UN PUEBLO NO PUEDE VIVIR ETERNAMENTE EN LA CRISIS.

 

      LA TIRANÌA DE LA INEPTITUD.


Los hijos de la luz cuando llegan a un sitio y no encuentran amor se alejan rápidamente. Si les cae una tragedia se apuran a salir de ella. Un verdadero líder no puede vivir inmerso en el desastre y el caos. Un gobernante se autodestruye si se queda viviendo eternamente en una crisis. No se puede convertir en un administrador de tragedias, un gerente de calamidades, un promotor de la destrucción de su nación; mucho menos invocando una ideologìa decadente y perversa.


 Si no hay energía eléctrica la solución no es culpar a las iguanas, si no hay gas, ni agua, ni transporte, ni efectivo, ni comida no se puede salir por la TV con un portafolio de excusas desgastadas, de mentiras repetidas. Se tiene que dar solución al caos o no se es gobernante, ni siquiera payaso. Solo en el cerebro enfermo de un psicòpata  puede existir el uso del mal como instrumento de control social y polìtico, es diabòlico, valerse del hambre para someter a los humanos. Empobrecer material y moralmente para someterlos a su voluntad.


 La peor tragedia de una nación es tener gobernantes suma cum laude en incompetencia, graduados con honores en ser polos para atraer desgracias y lo peor dejan sin futuro a sus gobernados y se siente orgullosos

Es una vergüenza verlos dando vueltas en un remolino sin fin, repitiendo por 20 años las mismas babiecadas sobre un progreso económico que solo existe en una mente desquiciada, parece que padecen de una ceguera moral para ver que son un fracaso como gobernantes y como personas.  Creen que el mundo se puede parar para esperar que superen sus estupideces administrativas y dejen por la gracia de Dios de ser corruptos de siete suelas.

La crisis no les asusta, ni les angustia, ni la padecen en lo personal, la gozan , su moral es de teflón, todo les resbala. No saben cómo salir del foso en que han caído llevándose a lo más profundo al pueblo. No son capaces de despertar una mínima ilusión o esperanzas en sus gobernados, convencidos que ya no hay futuro y lo poco que queda se lo roban. Son gobernantes que no pueden presentar un futuro de progreso, parecen esas rémoras aferradas al cuerpo que chupan la sangre hasta dejar solo un cadáver.



 Hay que extirparlos para que dejen de hacer el mal, no hay otra salida, Así lo dijo Santo Tomàs de Aquino  en el Capítulo Siete de su Suma Teológica, en el que trata “acerca del régimen de los príncipes”. Una drástica salida a un gran daño.

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