LA
REBELIÒN.
La rebelión popular es la oposición
decisiva frente al despotismo (Michel Foucault 2009). Es el gran rechazo contra
el acoso y lo intolerable, pero sobre las rebeliones se cierne la amenaza de la
derrota indefinida o el fracaso de la promesa de liberación. Así nos ocurrió a
los venezolanos, quienes manifestamos nuestra decisión definitiva de poner fin
a la dictadura del chavismo madurismo, mediante el recurso de un plebiscito
masivo y contundente del 16 de julio del 2017. Después que se concretó ese acto
maravilloso del pueblo venezolano, la dirigencia falló, por no decir traicionó
el mandato contundente de ir a la rebelión final. El lenguaje popular:” Mataron
al Tigre y le tuvieron miedo al cuero”. Privó en la dirigencia de dispersión de
las fuerzas, no hubo un liderazgo con capacidad y potencia para efectuar la
“Codificación estratégica” de los puntos de resistencia que pueden hacer
realidad la “vuelta a la tortilla” del poder, para que se instaurara las
instituciones de libertad y democracia
. El régimen se impuso multiplicando sus
crímenes, sometiendo al pueblo por miedo y se instauró un profundo sentimiento
derrotista y desesperanza que perdura hasta hoy. Parece el destino fatal de las
rebeliones que no tienen una estrategia de articulación y un respaldo sólido de
las FF.AA. El esfuerzo y las vidas se pierde por ausencia de estrategia y
táctica, algunos focos diseminados de resistencia, no pasan de ser centros de
frustración social y política, una luz de libertad que las armas y los jueces
del horror apagan. Pero la gran falla fue la ausencia de un liderazgo que
tuviese el coraje de aplicar el remate final. Los costos de esa rebelión frustrada
son demasiado caros para el pueblo venezolano. Si no tenían el valor y la
audacia para seguir adelante, simplemente no hubiesen montado el tinglado del
plebiscito del julio del 2017. Hubiesen seguido el trillado camino electoral de
la coexistencia y la cohabitación.
La
rebelión no es un objetivo en sí misma, la meta es la “Toma del poder” La
rebelión es una etapa inicial, un chispazo que, si no corona, se convierte en
un esfuerzo inútil y generador de desaliento colectivo y al mismo tiempo
consolida a la dictadura en el poder. Los pueblos tienen en la rebelión justa
contra el despotismo un derecho humano fundamental. La rebelión contra el mal no
solo es una cuestión ética, es la dimensión humana en pos de la libertad. Tarde
o temprano los pueblos despiertan, se rebelan, aún contra las peores
condiciones de represión y miedo. Cuando las multitudes de 1989, desafiando a los
guardias armados, con órdenes de matar, saltaron el Muro de Berlín, no pensaban
en crear un nuevo orden histórico. Simplemente saltaron obedeciendo un impulso
y los guardias soltaron las armas y los acompañaron, haciéndose un solo pueblo.
Todos se obstinaron: Pueblo y represores. La rebelión unió a todos en un nivel
de igualdad soberana, se necesitó ese impulso colectivo que permitiera
despertar de un letargo de casi 30 años. Todos se hicieron ciudadanos en la
rebelión. Así cayó el Muro de Berlín y fue el comienzo de la disolución del
poder comunista que se implantó en Rusia en 1917 y se extendió por Europa y
Asia.
Hoy quedan algunos regímenes comunistas
en el mundo, algunos con disfraz de progresismo. Las feas lepras de América
están e Cuba, Venezuela y Nicaragua. Son una bofetada al progreso y un himno a
la barbarie. Ya la gente se cansó de sufrir. La rebelión en esos países vendrá
inevitablemente, solo se necesita el paso al frente del militar represor, es
necesario que la rebelión tenga un acompañamiento de los encargados de reprimir
que también tienen hijos y sufren las mismas carencias que el pueblo. La
indignación tiene que llegar a ellos y hacerles reaccionar, dar un paso al
frente, no un paso al vacío, saber que una vez que se ha dado ese paso no hay
marcha atrás.
Estoy seguro que se procesó se tendrá que dar,
no es lo mismo el general corrupto que soldado, el oficial que también sufre y
necesita desarrollar una conciencia. Los altos mandos están perdidos, pero en
la base hay pueblo que sufre. La nación ya no soporta tanta injusticia y el
soldado una vez que se pueda dar el paso, los acompaña como ocurrió en Alemania
en 1989. Lo impiden los colaboracionistas, los traidores y los aprovechadores.
“Cuando al pueblo se le hace sufrir y se
encuentra expuesto a los abusos del poder arbitrario, la rebelión tendrá lugar,
por mucho que se les diga que sus gobernantes son hijos de Júpiter, sagrados o
divinos, descendidos de los cielos o autorizados por ellos, o cualquier otra
cosa. Un pueblo que es maltratado y cuyos derechos no son respetados, estará
siempre listo para, en cualquier ocasión, sacudirse de encima la carga que pesa
sobre él. Deseará y buscará esa oportunidad que no suele tardar mucho en
presentarse cuando se trata de asuntos humanos, siempre sujetos a cambios,
debilidades y accidentes”. J. Locke.
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