LA TEORÍA DE LA CATÁSTROFE.
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Nos habituamos a vivir con la paradoja A mayor revolución socialista mayores desgracias y tragedias. Somos la personificación de la teoría de las catástrofes de René Thom.
Si una variable alcanza valores por encima de un limite y no hay respuesta posible del sistema, éste queda destruido, esto sería una catástrofe en el sentido normal, como al elevar la presión de una caldera más allá del limite permitido. Pero si se eleva la presión y no queda destruido, se salta bruscamente a otro estado y al continuar existiendo, eso es una catástrofe.
La supervivencia de un sistema que no debería existir es una catástrofe y eso es lo que estamos viviendo en Venezuela hemos superado todos los limites de violencia, de crímenes, de maldades, de destrucción,de deterioro sistémico de instituciones y valores y el sistema no estalla, no queda destruido, se recompone como Frankestein y sigue adelante hasta llegar a otra situación límite, donde parece que va estallar, pero no pasa nada, salta a un nuevo estado de descomposición superior que es tolerado por el organismo que se adapta a la descomposición y la podredumbre.
Nuestra aventura como como nación, como pueblo es sarcásticamente contraria a la evolución y la perfección natural de la sociedad, no hemos podido ascender en la escala de la complejidad que lleva de simple a lo complejo, de lo malo a lo bueno, nuestro estado normal es contra la lógica, oponernos colectivamente al progreso y a la civilización, la oportunidad pasó y la vimos con displicencia,el colectivo tomo el camino de la involución, de la autodestrucción.
Permitimos que el delincuente se adueñara de la sociedad, lo toleramos con cierto sabor de complicidad, hoy el desborde de la violencia llega al límite y no se produce el estallido normal que muchos esperamos, vemos como el delincuente se hizo dueño , no solo de las calles, sino de las altas esferas del gobierno.Hay un reacomodo que crea un estado de conformismo tácito,de aceptación del mal, de un no poder hacer nada. Somos los pasajeros de una barca que de hunde pero sigue flotando.
Solo nos queda la conspiración silenciosa, la paciencia y la espera de un milagro donde la primera obligación debería ser la rebelión.
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