¿PARA DÒNDE VA VENEZUELA.?

                     ¿PARA DÒNDE VAMOS? Quo vadis.



Dicen que Séneca dijo alguna vez que “no hay viento favorable para el que no sabe a dónde va”, dicen otros que a quienes no conocen su dirección, cualquier camino le sirve.

 ¿Para dónde va Venezuela?

Es importante destacar que el modelo de desarrollo implementado por chavismo desde 1999, es lo que llaman el socialismo radical, se ha fundamentado en privilegiar el papel protagónico del Estado sobre la participación del sector privado. Un sistema que ha condicionado el crecimiento económico, la generación de empleo, el bienestar de la población a la voluntad de los burócratas que manejan el gobierno, asfixiando la iniciativa privada y controlando la satisfacción de las necesidades básicas de seguridad, de servicios, de alimentación y de salud. El Estado se convirtió en un mega poder que no solo ejerce el control, sino que pretende producir, distribuir y proveer todos los bienes y servicios que requiere la sociedad venezolana. El fracaso de esta política, es evidente y no necesita mayores explicaciones, porque el pueblo venezolano, su pobreza, su diáspora, su desesperanza y cansancio hablan con mayor claridad que las palabras.

 Estas políticas de fracaso, en cuanto a la calidad de vida y a la oferta engañosa que se hizo de una utopía que llamaban “El mar de la Felicidad” se fundamenta en tres aspectos nefastos: El primero es la centralización totalitaria en el poder presidencial, que convierte el Ejecutivo en super poder que “pretende” controlarlo todo y termina en una mina de corrupción insaciable, descuidando sus funciones a niveles de ineptitud total.   En segundo lugar: El Estado se convirtió en el mayor empleador de la nación, con una carga fiscal que no está en capacidad de cumplir y los mermados ingresos de la renta petrolera, la cual representa el 98% de los ingresos de la nación no permiten cubrir ni el 10% de nómina nacional y el 90% lo cubre con dinero inorgánico que genera la hiper inflación más grande del mundo. En tercer lugar, se ha implementado una política social asistencialista que teóricamente trata de cubrir el déficit de ingresos solidos de la población, mediante subsidios alimenticios y bonos compensatorios que por razones de inflación no sirven de nada.

Todo el sistema implementado en Venezuela desde 1945 fundamentado en un “capitalismo de Estado” gracias a una creciente renta petrolera se derrumbó. El chavismo acabó con el país mono productor petrolero, pero no fue capaz de sustituir ese modelo, ahora no hay renta petrolera, no hay producción privada, no hay NADA. El país agoniza en una pobreza creciente y con una alta burocracia civil y militar insaciable en su afán de lucro y poder. En eso derivó la utopía socialista del chavismo y en ese espejo se deben ver los pueblos de América que se sienten inclinados por el socialismo, el progresismo o cualquier “ismo” trampa caza bobos.

 No somos el país petrolero que fuimos, no se logró buscar alternativas económicas, como el turismo, la industria, la agricultura, somos una nación quebrada técnica y financieramente. Ahora ¿Qué podemos hacer? Esta crisis no puede ser eterna, porque nos coloca en una triste posición de nación fracasada y de Estado fallido.

 Son infinitos los desafíos que tenemos, el malestar social no lo amortigua ni el éxodo por necesidad de casi siete millones de venezolanos. La crisis de legitimidad no la puede superar unas elecciones regionales amañadas y sin reconocimiento internacional y la confianza en las instituciones, en las políticas y en la economía se perdió hace muchos años. Hay filibusteros que hacen negocios sobre los restos del país. No hay empresarios con una visión capitalista del mercado dispuestos a una realizar una inversión. Nadie quiere correr ese riesgo, a menos que sean socios de la alta burocracia del Estado, donde no hay riesgo y todas las ventajas. Ese sistema tampoco es viable para la nación. Estamos entrapados con un presente tenebroso y un futuro que no se vislumbra bajo ninguna forma de optimismo. El país pide a gritos una nueva visión de país para los próximos años. Sabemos dónde estamos, hemos llegado al peor de los mundos, pero no sabemos para dónde queremos ir. Cada día nos parecemos más a esas naciones del Centro del África, a una Somalia, a una Etiopía, ya superamos a Haití en pobreza. Nuestros servicios públicos, como el agua, la luz, el gas, el transporte, la educación o la salud se asemejan al Congo.  Nos africanizamos o simplemente jamás había salido de nosotros esa manera de vivir en marginalidad. Meses y años sin agua, sin luz, sin internet, con una educación cada día más pobre y una salud en quiebra. Rogando la inexistente buena voluntad de un funcionario mediocre y petulante con poder. Podríamos haber sido la Irlanda de América, teníamos la palanca económica, pero no lo entendimos. Podíamos haber buscado a Singapur como referencia, no lo quisimos. Se escogió el fracaso cubano, en alianza con países como la China depredadora, la Rusia de Putin o el Irán de los fanáticos islamitas. Lo triste es que esos modelos de la anti venezolanidad se consolidan y nos alejamos de la civilización. Estamos quedando como un carapacho que solo produce lástima y compasión. Estamos haciendo todo lo contrario a la receta de los países exitosos. Como no sabemos para dónde vamos, cualquier camino nos sirve y cualquier idiota sigue haciendo ofertas engañosas y se le cree. No hay una meta socialista, se agotó en el fracaso, ni hay proyecto capitalista. Simplemente se perdió el rumbo, No hay capacidad, ni forma de buscar un diálogo constructivo, ni hay fuerza para una negociación justa. Es como esos enfermos que se van secando en cama, víctimas de sus males, muriendo de mengua, a la vista de todos que no hacen nada, porque no saben que hacer.

 Nos conformamos con la mediocridad, aceptamos y toleramos todos los males que hoy nos aquejan, ya no hay excusas para justificarnos en la negligencia. Venezuela necesita despertar de esta cruel pesadilla para empezar a construir nuestro futuro. No es un problema solo de políticos, es de todos los venezolanos. Los que están en exilio y los que están adentro Hay que construir una visión de país que nos haga soñar con una Nueva Venezuela.

 



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