La mini -república

        TARTUFOS E IDÓLATRAS DE LA NECEDAD.
Imagen de  Simón Bolívar de Antonio Salas


Son males conocidos pero no se vislumbra el remedio

Los totalitarios se creen con derecho a cambiar todo. Imponen  su punto de vista como única verdad.

 En su estulticia están convencidos que cambiando los símbolos, el significado de las palabras y las imágenes se puede transmutar la realidad. Empezaron por cambiar el significado de las palabras, no hay presos sino privados de libertad. Convencidos que la semántica es la base de la sustentación psicológica. Creen que colocando una terminación femenina a cualquier palabra es suficiente para reivindicar a la mujer. Agregan una estrella a la bandera, le tuercen el cuello al caballo del escudo, cambian los nombres de las autopistas, de los parques, de las urbanizaciones, de los cerros, de todo lo que significa memoria histórica, cultura o tradición. Se aprovechan del culto bolivariano para asociar su proyecto político a las raíces de la nación y le colocan una adjetivo calificativo con fuerza subliminal al nombre de la república, ya no somos simplemente República de Venezuela, somos ahora República Bolivariana, lo cual subconscientemente es lo mismo que decir la mini República chavista.
El Bolívar impuesto por el Chavismo.

En su afán por dominar los referentes culturales del venezolano nos dividen por un lado los malos hijos de la patria bautizados como escuálidos, apátridas, burgueses, derechistas, fascistas o pelucones y por el otro los buenos venezolanos , los patriotas, los progresistas, los revolucionarios, los hijos de Chávez, los izquierdistas, toda una manipulación cultural para generar en unos complejos de culpa, miedo, desaliento y la depresión de los perdedores y en los otros identificación con el bien de la patria, con los triunfadores, con la justicia. Llegan a tal extremo en esta perversa manipulación que algunos de los “buenos” en su odio sembrado y cultivado están convencidos que a los malos hijos de la patria, a los escuálidos hay que exterminarlos como una plaga para que pueda reinar la paz y la nueva sociedad comunista.
El culto bolivariano de los revolucionarios es utilitario, hipócrita y transitorio. Utilitario porque sirve a sus objetivos de dominación, Simón Bolívar es el denominador común de la venezolanidad. Hipócrita porque es un falso respeto a la memoria de Simón Bolívar, un solo ejemplo basta: Si realmente tuviesen el mínimo respeto por la memoria de El Libertador le hubiesen cambiado el nombre a la moneda venezolana, lo cual es una afrenta por su escaso valor y el desprecio universal al asociar el nombre de Bolívar a la moneda más devaluada del mundo. El culto bolivariano en el chavismo es transitorio pues su objetivo es sustituirlo por el culto a la figura de Chávez, para lo cual le cambian el rostro conocido en las pinturas, el referente que tenemos los venezolanos, para presentarnos una falsificación, una interpretación revolucionaria, acomodada y sesgada cuyo único fin es borrar en dos generaciones al verdadero Bolívar y sustituirlo por un ser con visos sobrehumanos al estilo de Corea del Norte.

Imagen más real de Simón Bolívar certifica por el mismo Bolívar, su autor es el pintor peruano José Gil Castro


El año pasado en el Palacio  Federal Legislativo se aplicó por parte  del  Dr. Henry Ramos Allup una acción significativa e interesante, las baratas litografías e infografías que ocupaban los espacios del palacio las enviaron  al basurero de la historia. Con la  acción se procuró  restituir nuestros verdaderos referentes históricos y culturales. Esa imagen de Bolívar fabricada por los laboratorios de la hegemonía “gramcsiana” es una vulgar falsificación para la manipulación psicológica, los operadores del chavismo saltaron  gritando anatema, ultraje a la memoria de Bolívar. Lo mismo que hacen con los ojos “puyuos” que pretenden controlar la vida de los venezolanos, el semidiós que todo lo ve, la mirada del más allá del omnímodo que puede leer tu mente y saber si lo traicionas hasta con el pensamiento. Todo eso se diluyó con el gesto duro, pero emblemático, planificado y ejecutado por Henry Ramos Allup, al exorcizar los  años de falacias, de manipulaciones para el control político y social, romper con toda una plataforma montada para explotar la debilidad y la ignorancia.  Lástima que el Presidente del Poder Legislativo legítimo no fue más contundente en imponer los fueros  de Asamblea, al final todo fue más efectista que eficiente, uno puede entender el cerco, la violencia el odio oficial pero la incoherencia no.  Había que consular al Soberano para dejar sin efecto el mandato del 16 julio, donde se desconocía , como corresponde al régimen madurista, ese giro de 180 grados en la estrategia fue demoledor y las consecuencias todavía no se superan, las las derrotas de las elecciones de octubre y diciembre, el desaliento,  la rabia de los opositores. La abstención es consecuencia de ese giro anti histórico, pero no podemos seguir auto flagelándonos, la oposición requiere con urgencia un proceso de reingeniería para poderle cumplir al país. . Si  seguimos como vamos estamos poniendo en peligro, quizás la  última oportunidad de salir del infierno que padecemos. Se necesita convocar al país nacional para elegir de una vez un candidato o candidata que  el pueblo opositor quien lo escoja democráticamente y una vez escogido debe  ser reconocido como tal, al mismo tiempo luchar por lograr un proceso electoral aceptable, decente, con reglas que se cumplan, con la  garantía ciertas que los votos emitidos  serán respetados y  con la participación de una observación muy seria de países democráticos. Esto se de vida o muerte, pero quedarnos con los brazos cruzados y culpándonos unos a otro es una grave irresponsabilidad.
 Si seguimos como vamos sin ponernos de acuerdo, sin unidad, sin una  convocatoria de todos los venezolanos, evidentemente que se puede explicar porque un gobierno rechazado por el 80% de los venezolanos se impone al final
Dr. Henry Ramos Allup

 No basta un gesto, por demás saludable, de haber sacado los mamarrachos de Asamblea, pero  no se tuvo la suficiente claridad para entender que los venezolanos queremos algo más que botar a la basura  unos cuadros, queremos botar  por un  albañal a un régimen que ya no hay palabras para calificarlo, ese trabajo es más complejo y requiere mucho amor por Venezuela.


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