NO HAY OTRA TAREA MÀS IMPORTANTE QUE LA EDUCACIÒN DEL VENEZOLANO. LO ENTENDEMOS O PERECEMOS.

 REFLEXIONES SOBRE NUESTRA EDUCACIÒN.



Pregunta frecuente que trivializa las razones para explicar el éxito de unas personas y el fracaso o restricciones que en la vida enfrentan otras. Han sido muchos quienes han tratado de explicar por qué algunas personas son ricas y otras pobres, por qué algunos acumulan propiedades, conocimientos, distinciones, éxitos, en fin… mientras otros no. Algunos creen que los logros y satisfacciones se heredan y otros que son producto de la inteligencia, del talento, del trabajo, de las habilidades, de la suerte, del destino, de la tenacidad. Otros aplican la “filosofía del “haiga”:” Yo no pido que me den, sino que me pongan donde “haiga”. Es una expresión popular muy vieja y pretende decirnos que el éxito en la vida, la forma más sencilla de “salir de abajo” es que nos permitan meter la mano en el botín de la corrupción.

 Son puntos de vista que uno puede compartir o rebatir. En lo personal y por mi formación, me inclino por la EDUCACIÒN como el factor determinante del éxito o del fracaso en la vida. Toda regla tiene sus excepciones, pero la educación de calidad, con buenos colegios con infraestructura, dotación adecuada, con excelentes profesores y maestros bien remunerados, con una familia que funcione, serán siempre el medio adecuado para apoyar el bienestar social, individual y colectivo.

Es muy triste palpar el deterioro de la infraestructura educativa nacional, de la total ausencia de dotación de equipos adecuados al mundo digital, la miserable remuneración del docente venezolano, incluso las paupérrimas condiciones de la familia que ni siquiera pueden cumplir con la alimentación de los hijos. Ya no hay comedores escolares, ni reparto de merienda en las escuelas. Las condiciones del medio educativo venezolano generan un abismo de desigualdades, de inequidad a tal nivel que se compromete el futuro de la nación. Una educación que es una farsa porque en nada contribuye a mejorar la vida de las nuevas generaciones, no responde ni al presente, ni al futuro. Una educación sin motivaciones que hace pensar a miles de jóvenes que su camino es formar parte de una banda delincuencial o integrar parte del rebusque de la informalidad para poder paliar la pobreza. Da lo mismo estudiar o ser vago porque la educación dejó de ser una vía para la superación social y económica.

 En ese sentido hay mensajes inspiradores como lo dicho hace más de cien años por el filósofo estadunidense Jhon Dewey, la figura más representativa de la pedagogía progresista o de la escuela nueva, vivificante en una pedagogía activa con la enseñanza centrada en el niño nos testifica en sus escritos:” Creo que la educación es un proceso de vida y no una preparación para la vida futura”. “La escuela debe representar la vida presente, tan real y vital para el niño como la lleva en el hogar, en su vecindario o en su lugar de recreo.”

Hay que enfatizar que el aprendizaje se produce cuando alguien quiere aprender y las condiciones lo permiten. no cuando alguien pretende enseñar, como un pozo de saber. No es fácil en la labor pedagógica despertar el deseo de aprender, avivar el amor por el conocimiento. Es esa la verdadera actividad pedagógica, ayer, hoy y mañana, en especial en un mundo sometido a la hegemonía de los medios digitales, donde el niño y el joven se enfrenta a una cruel manipulación sin tener instrumentos para controlar y no ser controlado.  Hoy se necesita una pedagogía para el uso adecuado y creador de los medios digitales y globalizados.

 En nuestro país la desigualdad es brutal y hablar de una educación que busque el equilibrio es una deuda que crece cada día, pues la brecha aumenta. La educación tiene un trasfondo ético y moral sobre la exigencia de una transformación profunda del sistema educativo con la cooperación del sector privado y del Estado. En nuestro país el Estado docente tuvo su época de oro y cumplió su cometido durante más de 60 años, pero el desgaste ha llegado a un punto que exige una sinergia entre el sector privado y público para volver a encausar la educación por el camino correcto. El Estado solo ya es incapaz y se necesitan innovaciones y distintas fuentes de financiamiento desde el pre escolar hasta los posts grados.

 Ello implica la implementación de políticas del Estado que reconozcan la labor del sector privado, por ejemplo “Fe y Alegría”, entre otras, como un modelo exitoso de exportación, hoy asfixiado por las pésimas políticas implementadas por régimen.

 No es el adoctrinamiento político y obligado lo que permitirá a nuestro país superar este grave descalabro social. El rol del Estado debe asegurar que todas las personas tengan el mismo punto de partida e idénticas perspectivas y de ahí en adelante que opere la natural desigualdad. Pretender igualar utilizando la pobreza como medida es un error histórico y moral. Lo que se necesita es crear condiciones que permitan a un buen estudiante pueda ingresar al mejor colegio o universidad, sin las limitaciones económicas, para eso se deben crear regímenes de becas que igualen en el acceso al sistema.

 Para finalizar estas reflexiones sobre nuestro sistema educativo hay que partir de una verdad, que se repite mucho, pero a la cual no se le da contenido LA EDUACIÒN ES LA PIEDRA ANGULAR DEL DESARROLLO SOCIAL, MORAL Y ECONÒMICO DE LA SOCIEDAD.

 Un docente no se puede desempañar adecuadamente sin los estímulos que requiere una profesión de tan alta responsabilidad. Con salarios miserables es imposible implementar un buen sistema educativo. Al educador se le exige preparación permanente, idoneidad, vocación, pasión, responsabilidad, ética, compartir un credo pedagógico eso exige de la sociedad y del Estado retribuir con un buen salario al educador. Sueldos miserables no hacen un buen sistema educativo. La gestión escolar exige trabajo y dedicación para lo cual debe haber una justa y estimulante retribución.

 La educación fue, es y será una cuestión de principios, a pesar de todos los adelantos tecnológicos, sin esos principios la educación pierde su vigor. Hay que reconocer con sinceridad, más allá de cuestiones políticas secundarias que la Educación es un problema de Estado y hay una obligación trascendente de dar una respuesta oportuna y eficiente a nuestro primer problema por resolver. Lo que está en juego no es un gobierno, es la nación en su conjunto, la viabilidad de un pueblo, la felicidad de los venezolanos. Es la formación del venezolano, no hay otra tarea más importante. Lo entendemos o perecemos.

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