EL INMENSO TESORO DE JOSE DIONISIO
CISNEROS ENTERRADO EN LA MAGDALENA 1.825-1.833
(Tradición oral)
La guerra de Independencia había
terminado, pero en la zona del Tuy como en otras regiones del país, las
guerrillas de pardos, negros libertos, esclavos alzados, indios y zambos
seguían sembrando el terror y el pillaje. Uno de estos bandoleros fue el famoso José Dionisio Cisneros, un
sargento de las tropas realistas, nacido en Baruta. Comandaba el forajido un
grupo guerrillero integrado por unas 200 personas, caracterizados por una
violencia patológica, donde el objetivo no solo era robar, saquear haciendas y
despojar de todo objeto de valor a los viajeros, arrieros y transeúntes que se
atrevían a tomar la vía del llano, sino las perversidades que les hacían a sus
pobres victimas, golpeándolas,
violándolas e incluso llegando al crimen. Muchos fueron los intentos del gobierno de Páez, en
esa época Venezuela era un Departamento
de la Gran Colombia. (1825-1830), para someter al guerrillero, incluso intentando sumarlo al
ejercito de la Republica. Todo fue en vano, Cisneros continuó con sus ataques a
las haciendas de la zona. La guarida principal del bandido estaba en los montes
de la Fila de La Magdalena, jurisdicción de Cúa, era un sitio custodiado por
familiares del bandido, Allí enterraba el producto de sus robos, con el mayor
cuidado, para que ninguno de sus guerrilleros supiese el lugar.
El miedo que producía Cisneros a los
hacendados les obligaba a abandonar sus fincas o buscar la forma de ganarse su amistad,
agasajándolo y cancelándole sumas de dinero para que les diera protección y les
permitiera trabajar sin sobresaltos. Los obligaba a compartir sus ganancias.
Así fue el bandido guerrillero acumulando muchos pesos y onzas de oro. Sin
embargo lo que más dinero le generó,
fueron dos asaltos legendarios para época. En julio de 1827, suficientemente
informado, se dirigió de Súcuta a los llanos de Altagracia de Orituco, por las montañas de Quiripital, allí
se apodero de más de 72.000 pesos en oro, producto de la Renta del Tabaco.
El otro asalto famoso lo hizo a un
arreo de mulas y burros que venían de las costas del Orinoco, de la región de
Caicara, donde el General Elías Acosta tenía varias minas de oro. El general
Acosta había acumulado en varios años de trabajo más dos mil kilos de pepitas
de oro y cachanos, pero el grave problema que tenía era que no quería venderla
a las traficantes y compradores de la zona. Consideraba Acosta que el precio
era injusto. Y si tomaba la determinación de sacar la carga de oro por el
Orinoco, era seguro que sería asaltado en el Delta. Estratégicamente, fue
acumulando el oro poco a poco en Cabruta y lo fue camuflando con un cargamento
de pescado salado que cada año debía salir para el Centro, antes de Semana
Santa. Llegado el momento, aparentemente el cargamento salió en curiaras por el
Orinoco vía Trinidad, para despistar a los ladrones de Guayana, Pero en verdad
el oro salió con el pescado salado vía Caracas, pasando por el Tuy. Treinta
burros y mulas con cincuenta hombres armados tomaron el camino de recuas,
pasaron Las Mercedes del Llano y remontaron por San Rafael para caer por el
camino de Cúa, pasando por San Casimiro por ser la vía más segura. Llevaban dos
semanas de viaje y pocas leguas faltaban para llegar a Cúa, En las vueltas de
la cañafístola los esperaban 150 hombres dirigidos por José Dionisio. Para el
bandido era un asalto más, no sabía que debajo del pescado venía el oro.
Confiados en la seguridad del camino la gente del General Acosta venían
desprevenidos y no pudieron defenderse, ni usar las armas La sorpresa fue
total, el numero de asaltantes de tres a uno. Los dominaron sin hacer un
disparo y los dejaron amarrados a los árboles cercanos al camino, llevándose
los burros y mulas, su áurea carga y las armas que traían. Cisneros no sabía
que estaba haciendo el mayor asalto en la historia delictiva de Venezuela,
hasta que las bandas actuales empezaron a robar blindados y le quitaron el
record... La sorpresa del bandolero fue muy grande, no podía creer que debajo
del pescado medio podrido y de los quesos llaneros, lo que había era oro de 24
quilates. Para evitar que sus secuaces se dieran cuenta de la existencia de un
cargamento disimulado, se lo llevo a lo profundo del monte, con unos 8 hombres
de su total confianza y lo enterró, como acostumbra hacer en estos casos,
mataba a los enterradores del tesoro para que las almas en pena fueses los
guardas de la fortuna bajo tierra. El pescado lo repartió entre sus compinches
que lo colocaron en los mercados, con el auxilio de los campesinos.
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VISTA DEL TUY DESDE LA MAGDALENA (FOTO PROFESORA GLADYS ZAMBRANO) |
El tesoro del bandolero Cisneros, uno
de los mayores de la historia, quedo enterrado en algún lugar de la Fila de La
Magdalena, algunos buscadores de tesoros se han llevado sus sustos al tratar de
encontrar este tesoro: Dos toneladas de oro cochano y más de 100.000 pesos oro,
representan una tentación, que bien merece un sustico y un sobresalto. Algunas
personas que viven en la zona montañosa, cuentan que en las noches de verano, cercanas a la
Semana Santa, ven luces que se expanden y se cierran. También se oyen gritos desgarradores pidiendo auxilio. Sobre
estos hechos recibí información muy privilegiada, de mi gran amigo Jesús Manuel
Reverón Blanco, quien también se sumó, hace muchos años, a los buscadores del
tesoro y también paso su trago amargo. Tratando de encontrar el más grande de
los tesoros todavía enterrado en la Fila de la Magdalena. También se dice que
dejó otros tesoros en Tazón, Charallave y Súcuta.
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