EZEQUIEL ZAMORA
Por: Fundación Empresas Polar.
Dirigente popular y estratega militar, primer caudillo de los movimientos sociales en el siglo XIX venezolano. Nació en Cúa, Edo. Miranda, el 1º de Febrero de 1817. Hijo de Alejandro Zamora y de Paula Correa, modestos propietarios pertenecientes al estrato de los «blancos de orilla». Recibe la rudimentaria instrucción que podía brindarle una zona rural todavía convulsionada por las luchas de la emancipación. Luego, en Caracas, prosigue estudios primarios en la escuela lancasteriana. Es la única educación formal que conoce. Sin embargo, gracias al temprano acercamiento a su cuñado, el alsaciano Juan Caspers, adquiere informaciones sobre la situación política y sobre los movimientos revolucionarios de Europa, por cuyas contingencias se interesa en extremo.
Los años que transitan de la infancia a la
adolescencia cuentan con la compañía y las noticias de Caspers, a las cuales se
agrega la presencia y la posición progresista del abogado José Manuel García,
también vinculado a su familia; éste último le explica filosofía moderna,
historia universal y fundamentos de derecho romano, hablándole también de los
«principios de igualdad» y de la necesidad de su implantación en Venezuela. No
se sabe qué entendía el abogado por «principios de igualdad», seguramente la
necesidad de hacer cumplir las promesas de justicia pendientes desde la
Independencia.
Provisto de estas ideas en torno al mundo y al cambio
social, el joven Zamora comienza a viajar hacia el Guárico con el objeto de
comerciar con ganado, pero pronto se establece en Villa de Cura (Edo. Aragua)
para fundar una tienda de víveres. La tienda prospera por la seriedad que pone
en sus tratos el recién llegado, quien expande sus nexos mercantiles, apenas
reducidos al menudeo de reses, caballos y productos agrícolas, hasta las
aledañas localidades de Cúa, San Francisco, San Juan, San José, El Pao,
Calabozo y algunas aldeas de Apure.
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Estatua del General Zamora cuando estaba en Caracas en la plaza Capuchinos. |
El desarrollo de su prestigio de comerciante probo y
de sujeto respetuoso en las transacciones con los modestos clientes lo
convierten en una respetable referencia en el mundillo de los negocios locales,
situación que ya es una realidad estable cuando comienzan en Caracas, los
enfrentamientos cuyo desarrollo provocará la escisión del grupo político
dirigente. La brecha entre los descontentos y el gobierno aumenta hasta el
punto de que el malestar junta las voluntades refractarias en un movimiento
cuya primera evidencia de oposición frontal es la fundación del Partido Liberal
y la edición de El Venezolano en 1840.
El general José Antonio Páez es la cabeza del sector
oficial y Antonio Leocadio Guzmán desde las columnas de El Venezolano se
convierte en jefe de la bandería antagónica. Las críticas del liberalismo
originan un animado debate a través de la prensa y un interés cada vez mayor
por los negocios públicos. Merced al carácter sencillo de las censuras a la
gestión gubernamental hechas a través de El Venezolano y otros periódicos que
lo imitan en provincia, nace un movimiento liberal masivo en el cual se
inscribe el joven pulpero de Villa de Cura.
Desde la fundación del partido, Zamora se convierte en
dirigente regional y en lector asiduo del periódico oposicionista. Quienes ya
lo conocen por su intachable desempeño como mercader parroquial, se aproximan
confiados a escuchar el mensaje que comenta siguiendo las pautas de la prensa
partidaria. Mas su discurso no es idéntico al de los voceros liberales. A los
editoriales políticos, agrega comentarios sobre la injusticia predominante,
sobre la mala distribución de la tierra y sobre la explotación del pueblo por
los «godos», en un lenguaje tan llano como el del pueblo.
