ESCRIBIR O PREDICAR EN EL DESIERTO...

 

UN PAYASO QUE HACE TAN BIEN SU TRABAJO QUE NADIE LE CREE.



Hace muchos años contaban que un circo se estaba incendiando y que el director del circo mandó al payaso que corriera al pueblo a pedir ayuda, pero el mensajero no alcanzó a quitarse el disfraz y el pobre gritaba, desesperadamente, auxilio, incendio, y todos se reían de él, creían que estaba haciéndole publicidad al circo, y mientras este más gritaba y lloraba, la gente lo aplaudía más, se reían y lo felicitaban por su estupenda actuación. Nunca le creyeron que estaba diciendo la verdad. Poco después el fuego abrasó el pueblo.

Hoy quienes alertamos con la verdad hacemos el papel de aquel payaso que se esforzaba alertando el grave e inminente peligro, pero nadie le creyó hasta que el pueblo se quemó.

Mientras el payaso gritaba los seres pensantes del pueblo, los intelectuales, los estudiosos y opinadores se dedicaban con gran ahínco a discutir entre ellos materias que consideraban muy importante como la afirmación, casi segura, que somos el país con las mayores reservas de petróleo del mundo. Pero a nadie se le ocurría plantear que para extraer ese petróleo se necesita inversión, empresas consolidadas, seguridad jurídica y la primera empresa petrolera del país está quebrada. Estamos como los sabios de Constantinopla, mientras la ciudad era invadida su discusión era sobre el sexo de los ángeles.

 Predicar en el desierto es lo hacemos quienes inútilmente nos dedicamos a tratar de convencerá quienes no están dispuestos a escuchar o simplemente no les interesa un tema que se hace cansón de tanto repetirlo.  Entre   aquello de “Esto no tiene remedio” hasta creer que con la participación en unas elecciones amañadas vamos a superar nuestros problemas. Estamos de mal en peor, pero esa afirmación no conduce a ninguna parte., es preferible para muchos entrar a participar en el festín, olvidarse de la cruda realidad y dejar que el tiempo arregle lo que para nosotros es imposible.





 

 

 

 

 

Para muchos la verdad no existe, es algo relativo, parece que solo los payasos están condenados a descubrirla, pero siempre es motivo de burlas, el payaso que lleva ala verdad a cuestas es visto como un extraño ejemplar, mal informado, ignorante, fanático. Ave de mal agüero.

Pero la verdad existe, aunque no se quiera ver, ni se acepte. La historia de la humanidad, el origen de todas las ciencias ha sido la búsqueda de la verdad. La maduración del universo espiritual, del humanismo, de la lucha por la razón, del progreso científico y tecnológico está íntimamente ligado a la búsqueda de la verdad.

No se necesita mucha genialidad para comprender que la existencia de aviones, cohetes, computadoras, celulares inteligentes, son producto de siglos de acumulación de la verdad, de la imaginación humana y de innovación y que los humanos manejamos conceptos como la libertad, la democracia, la soberanía popular, el bien y el mal.

No puede haber una ciencia sin la presencia de humanismo, porque la ciencia debe estar al servicio del bienestar el hombre. No es el Estado, ni el gobierno, también invenciones humanas, lo más importante, la verdad es que lo más importante de la creación es el ser humano en toda su dimensión. (Física, espiritual y ética).

No hay manera de buscar la verdad sin una voluntad para buscar el bien. Toda invención humana debe ser para bien de la humanidad.

 Luego qué razones invocan los sistemas totalitarios para colocar el Estado, al partido, al líder por encima de lo humano. Todo al servicio de una camarilla burocrática que controla las armas, impone su voluntad por la fuerza y controlan al ser humano por la necesidad.

 Los sistemas totalitarios imponen su verdad, pero no la verdad verdadera.

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