El pedazo de república que nos queda está al borde de la disolución.

 

EL PEOR DE LOS MUNDOS POSIBLES. LOS CICLOS DEL PESIMISMO SE HACEN PRESENTE.

 


La situación político-social venezolana se empasteló, de    tal manera que hablar del deterioro económico y de la pérdida de calidad de vida es llover sobre mojado. Estamos atrapados por la corrupción total, el “bachaquerismo”, el narcotráfico y el control de territorios y minas por parte de delincuentes internacionales de todo tipo.






 En medio de una tormenta de problemas cayó la pandemia del Covid-19 con un país fragmentado, con un sistema de salud destruido, sin medicinas, ni recursos para lograr una vacunación masiva, sometido a la desinformación, a la manipulación de estadísticas. Pero como no eran suficientes los males se hizo presente una burda incursión militar guerrillera en Apure. Los consentidos del régimen se dividieron por razones crematísticas o reparto de botín y el medio quedaron las desmanteladas FF.AA, convertidas en “carne de cañón”, las masacraron sin el menor remordimiento, lo que evidencia que la afinidad ideológica del socialismo del siglo XXI y las guerrillas colombianas  quedó en el cesto de la basura, ahora el problema  es el control de territorios para el negocio del narco tráfico, esa es la gran motivación para una  guerra entre facciones de la narco guerrilla y un ejército disminuido y desmoralizado. Se aplicó un proceso de desinformación y silencio para ocultar esta vergüenza La otra novedad es la rebelión de los malandros de la cota 905, también los niños mimados, los famosos “buenandros” de Chávez. La locura de hacer un pacto con la delincuencia y entregar zonas , edificios, urbanizaciones para que los “pranes” ejerzan un control social y político, Es la entrega de la responsabilidad  de la seguridad  que tiene el  Estado a delincuentes y una alianza del gobierno con el lumpen, nada nuevo entre los comunistas, pero con gravísimas consecuencias sociales, malandros armados por el Estado,  y con  un pie de fuerza superior a las policías y al mismo ejército, con impunidad total para todos los crímenes que cometen. Los daños a la sociedad venezolana son inconmensurables, la destrucción del tejido social y la violencia convertida en institución oficial. Complicidad o al fin el dominio de la sociedad y del Estado por delincuentes que se reparten sus áreas de influencia.



 


Este cuadro político-económico-social, es trágico y decadente. La esperanza parece estar desvanecida. Ya los oídos no dan para mayor volumen de malas noticias, aunque se rechace el pesimismo, se siente un peso por gran fracaso colectivo como nación, no es pesimismo es una cruel verdad. