EL DÈJA-VU DE LOS SOCIALISTAS.
La rebelión de Atlas (en inglès, Atlas Shrugged), es una novela de Aya Rand publicada en Estado Unidos en 1957. El libro relata una rebelión
ficticia de los grandes empresarios contra el gobierno y los políticos de Estados Unidos, que realizan un lok out , paralizando el país.
Hace ya algunos años en Venezuela los
periodistas entrevistaban a la puerta de los supermercados a las amas de casa
sobre la escasez de los productos básicos como el papel higiénico, la leche, el
pan y las interminables colas, la respuesta obvia era culpar al gobierno de Chávez
por su ineficiencia, sin embargo, había porcentaje representativo que
manifestaba que no le importaba hacer cola, porque los sifrinos del Este, les
toda hacer la misma cola. Se aplicaba el viejo dicho de “mal de mucho consuelo
de tontos”, también podía funcionar el “sacarse un ojo, para ver ciego al otro”.
En
esa respuesta cargada de odio sembrado y cultivado está la base estructural del
pensamiento chavista, del castrismo, del socialismo progresista y radical de
miles de vándalos que destruyen ciudades en toda Latinoamérica. Su lógica elemental
es muy simple: No importa el daño que se cause, si todos estamos “jodidos” Si
los ricos tienen que hacer cola y pasar trabajo estoy conforme y considero
justa la escasez y la destrucción de un bien público.
Allí está presente el triunfo de la pobre
ideología de la envidia, la violencia estúpida, de la decadencia de los valores
humanos. Hoy Venezuela es uno de los países más violentos del mundo, el hampa
empoderada ataca igual a pobres y ricos, por eso se toleran las bandas de
malandros, porque sus acciones obligan a los ricos a huir del país buscando
seguridad. El hambre ya no es igual, los ricos que quedan en Venezuela no representan
ni el 5% de la población, lo que se exterminó fue la clase media, hay un abismo
entre un 93% de pobres y un 5% de gente con poder económico. Se logró el
milagro de la socialización del hambre y la pobreza. No importa el hambre decía
la consigna, si tenemos patria.
En su novela “La Rebelión Del Atlas”, publicada en 1957, Ayn Rand
pronosticó la debacle actual de Venezuela. Ayn Rand describe el cambio que vive una
sociedad que otrora premiaba la “excelencia” del ser humano, pero que por la
génesis del discurso de que la mayor prioridad de una sociedad tiene que ser la
búsqueda de la igualdad y no la excelencia o la innovación, las circunstancias
llevan al colapso total de la economía y del orden social en general. En esta
novela los comunistas se toman el poder, y en apenas unos años todo el
emprendimiento privado desaparece, y lo único que queda es hambre, desesperanza
y violencia. Una radiografía profética hecha
hace 64 años, no solo sobre lo que la ocurrido a Venezuela, sino a cualquier país
que escoja por cualquier vía el camino comunal del socialismo. El discurso idiota:”
ser rico es malo”, que los empresarios solo son unos explotadores, que la iniciativa
privada es negativa para la sociedad y que el Estado está por encima de la
gente y del derecho de propiedad. Es el discurso de los nuevos millonarios como
Evo Morales, La Kirchner, Correa, Maduro, Petro, cuyos resultados son
ampliamente conocidos por la violencia, la escasez, la pobreza, la desesperanza,
el hambre y la muerte.
Lo grave es que
con un 93% de pobreza inducida por las políticas socialistas, todavía el
madurismo tiene una base electoral de un 26% de la población. “Con hambre y
desempleo con Maduro me resteo” gritan los hambrientos que tiene sus hijos y
nietos regados por América y si comen es por las remesas en dólares que le envían
desde fuera. Esa cruel e ilógica realidad, explica el inmenso daño que el
chavismo-madurismo ha hecho a al pensamiento racional de miles de venezolanos,
los cuales perdieron la facultad de analizar con un mínimo de reflexión su
propia vida, su presente y su futuro.
La política de
la envidia, del resentimiento y el odio destruyó el tejido social y la sensatez
de gran parte de los venezolanos. Con lo cual, es evidente que el problema por
resolver es mucho más profundo que una complicación por la aplicación de malas políticas
económicas y comunales. Hay subyacente un grave problema cultural y moral. Es
la destrucción de los valores humanos. Eso es lo que ofrecen los socialistas, humanistas
y progresistas. Ojalá que no se siga extendiendo esta plaga, pero ya Chile y Perú
están en la ruta de volver al pasado, un dèja- vu. Y Colombia sigue en la
lista.
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