

 La metodología utilizada por el mundo occidental es tratar de evitar la violencia como salida, prefieren optar por los protocolos establecidos en la negociación, las presiones diplomáticas y económicas, las conversaciones, los buenos oficios. Todo eso en estos últimos años se ha hecho sin ningún resultado que lleve a la alternancia  y la razón es que el mundo está ante un hecho inédito en la historia política, no es un partido, ni un movimiento político radical quienes han implantado esta tiranía, se olvidan del factor de la delincuencia organizada, del narco crimen internacional quienes han tomado el control de la nación, ese factor es quien decide y no se sienta en mesas de negociación, ni le interesan los diálogos, ni elecciones, su objetivo es usar el poder de un Estado para controlar el negocio más fabuloso del mundo. A ese factor delincuencial, no le importan las sanciones, ni las presiones, ni el dolor del venezolano, ni la pobreza atroz. Tienen controlados a los militares y sus ingresos llegan por los caminos del delito. Venezuela hoy es una nación invadida, sometida por una organización de delincuencia internacional que usa la política y los personeros civiles y militares de esa organización , solo son operadores de esa mafia internacional, conocida como el el Foro de Sao Paulo. Por eso no funcionan los protocolos políticos aplicados, porque la dictadura venezolana no se parece a ninguna de las conocidas en el mundo el factor delito organizado tiene la hegemonía y eso no existe en los textos conocidos de las ciencias políticas, solo en los tratados criminalísticos.


 Por su parte los políticos opositores están sometidos a un proceso de desgate,el cual, a pesar de la tenacidad, del esfuerzo hecho también equivoca la estrategia necesaria, no se hace oposición al PSUV, se hace oposición a las cabezas de una banda de malhechores que se robaron ese partido a la muerte de Chávez, quien era, aunque cueste entenderlo, el único que frenaba a la banda de Maduro y Diosdado para que no se pillaran al país completo, tal como lo han hecho.

  Esta verdad todavía no se entiende ni en Venezuela, ni en el mundo, se cree que Diosdado es un político, que Bernal es un dirigente popular, o que   Tarek El Alssami es un eficiente burócrata, eso es un grave error, son bandidos en función política,   ellos son el verdadero poder, lo cual es otra cosa y exige procedimientos diferentes para sacarlos del poder. Procedimientos que están congelados y ellos sacan ventaja de esa realidad, los pillos son cínicos y se burlan de todo el mundo en todos los escenarios.

Ante esa gente se pueden hacer las manifestaciones más grande del mundo y no se logra conmoverlos, matan cientos y miles de venezolanos y eso tampoco funciona para sacarlos del gobierno. Ni la sangre, ni el dolor los conmueve, no hay un gramo de escrúpulos en su conciencia.

 La resistencia política tiene sus límites cuando se tiene que enfrentar a delincuentes con unos códigos, protocolos y procedimientos conocidos y aplicados en otras situaciones que no funcionan en Venezuela. Hay un desequilibrio al tener que enfrentar al delito organizado, armado y con el poder del Estado con la palabra democrática, con argumentos razonables, pero el delito organizado no se puede  combatir con flores, ni con palabras. Solo una presión real, creíble que los iguale en su poder los puede hacer retroceder en sus planes y aceptar una negociación transparente.

  Con la llegada de Biden  a la presidencia de EE.UU se vive hora de los consensos, se  sigue apuntado claramente a reforzar la capacidad negociadora, llegar a una mesa de negociación para poder restablecer la democracia sin llegar a la violencia. Eso sería lo deseable, Cuba tiene 62 años capoteando esa política  sin hacer ningún cambio y Venezuela se perfila por esa misma agenda.

 Lastimosamente, a uno como demócrata le cuesta aceptar la verdad, pero dada las circunstancias explicadas, no hay manera de generar un cambio por esta vía, ya probada y transitada. La diplomacia no funciona con la delincuencia organizada. Solo una acción colectiva armada, creíble por parte del régimen, puede equilibrar las fuerzas y poner fin a esta tragedia. Esa fórmula es todavía lejana, por no decir imposible. Solo nos queda actuar en consecuencia a los venezolanos con ayuda internacional, para lo cual no estamos preparados e implica sin duda una guerra civil, transformarnos en  una Siria, aunque en la práctica ya estamos en guerra, soterrada, pero una guerra devastadora.

 La situación es muy compleja, caminamos por el filo de la navaja A eso hemos llegado. Una salida electoral tutelada por la comunidad internacional es uno de los planteamientos para evitar la guerra. Pero primero hay que logar la unidad de los factores políticos opositores No es fácil negociar las condiciones de esa elección, ni dentro de la oposición, ni con el régimen. En definitiva estamos entrampados entre un Estado fallido , un Estado forajido y una oposición en catalepsia .

“Un Estado fallido es aquel que no es capaz de garantizar un proyecto de vida para sus nacionales, que no puede abatir la inflación, que no hace efectivos los derechos consagrados en textos legales, que irrespeta el principio republicano de separación de poderes. Mientras que un Estado forajido es aquel que representa un foco de desestabilización para los países de su región, que cuestiona y rechaza las instituciones supranacionales establecidas por el derecho internacional, que se niega a cumplir las convenciones internacionales en materia de derechos humanos en nombre de un concepto de soberanía propio del siglo XVIII y no del siglo XXI”.

 

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