LA
GENERACIÓN DE LOS DESHEREDADOS DEL PETRÓLEO.
En
la Venezuela de los año 40 y 50 se decía que el venezolano nacía con un bollo
de pan en su bolsillo, de allí que figura del “Juan Bimba” adeco tenía además
de su liquilique y sus alpargatas un
bollo de pan en el bolsillo, Eso simbolizaba el orgullo de nacer en un país donde el pobre tenía garantizada su comida y una vida digna
y de oportunidades especialmente para sus hijos, mediante la educación como
factor transformador de sociedad, generando en más de 50 años un gran clase
media que hoy desapareció.
El
ingreso petrolero permitió crear un estado de bienestar social, donde el
venezolano tenía garantizada la salud, la educación, la seguridad social,
ingresos suficientes que permitían vivir con calidad de vida. Así fue hasta que
todo se dislocó y caímos en el abismo.
Al
joven de hoy que se graduó en una universidad y no tiene más futuro que coger
su maletica y largarse por el mundo a buscar una oportunidad de contar lo que
sabe, porque en Venezuela no hay cómo. Aquí vive condenado a morir en manos
de cualquier malandro por nada. Y sus ingresos como profesional no le
alcanzarán ni para comprar un mercado digno. Jamás podrá tener su casa para
constituir su familia, ni tener una automóvil, ni podrá suscribirse a las
revistas especializadas para estar al día en su profesión.
No
hay incentivo en Venezuela para los nuevos profesionales y eso es asesinar a
una generación, la que podemos llamar “La generación de los desheredados del
petróleo”, los jóvenes que recibe una país destruido, endeudado,
moralmente quebrado. Ese es patrimonio que dejamos como herencia cultural a las
nuevas generaciones.
Hemos
sido una generación irresponsable que no supo administrar una riqueza colectiva
con criterios sanos, asumimos nuestra responsabilidad ante la historia por
haber permitido que la mayor bonanza económica que ha tenido una nación en
América se tornó en la peor pesadilla, al haber tolerado que una pandilla de saqueadores
se hicieran con el gobierno. Hoy entregamos un país quebrado con una costra
gobernante que no está dispuesta a entregar el poder. Esa es la herencia más
pesada que se le puede dejar a nuestros hijos y nietos.
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