EL 22 DE NOVIEMBRE HAY QUE VOLVER A EMPEZAR A SUBIR LA CUESTA.
Cuesta escribir con una dosis de pesimismo en la mente, son
los múltiples problemas que no se les ve salida los que pesan sobre nuestras
actitudes. Siempre escribo con el sentido pedagógico de pretender dejar alguna enseñanza,
alguna experiencia en positivo. Aunque no recibo la respuesta en función de
casi 5000 contactos que tengo. No escribo para recibir halagos, pero si me
llama la atención el silencio y la superficialidad. Hay una inclinación natural
para la anécdota por encima de la reflexión. Lo cierto es que he escrito
siempre cada palabra con una inmensa esperanza. Un viejo dicho:” La esperanza
es lo último que se pierde” Una frase hecha para darnos animo en medio de tanta
oscuridad. Pero no puedo ser disimulador y me parece más una mentira piadosa. La
esperanza no es lo último que se pierde:” Es lo primero que se gana”. No es una
virtud declarase perdedor y aceptar que ya esto no tiene remedio, que todo está
perdido, que el régimen madurista puede hacer lo que le venga en gana porque es
más hábil y fuerte que nosotros los que proclamamos la democracia y la
libertad.
Es apabullante la cadena
de fracasos en estos 22 años. Fracasó la propuesta del socialismo del siglo
XXI. Ahora somos más pobres que 1998. La acumulación de fracasos opositores da
para escribir una enciclopedia de decepciòn y el desengaño. Es tan duro el panorama que a veces
llegamos a creer que estamos condenados a vivir eternamente en la derrota. Sería
una necedad desconocer esta verdad, pero sería un despropósito quedarnos mascullando
las frustraciones. También hay aciertos, progresos y retrocesos, no es
ciertamente una línea recta ascendente, pero no podemos tirar la toalla y entregarnos
al régimen como ha hecho gran parte de la oposición. “No puedes vencer, únete al
enemigo”, esa parece ser la consigna, no hay ni un átomo de resistencia civil, de rebelión
cívica, de desacato a las locuras. Se termina dándole la razón al régimen, en
medio del caos.Aceptando y tolerando.
Es cierto que no
podemos encerrarnos en la burbuja de los errores, nos estamos condenando a
vivir eternamente en un agujero negro, pero estamos obligados a una autocritica
que nos permita admitir nuestros culpas y fallas para poder superarlas. El
factor humano y el factor cultural siguen pesando en el presente y marcan el
futuro.
Hay que partir de
hechos y verdades que se puedan compartir y aceptar con sinceridad.
Nadie tiene una barita
mágica para superar nuestros problemas con una sola visión, puede ser que no se
comparta, pero hay que buscar acuerdos que funcionen.
Nuestro futuro, si
queremos salir de estado de inviabilidad que hoy padecemos, depende
fundamentalmente de la capacidad de superar conflictos mediante la construcción
de consensos políticos. El factor ideológico se debe apartar. No es que se
renuncie a una forma de pensar, es que se buscan caminos para sacar el país adelante.
Hay que aprender a
anteponer el “nosotros” sobre el “yo”. Es esa egolatría la causa principal de
nuestras desgracias y divisiones, Nos creemos dueños de la verdad y tratamos de
imponer nuestra visión a los demás, sin buscar puntos de acuerdo, por eso no
podemos avanzar y nos mantenemos estancados. Nos hemos acostumbrado a
descalificar a quien no piensa como uno.
Para finalizar esta reflexión.
hay que revalorizar a la DEMOCRACIA como un sistema que funciona.
Winston Churchill (1874-1965), primer ministro del Reino
Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte desde el 10 de mayo de 1940 hasta 27
de julio de 1945 y desde el 26 de octubre de 1951 hasta el 7 de abril de 1955,
líder del Partido Conservador durante esos quince años, supo dar una definición
de la democracia que hoy se conoce como “minimalista”. Según dijo Churchill:
“La democracia es la peor forma de gobierno, excepto todas las otras formas que
se han probado de tiempo en tiempo”. La frase data del 11 de noviembre de 1947,
es decir, cuando era opositor y no oficialista. Después de 74 años, sigue
estado vigente. Debemos entender, de una vez y para siempre, que cualquier
autoritarismo o totalitarismo es peor que cualquier democracia. Los regímenes autoritarios no son
perfectibles, no se pueden mejorar y la alternabilidad es un milagro, se
enquistan en el poder y no hay forma de sacarlos. Las elecciones no funcionan.
Los gobernantes autoritarios se creen los dueños de la nación, es su parcela
intocable. Las democracias se pueden equivocar, pero siempre hay la posibilidad
de enmendar los errores y la alternabilidad del poder. Los gobernantes eternos
son una mancha, una rémora y un factor empobrecedor en todos los órdenes.
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