EL ARRULLO BOLIVARIANISTA DEL CHAVISMO EN EL PERÙ.

 

LO PEOR QUE LE PUEDE PASAR A UNA NACIÒN ES QUE SU FUTURO DEPENDA DE LOS RESENTIMIENTOS DE SUS GOBERNANTES.


                            EL BALCÒN DEL PUEBLO


 A PROPÒSITO DE LAS PALABRAS DEL NUEVO GOBERNANTE DE PERÙ, SE SIENTE EL ARRULLO DEL BOLIVARIANISMO CHAVISTA Y DE LOS TRADICIONALES RESENTIMIENTOS DE HUGO RAFAEL.

Pedro no vendía arañas para alivianar la carga familiar, pero afirma en su discurso que el Perú profundo corre por venas:Que yo también soy hijo de este país fundado sobre el sudor de mis antepasados, erguido sobre la falta de oportunidades de mis padres y que a pesar de eso yo también los vi resistir. Que mi vida se hizo en el frío de las madrugadas en el campo y que fueron también estas manos de campo las que cargaron y mecieron a mis hijos cuando eran pequeños. Que la historia de ese Perú tanto tiempo silenciado es también mi historia. Que yo fui ese niño de Chota que estudió en la escuela rural N10475 del caserío de Chugur. Que hoy estoy aquí para que esta historia no sea más la excepción. Quiero que sepan que tienen mi palabra: no los defraudaremos. Yo no los defraudaré”.

El nuevo presidente en lugar de celebrar las oportunidades que le ha otorgado la democracia y la incipiente economía de mercado del Perú que abre el camino a un muchacho campesino, a un maestro rural de ocupar la presidencia de su país, hecho que muy pocas veces ocurre en otras latitudes, acude a un discurso de resentimiento, enfatizando su condición de pobreza, de resentimiento, de olvido, obviando el cómo pudo lograr su triunfo si ha vivido bajo esas condiciones de miseria rural. Se olvida que él podría ser un ejemplo de oportunidad personificada en su condición humana, que no importa dónde se nace si hay voluntad y se aprovechan las proporciones que ofrece la sociedad.  Pero no deja pasar la oportunidad para recitar el catecismo chavista del populismo izquierdista y progre que está muy de moda en todo el continente. Eso atrae aplausos y elogios, aunque no dice si no una parte interesada de la verdad. Ese ya inveterado odio contra lo que significa la hispanidad, con lo bueno y con lo malo de la conquista y colonización de América.  Pretender reescribir la historia y juzgarla con las ideas políticas del hoy, es una trampa, la historia es simplemente eso lo que pasó, bajo circunstancias muy distintas. Sin embargo, la experiencia del indigenismo venezolano, como modelo revolucionario, es un desastre, lo que ha hecho el régimen chavista con los indígenas es peor que lo que hicieron los españoles en la conquista, la explotación de la minería es más destructiva de la naturaleza y de la cultura aborigen. Pero los progres deben justificar su vocación iconoclasta de tumbadores de estatuas para patentizar las sombras dominantes de la leyenda negra que ellos reivindican como verdades absolutas que niegan el pasado. Si se aplicara esta metodología de abordar la historia, nada de lo que pasó complace, todo se rechaza porque la historia sería un recuerdo de sombras siniestras y no de bondades.

 Parece que hay en los revolucionarios un subconsciente presentista que niega el pasado y condiciona el futuro a la destrucción de hoy. Siembran el desconcierto y esperan que la nueva sociedad de sus sueños surja del caos. Se empeñan en que los pobres cada vez sean más pobres y que la sociedad se mueva por el resentimiento social, es una imitación de la llamada lucha de clases como motor de la historia. Es un simplismo muy llano entrar a una revisión de la historia cargado con los prejuicios del presente y peor aún hacer una moda de rebeldía tumbar estatuas para hacerse selfies y publicarla en las redes, como un gran logro histórico. Es reivindicar el vandalismo como programa de gobierno, algo que ya hemos vivido en Venezuela por 22 años. Como puede un presidente en su primer discurso utilizar un espejo retrovisor para ver lo que ocurrió 500 atrás y presentarlo como si fuese un presente. Cuando su discurso debería centrase en un hecho cierto y estadístico, del como la pandemia contribuyó a un aumento geométrico de la pobreza en Perú durante el 2020. De eso no dijo una sola palabra. Tampoco tocó el tema de la inestabilidad política peruana y de las faltas de oportunidades a las nuevas generaciones producto de la crisis que se vive hoy, algo que el no tuvo que padecer. La política es con el cuello volteado hacia atrás

El resentimiento, por ahora es su agenda, el retrovisor es su brújula, un salto atrás en la política y la versión peruana del Foro de Sao Paulo que tiene en Chávez, Maduro, Kirchner, Ortega o Morales en modelo a seguir. No se necesita ser adivino para tener claro lo que le viene a Perú. Ya es un modelo probado en el fracaso para el progreso y de muchos éxitos en la represión y la miseria. Es la antidemocracia. Ojalá que los peruanos que tienen experiencia en cambiar gobiernos como sombreros, le pongan freno y no ocurra como en Venezuela donde la tolerancia se convirtió en la complicidad de un crimen contra el sistema democrático y la libertad.

 

 

 

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