EL PAÍS DE LOS CLAP.
(Un cuento que jamás debería suceder..)
A veces la ficción es menos dramática que la realidad.
Una tarde triste, como todas, del año 2030, en
aquella ciudad que según dicen algunos la llamaban la “sucursal del cielo”. 40
años de pobreza crean una manera particular de ver la vida. En aquella nación
los que sobrevivían lo hacían anestesiados por un sopor de resignación, la
desesperanza se hizo hábito, el conformismo les permitió sobrevivir, entregando
su vida a una nueva religión, a una “droga social y política”, que destruía la
capacidad de pensar, de hacerse responsables por su vida, de luchar con coraje
por salir adelante, los hacía fanáticos ciegos de un dios que usaba una boina
roja de marino gringo, el “eterno” le decían quienes le idolatraban.
Aquella tarde había pasado el camión que lanzaba
la comida y a cuyo paso la gente como fieras se mataban entre sí por una lata
de carne molida que llaman diablito. Un militante harapiento, con su carnet
electrónico no se atrevía a entrar en aquella guerra de todos contra todos,
como hienas hambrientas luchando a dentelladas y golpes por algunos productos
alimenticios que iba lanzando a las calles el camión del CLAP, como se
acostumbraba a repartir. Ya el carnet no funcionaba para comprar, no había
dinero y tampoco había energía eléctrica, ni productos que vender, ni
supermercados y como era electrónico ya no servía. Aquel hombre perdió sus
hijos porque el PRAN que controlaban el barrio ordenó a sus luceros que los
ajusticiaran, los descubrieron robando comida en el depósito de los CLAP. Su
esposa murió de mengua, una hipertensión se convirtió en un ACV, porque las
patillas para controlar la tensión jamás volvieron a llegar después que los
CLAP se habían apoderado de todas las farmacias.
Miles de
personas morían antes de llegar a los 50 años, unos por no tener medicinas,
otros en mano de las bandas que controlaban los barrios y ciudades, otros por
desnutrición, de hambre pura y simple, otros atacados por las plagas que nadie
controlaba. La ciudad se caía a pedazos, ya no quedaban ni autos, ni autobuses,
ni metro, todo era un caos, el fin del mundo, el apocalipsis bíblico se había
cumplido la profecía en aquella nación de los CLAP, la cual era controlada por
una casta revolucionaria que tenía sus familias viviendo en Europa en los
lugares más paradisíacos y caros del mundo, Todo se controlaba con las armas,
ya ni televisión, ni radio, ni prensa, ni Internet había. Era el silencio
total, ya nadie sabía que era un periodista, ni la libertad de expresión, ni
los derechos humanos, las últimas elecciones fueron el diciembre del año 2015, todos
los partidos fueron declarados ilegales y sus líderes están en las cárceles
para siempre o exilados. No hay Parlamento fue sustituido por una asamblea
nacional de los CLAP de la patria, Todos los magistrados y altos funcionarios
del gobierno son egresados de las misiones, ya no existen universidades, fueron
sustituidas por las organizaciones educativas y profesionales de los CLAP,
igualmente los hospitales y clínicas desaparecieron, solo existen los
hospitales de la patria manejados por los CLAP, pero tampoco funcionan porque
no hay médicos, ni enfermeras, ni
insumos médicos, la última operación
quirúrgica , de la cual se tiene noticias ocurrió el 25 de agosto del 2020.
Camión del régimen lanzando la comida.
Aquel hombre, el fiel militante, el de “Patria
o muerte”, el que gritaba “Con hambre y desempleo con él me resteo”, el que
aplaudía las confiscaciones de empresas, el que gozaba cuando el gobierno
expropiaba, y se divertía saboteando la producción de las fábricas, el mismo
que había votado 65 veces siempre por su partido colorado, que asistía como
decorado móvil a todas las manifestaciones que se hacían recibiendo su Kit con
algo de comida y su botella de ron. Hoy, como lo venía haciendo todos los días
en los últimos años, se acercó ávido a un contenedor de basura, de algunos privilegiados,
allí esperaba encontrar los despojos que le permitían no morir de hambre.
Comiendo en la basura.
De
pronto al ir a levantar la tapa del cubo de basura, algo detiene su mano nudosa.
Un cartel pegado en la tapadera Dice:” LA POBREZA MATA Y ES PRODUCTO DE UNA
OBTUSA Y ESTÚPIDA ACTITUD EN LA VIDA” El hombre cierra el contenedor y se encamina
hacia los cartones en una acera que tiene reservada, se acuesta con la única ilusión
que le toque la muerte y lo saque de ese infierno al que llegó por su propia
voluntad
Ficción o la realidad ya supera la ficción.
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