Nos empeñamos en 1998 en volver a Carabobo, al pie un
samán con más historia que vida, una logia militar juró, remedando al Monte
Sacro, que cambiaría la historia y refundarían la república. En el eterno
retorno al pasado de guerrillas y caudillos Venezuela se vendó los ojos para no
reconocer su presente, ni vislumbrar el futuro. En un gesto suicida, ingenuo,
irreflexivo y manipulado se llevó a sí misma el paredón. Venezuela es hoy el país más pobre del mundo con las mayores reservas de petróleo, bastaron 20 años para comprobar que el populismo socialistoide es el más grande de los fracasos, la estafa trágica que cambia el oro por heces.
"Es muy amargo sentir vergüenza
pero es peor no tenerla", Comprobar 20 años después que la vuelta a Carabobo
solo nos quedaron las dos últimas sílabas, del samán aragüeño no quedó ni el
recuerdo, del juramento nos quedó una blasfemia y mil insultos. La vergüenza se
condensa como el humo de un vertedero, intoxica y envenena el alma nacional, lo
hecho y lo deshecho ya no tiene enmienda. La mentira escandalosa, la
humillación de la conciencia, los despropósitos hechos ley, la barbarie
cultura, el crimen justicia, la mediocridad blasón, el honor y la honradez un
lastre, la corrupción una divisa, ese es el legado de odio.
Hoy a la decencia le toca sentir vergüenza por el camino desandado. Estamos obligados a poner fin a esta demencia, pero no nos ponemos de acuerdo y la idiotez se hace eterna. Es urgente abrir un espacio para que la Nación pueda caminar en paz hacía la sindéresis, retomar la modernidad perdida, dejar definitivamente la imprudencia que solo supo gerenciar con eficacia la corrupción.
Mientras tanto nos revolcamos en las carencias,el hambre reina, la violencia domina, la muerte de mengua ya es normal, la pobreza llegó para quedarse, todos hoy somos pobres y mañana seremos paupérrimos. Los revolucionarios eran pobres y ahora son millonarios.
Ese es precio que pagamos por los errores cometidos.
Hoy a la decencia le toca sentir vergüenza por el camino desandado. Estamos obligados a poner fin a esta demencia, pero no nos ponemos de acuerdo y la idiotez se hace eterna. Es urgente abrir un espacio para que la Nación pueda caminar en paz hacía la sindéresis, retomar la modernidad perdida, dejar definitivamente la imprudencia que solo supo gerenciar con eficacia la corrupción.
Mientras tanto nos revolcamos en las carencias,el hambre reina, la violencia domina, la muerte de mengua ya es normal, la pobreza llegó para quedarse, todos hoy somos pobres y mañana seremos paupérrimos. Los revolucionarios eran pobres y ahora son millonarios.
Ese es precio que pagamos por los errores cometidos.
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