CARACAS TAN CERCA
Y TAN LEJOS.
Presente y futuro
de los valles del Tuy.
El desarrollo
económico de los países está ligado a la consolidación y mejor funcionamiento
de sus ciudades. Para que se pueda dar ese impulso se necesitan ciertas
condiciones que hagan atractiva la ubicación de la población como residentes en
las ciudades. Es la motivación para mejorar, para encontrar trabajos bien
remunerados.
Durante el siglo
XIX y la mitad del siglo XX la población de los valles del Tuy vivía en zonas
rurales, era la actividad agrícola el motor de la economía, algunos centros
poblados como Cùa se convirtieron poco
a poco en zonas urbanas atractivas, con un movimiento comercial fundamentado en
la trashumancia del ganado llanero en su paso para la ciudad de Caracas, Cùa se
llamó “La Perla del Tuy” hasta el año 1878 en que un violento terremoto arrasó
con la floreciente población. El movimiento telúrico frenó el crecimiento
poblacional, incluso de produjo una migración masiva de la población a la
capital y poblaciones cercanas como San Casimiro en el Sur de Aragua.
La población de
Cùa quedó en ruinas y para poder levantarse se necesitaron varias décadas, en
que la presión de la ciudad de Caracas obligó a muchas empresas manufactureras
a trasladar sus factorías a las regiones cercanas a la capital. Los precios
bajos en las parcelas de antiguas haciendas convertidas en improvisadas
urbanizaciones industriales, los créditos blandos que ofrecía el gobierno a
través de la Corporación Venezolana de Fomento, las facilidades para la
importación de maquinarias, libres de impuestos. Los bajos impuestos
municipales, las grandes facilidades que se otorgaban se convirtieron en
atractivo para que muchas industrias se ubicaran en los valles del Tuy. La
ausencia de una cultura y una formación para el trabajo industrial se compensó
con curso acelerados dentro de las empresas, los Centros de Formación
Profesional, auspiciados por las Misiones Diocesanas de los Padres vascos, los
convenios de formación profesional entre el INCE y la Asociación Civil de la
Iglesia del Tuy (ASIT). Lograron en poco tiempo el personal capacitado o la
mano de obra calificada para crecimiento y consolidación las empresas en la
zona. El personal directivo y profesional ejecutivo de las fábricas en su
mayoría venía de la capital. No hubo una motivación para que se residenciaran
en la zona, no se crearon las condiciones de calidad de vida y atractivos para
hacer del Tuy una zona residencial de empresarios y altos ejecutivos. La
mayoría de las fábricas ubicadas en el Tuy, tenían las oficinas principales de
finanzas y ventas en Caracas, En la zona estaban las instalaciones de trabajo y
de transformación de materia prima en productos elaborados.
El proceso de instalación de industrias se fundamentó
en la sustitución de importaciones y en la política de protección y subsidios
de un Estado con una gran renta petrolera. Un dólar barato hacia más fácil importar
que producir, mucho menos exportar y competir. La globalización condenaba a desaparecer
ese proceso de industrialización si no se reinventaba y se adaptaba a la realidad:
“Qué sentido tiene fabricar un producto que al importalo de China tiene menos
costo”. Las industrias, en su mayoría, vivían más de los subsidio que de la
productividad, al llegar la revolución chavista en 1999 se le aplicó un
torniquete a la economía privada que terminó de asfixiar a las empresas,
creando una situación de desempleo y pobreza en la subregión. Hoy la mayoría de
las urbanizaciones industriales se han convertido en ruinas saqueadas y en terrenos
invadidos por ranchos y basura.
No eran industrias competitivas en su gran mayoría,
no eran capaces de innovar y de exportar. Es claro que este fenómeno se da en
todo el mundo, pero cada país encontró formas de salvar esas fuentes de empleo,
en Venezuela el cierre de empresas se convirtió en un “logro” socialista, sentían
que estaban acabando con la explotación y el Estado no fue capaz de dar una solución
de fondo. De esa trágica forma de cierra un ciclo, las pocas empresas que aún
funcionan se debe a la voluntad y la resistencia de los empresarios y trabajadores.
Hoy se añade a la crisis, los graves problemas de servicios públicos, como la electricidad,
el agua, el gas, la comunicación, la seguridad. Realmente se vive un caos, sin
salida.
El tren de cercanía entre Caracas y el Tuy
llega tardíamente, ya en la etapa de decadencia industrial, El sistema no se concluyó
de acuerdo a los planes, de continuidad hacia el Centro y los llanos, no se
crearon los sistemas alimentadores y con apenas diez años de funcionamiento está
en estado de deterioro por abuso y muy mala operación de mantenimiento. El
sistema se debería privatizar, al igual que otros servicios. Lo cual implica un
plan maestro consensuado para convertir al Tuy en una ciudad moderna que sea una
alternativa a la capital. Una ciudad integrada y diseñada, con buenas fuentes
de trabajo que garanticen remuneración adecuada. Es un plan para iniciar un
renacer del Tuy, con un equilibrio entre las actividades agroindustriales, manufacturas,
turísticas, comerciales con excelentes servicios educativos, recreativos y de
salud. Es la sinergia entre sector privado y público, que se perdió dos décadas
atrás. Un plan que genere confianza y seguridad, con reglas claras y atractivos
para la inversión nacional e internacional.
Sin esa visión es imposible plantearse la
posibilidad de hacer de los valles del Tuy una nueva ciudad, la más sustentable
y atractiva de Venezuela. Sin ese cambio
profundo se condena a la subregión a seguir como un deposito de problemas, con
muy baja calidad de vida, nada atractiva para conquistar talentos,
emprendedores y empresarios.
Hoy es una zona roja refugio de delincuentes,
con altos niveles de inseguridad, de malos servicios que obligan al éxodo masivo
de sus habitantes. Si Venezuela no cambia, todos nos hundimos. Es cuestión de
supervivencia.
Comentarios
Publicar un comentario