LA CULTURA DE LA MUERTE.
Un régimen que tiene como consigna la muerte, genera una
sociedad enferma.
“Gracias Dios. Te
atracaron, pero te dejaron vivo”.
“Lo único democrático que existe en Venezuela hoy es el hambre y la muerte” ..
No es posible asignar a lo meramente
circunstancial, los atroces crímenes que forman parte de la realidad social
venezolana en los últimos tiempos. Asesinatos cometidos a puñaladas, acompañados
de tortura, cuerpos despezados, son los casos más relevantes de este horror que
ya tiene dos décadas, sumados a los miles de muertos por la violencia, anónimos
en cuanto a hecho noticioso masificado, pero presentes en el dolor de sus
familias. Estamos ante escenarios que conducen a que el terror domina el
ambiente, en algunos casos, acompañado del “morbo”, en otros con la
desesperanza y el desconcierto. Es difícil elaborar psicológicamente el horror.
Bajo el dominio del miedo continuo se produce una parálisis, no es posible
pensar, la tendencia es a evadir o a congelarse, en algunos huir del país.
Estamos ante asesinatos con violencia
patológica grave, enferma, sin el más mínimo rasgo de humanidad. Para apuñalear
a una persona, así como para desmembrarla, tiene que latir un odio
inconmensurable, sólo que ese odio que parece personal y subjetivo, tiene como
particularidad, que nace bajo circunstancias objetivas y colectivas. En los
crímenes que han acontecido, no estamos ante un criminal o un asesino
despiadado, estamos ante una cultura despiadada, una cultura de muerte que se
ha apoderado de barrios, de urbanizaciones, de zonas rurales y forma parte de
la manera como se imponen las bandas delictivas.
Detrás de los actos de violencia repugnante
tenemos una realidad palpable, cotidiana. El resentimiento profundo, se fomenta
un odio irracional que emerge de la convicción que la destrucción del otro
diferente, es condición para la sobrevivencia. Clara muestra de ello es la
violenta y sanguinaria represión del régimen venezolano, fuerzas policiales con
patente para matar sin fórmula de juicio. Una policía del terror.
En Venezuela se ha impuesto la cultura de la muerte,
la persona resulta ser un objeto que está a disposición del más fuerte para que
haga con él lo que crea necesario. El más fuerte puede ser un malandro armado,
una banda, un grupo dedicado al terror, o un partido que cree con el derecho
absoluto de imponer su ideología. La cultura de la muerte se promueve cuando el
Estado se apodera del ciudadano y lo doblega.
Una sola persona armada enfrenta al que es más débil y
puede hacer lo que le venga en gana, matar, herir o perdonar. Esta fuerza sin
control siempre tiene a la mano la posibilidad, que considera válida, de
suprimir a una o varias personas, la vida no tiene ningún valor Las razones son
infinitas: no piensa como nosotros o como yo, no hace lo que queremos o no se
somete por lo tanto lo mato. La cultura de la muerte necesita de la impunidad,
de la complicidad de quienes tienen la obligación de defender al ciudadano, hay
una alianza económica entre el delincuente y las fuerzas policiales, de los jueces,
el policía recibe su cuota de los robos, del tráfico de drogas, del secuestro.
la sociedad de cómplices hace de la autoridad un delincuente más peligroso.
Eso es Venezuela hoy. Amarga, pero absolutamente
necesaria, sigue siendo la misión y tarea de quienes creemos en el valor
absoluto de la vida. No podemos cruzarnos de brazos y por miedo seguir cediendo
espacios, calles, parques, campos, playas todo el país es de la cultura de la
muerte. Las ciudades parecen campos santos en la soledad que impone la cultura
de la muerte
No es nada fácil esta lucha cuando el Estado que tiene
la obligación de velar por nuestra seguridad hace todo lo contrario, en su
alianza antinatura con los hampones.
MASACRE EN LOS VALLES DEL TUY
La vida debe ser el valor supremo de cualquier
sociedad civilizada, los amantes de la vida en su totalidad, los que le vemos
dignidad en todo momento y circunstancia, los que creemos en el respeto
irrestricto por lo que Dios ha creado y ha dado como don a los hombres y a las
mujeres, no podemos sino levantar la mano y acusar a los asesinos de la
sociedad venezolana, a los promotores de la violencia, somos ya el país más
violento y criminal del mundo. Una estadística fulminante para la vida. Ya
basta de muertes, de impunidad, de complicidad Hay que volver a vivir sin
sobresaltos, sin esperar la muerte a toda hora, cada día, en cada esquina, en
cada rincón, solo rogando a Dios que cuide nuestras familias. Ya estamos
cansados de tantas muertes inútiles, de tanta sangre basta de promover la
cultura de la muerte.
Quien mata a propósito, a ciencia y conciencia es
asesino. Y lo es también quien aprueba de mente y de corazón este proceder.
El producto de la cultura de la muerte es el asesino y
somos hoy los primeros en el mundo en la promoción de asesinos.
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