Los campesinos que, en crecido número, habitan una
región en la cual se siente seriamente la crisis agrícola y el peso del
latifundio, encuentran un nuevo líder en Zamora quien explica, de manera tan
próxima a sus problemas, los planteamientos del Partido Liberal. Por
consiguiente, el influjo de Zamora traspasa los confines mercantiles para
fraguar un ascendiente que controla poco a poco a la gente humilde. A la sazón
aumenta la beligerancia de los liberales en la capital y crece el prestigio de
Antonio Leocadio Guzmán, de cuyas prédicas surge la primera clientela masiva en
torno a una bandería política.
A partir de 1843, se profundiza la crisis económica y
brotan signos de malestar que anuncian la proximidad de una convulsión. Cuando
el general Carlos Soublette accede a la presidencia ese año, suben de tono la
crítica a los «godos» y el ardor de la polémica. Zamora asienta entonces su
influjo como jefe regional del liberalismo, cuya campaña proselitista dirige
con vistas a las elecciones de 1846. Se presenta en ellas como candidato a
«elector» por el cantón de Villa de Cura, pero su nominación es objetada a
través de procedimientos que él y sus partidarios tildan de compulsivos e
ilegales.
El episodio refleja una tensa situación a escala
nacional, cuyo cruento desenlace pretende evitarse mediante una entrevista
entre José Antonio Páez y Guzmán. El jefe liberal cuenta a Zamora entre su
comitiva y en su guardia de honor, pero la reunión de los 2 líderes es
frustrada por alzamientos espontáneos de campesinos en la región central que
obligan al séquito liberal a dispersarse. Zamora llama inmediatamente a «hacer
la guerra a los godos» en beneficio de los pobres, mientras Páez es nombrado
jefe del ejército. En definitiva, Zamora se levanta en armas el 7 de septiembre
de 1846, en la localidad de Guambra. «Tierra y hombres libres», «Respeto al
campesino», «Desaparición de los godos», son las consignas esenciales de quien
la gente comienza a llamar «general del pueblo soberano».
A poco reconocen su jefatura, El Indio Francisco José
Rangel, quien antes ha asaltado la hacienda Yuma de Ángel Quintero, figura
clave del oficialismo; Zoilo Medrano y José de Jesús González, el Agachado, que
ya han propuesto la libertad de los esclavos y la muerte violenta de los
blancos. Se trata de líderes analfabetas de procedencia genuinamente popular,
que ven en su nuevo jefe el factor de cambio real. Con un ejército de base
campesina, Zamora entra en San Francisco de Tiznados y libra las acciones
victoriosas de Los Bagres y Los Leones, pero debe batirse en retirada después
del combate de Pagüito.
Casa natal del General Ezequiel Zamora en Cúa. |
No pierde entonces oportunidad de insistir en la
urgencia de una transformación que favorezca a los pobres. El 26 de marzo de
1847 es capturado y puesto a disposición del juez de primera instancia, en
Villa de Cura; el tribunal lo condena a muerte el 27 de julio, pero lo libra
del cadalso su fuga de la cárcel. Luego, el presidente José Tadeo Monagas le
conmuta la pena y lo coloca a su servicio en el batallón de Villa de Cura.
Entre enero de 1848 y septiembre de 1849, Zamora participa en las campañas del
gobierno contra el paecismo alzado. Barinas, Quisiro, Cabimas y San Carlos, son
los sitios en los que demuestra su valor y su talento militar. Le corresponde
entonces la responsabilidad de conducir prisionero a Páez, de Valencia hasta
Caracas.
En adelante, ocupa la comandancia de las siguientes
guarniciones durante el monagato: Maracaibo, Ciudad Bolívar, Barcelona y
Cumaná. Se le asciende al grado de general de brigada en 1854; pero no sólo lo
favorece la fortuna desde el punto de vista castrense: en 1856 se casa con
Estefanía Falcón, viuda de un propietario extranjero y hermana del general Juan
Crisóstomo Falcón, factor político de importancia en el occidente del país;
oficia las nupcias el arzobispo Silvestre Guevara y Lira y es testigo la esposa
del presidente José Tadeo Monagas. Zamora se retira entonces del servicio
activo para fomentar las fincas de su esposa, en la provincia de Coro. Retorna
a la vida pública cuando estalla la Revolución de Marzo de 1858 que, junto con
los principales cabecillas del liberalismo, lo persigue y lo condena al exilio.
