EL REINO DE LOS "LAMBUCIOS"
Este término proviene del verbo «lamber», que
es una manera “popular e inculta de pronunciar el verbo lamer” (pasar la lengua
a algo).
La gran falla de la cultura populista socialista
es que la pregunta que se hacen todos los días: ¿Qué cosecharé hoy? Por el
contrario, la gran pregunta es: ¿He sembrado algunas semillas hoy?
Los populistas socialistas pretenden
cosechar sin sembrar, por eso no entienden nada del trabajo, del esfuerzo, de
la constancia, ellos piensan que las cosechas llegan solas, por eso no les importa bloquear carreteras para
evitar el paso de los productos trabajados por la sociedad, por eso queman un vehículo
que le permite a un padre de familia dar de comer a sus hijos, por eso saquean
y vandalizan, no saben valorar el esfuerzo y el trabajo, viven de sus padres, creen
que la vida es puro vacilón en la nada. Cuando, los pueblos se equivocan y los
llevan al poder, como en el caso venezolano, donde los acompañantes del
comandante fueron los tira piedras profesionales de la UCV. Llevan la misma
idea que desvaloriza el trabajo productivo, el desprecio por la iniciativa
privada, el irrespeto total por la propiedad, por eso su agenda de gobierno no
es aumentar la productividad del país sino expropiar lo trabajado, lo que han
sudado varias generaciones. Se empeñan en repartir, no en producir, por eso la
sociedad entra en espiral de inflación, de especulación, de pobreza hasta
llevarla a la ruina total. No importa que sea el país mayor productor de azúcar
o con las mayores reservas petroleras, su camino es la pobreza general, la corrupción
generalizada y la catástrofe social. Son mentalmente tan pobres que no se les
ocurre que una empresa para producir necesita inversión, mantenimiento, mejoras
tecnológicas, ellos creen en su primitivismo económico que basta expropiar y
nombrar un colectivo para que administre la demolición y el saqueo El ejemplo
son los miles de empresas, de haciendas expropiadas en Venezuela, entre ellas
PDVSA que hoy está quebradas y en estado total de ruina. Eso no es
responsabilidad atribuible a ninguna sanción, eso es simple indolencia de una mentalidad
marginal, perezosa, floja que secuestró el poder como una banda de forajidos.
. En el país hay cementerios de miles de
autobuses, autos, tractores, ambulancias reparables, abandonados en potreros.
Empresas como Lácteos los Andes, Agro isleña, Conferry, fábricas de cemento, aluminios
de Caroní, la Siderúrgica del Orinoco, la presa Raúl Leoni, ingenios azucareros,
solo hay ruinas y chatarras, la lista es muy larga. No saben valorar las cosas
y ese desastre acumulado por años crea un caos total que se llama Venezuela.
21 años de ausencia total de gerencia,
no saben de mantenimiento y sus presupuestos, como el caso del sector eléctrico
se lo roban, solo saben de politiquería de baja calidad, de manifestaciones portátiles,
de corrupción total, Acabaron con todos los servicios públicos. Hoy no hay generación
eléctrica suficiente, ni distribución adecuada, no limpian ni los contrafuegos de las líneas, simplemente
se roban los presupuestos y siempre tienen una excusa para evadir su
responsabilidad, otros son culpables, las sanciones, el imperio, el portafolio
es grande Lo mismo podemos decir del
agua, no hicieron las presas nuevas , no se ocuparon del mantenimiento, ahora
no hay agua, la lista sigue con el transporte, el gas, la producción de
petróleo y combustibles, las vías de comunicación, los edificios. La recolección
de basuras, el día a día de la administración de los servicios públicos, elementales
y necesarios para el funcionamiento de la vida. No hay sistema de salud público,
ni hay seguridad social, se puede decir que no hay salarios, ni pensiones. Tres
dólares mensuales no alcanzan ni para morir de hambre. Solo se ocupan de hacer manifestaciones políticas
por cualquier idiotez, banderas, consignas, todo financiado por PDVSA y el país
destruyéndose en sus narices y no les importa en lo más mínimo. La pandemia la
utilizan con perversión, solo vacunan a los que tienen en carnet político de filiación
a
su revolución.
La raíz de todos los males esta en su
pobre visión de la vida, en su cortedad para entender el concepto del trabajo
productivo, en su ideología destructiva, en creer que se puede cosechar sin
sembrar, que se puede comer sin trabajar y producir. Es la cultura del flojo,
del que se levanta a las doce del día buscando desayuno sin trabajar y si no
hay, se disgusta y le cae a golpes a la mamá o a la esposa. Jamás toman ni una
escoba para barrer, no se ocupan ni de recoger su ropa. Para desgracia de
Venezuela o de cualquier país, esa fue la gente que llegó al poder, a los cargos,
a la responsabilidad de administrar el Estado y convirtieron a la nación en una
copia de su cuarto personal. La marginalidad del rancho mental que nada tiene
que ver con la escasez de recursos económicos, pueden ser hijos de familias con
dinero, pero su cerebro es marginal. Son los que se hartan y botan los
desperdicios al suelo, se mean en las calles, se colean para llegar primero. Los
que abusan de un equipo de sonido a todo volumen, los que no respetan las leyes
de tránsito, ni los semáforos. Esa cultura destructiva acabó con Venezuela, se
impuso el país marginal con la revolución. En 21 años se estableció el meandro
de la barbarie, de la brujería, de la supina ignorancia, del primitivismo, como
dijo alguien el reino de los "lambucios"
El vocablo lambucio no está en otros
diccionarios generales, pero el Diccionario de uso del español de América y
España VOX sí registra, también como venezolanismo, 'lambucear: Lamer algo con
avidez'. Este verbo también aparece en el DRAE, pero sin marca de
venezolanismo: 'Lamer, por glotonería, un plato o una vasija'.
(La definición de «lambucio». En
Venezuela usamos el término con las dos acepciones que allí se registran. Pero
la calificación de «lambucio» en el habla venezolana va mucho más allá, tal
como lo vemos en el Diccionario del habla actual de Venezuela, de R. Núñez y F.
J. Pérez: 'lambucio, a, lambusio, a: 1. coloq. desp. Persona de escasos
recursos económicos, y generalmente de poca cultura. 2. (…) Persona que actúa
servilmente o halaga a alguien con el fin de conseguir algún beneficio. 3.
Persona o cosa que no se considera importante. 4. Persona que constante e
insistentemente pide, busca y aprovecha todos los beneficios, especialmente
materiales, que pueda obtener de quienes se encuentren cerca. 5. Persona o
animal que come o lame los restos de alimentos dejados por otros. 6. Persona
que come con avidez. 7. Persona que come excesivamente).
Dar poder a un lambucio es convertir una nación
en una tragedia.
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