En Curazao anima inmediatamente clubes federales y establece contacto con
sectores subversivos de occidente, mientras Juan Crisóstomo Falcón hace lo
mismo desde la isla de Saint Thomas. Los alzados que provocan el estallido de
la Guerra Federal en Coro, el 20 de febrero de 1859, reconocen a Falcón como
caudillo supremo del movimiento; con el objeto de ponerse al frente de las
operaciones bélicas, el 23 de febrero Zamora desembarca en La Vela de Coro.
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Homenaje al General Ezequiel Zamora en la estación de ferrocarril (Cúa) |
Denominándose jefe de operaciones de occidente, hace
que Coro se constituya en estado federal (25.2.1859) y organiza un gobierno
provisional de Venezuela (26.2.1859). Resulta victoriosa la campaña que
entonces realiza, gracias a la movilidad y disciplina que imprime a un ejército
popular que crece constantemente, tanto en número como en entusiasmo, debido a
su influencia personal. El 23 de marzo, triunfa en el encuentro de El Palito, a
partir del cual planifica sus movimientos hacia los llanos occidentales. Toma
San Felipe el 28 de marzo y reorganiza la provincia como entidad federal con el
nombre de estado Yaracuy. A continuación, hace triunfales entradas en Yaritagua
y Cabudare, mientras los jefes del gobierno lo persiguen sin ofrecerle combate.
Primero León de Febres Cordero y luego, José Escolástico Andrade y José
Laurencio Silva, fracasan en el objetivo de detenerlo.
La lentitud y las previsiones del Ejército
constitucional le permiten marchar con comodidad hacia Portuguesa, en cuyo
territorio obtiene un sonado triunfo cuando bate a las fuerzas del gobierno en
Araure, el 5 de abril de 1859.
Después de intentar sin éxito la toma de Guanare, marcha
hacia Barinas, cuyo asalto emprende el 16 de abril; ante la resistencia de los
defensores, ordena el incendio de la plaza y se retira hasta San Lorenzo, donde
aumentan sus tropas por la incorporación de nuevos contingentes populares. Con
mayor fuerza intenta de nuevo la captura de Guanare, pero ante la proximidad de
un poderoso ejército central, debe conformarse con entrar a la desguarnecida
plaza de Barinas. Allí establece un nuevo estado federal y recibe el título
oficial de valiente ciudadano (14.6.1859). Dedica entonces 3 meses a la
organización de sus fuerzas, con vistas a realizar una acción decisiva que le
permitiese después la marcha hacia el centro. Tal acción es la batalla de Santa
Inés, ocurrida el 10 de diciembre de 1859, en la cual derrota al Ejército
centralista; se considera esta batalla como fundamental en el proceso de la
Guerra Federal y como testimonio de las excepcionales cualidades de Zamora como
conductor de tropas.
Después de Santa Inés, el Valiente Ciudadano toma
rumbo hacia el centro del país, a través de Barinas y Portuguesa, pero antes de
aproximarse a Caracas, resuelve el asalto de la ciudad de San Carlos; durante
las acciones preliminares para la toma de la plaza, recibe un balazo en la
cabeza que le produce la muerte. Su deceso tuerce el rumbo positivo que tomaba
el conflicto para los federalistas y produce la pérdida del más importante
líder popular venezolano del siglo XIX. En la primera estación de su carrera
política (1840-1847) insiste en planes que, como el reparto de las tierras y la
liquidación de los «godos», implican un designio de carácter revolucionario.
Durante la Guerra Federal, aparte de preparar con extraordinaria lucidez la
estrategia castrense, se ocupa esencialmente de organizar las entidades
federales y en afinar los mecanismos políticos de la futura nación, sin
insistir en la orientación social del principio.
Muere en San Carlos, Edo. Cojedes, el 10 de Enero de
1860. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 13 de noviembre de
1872.
Estatua de Zamora obra del escultor Vital Dubray |
E.P.I.
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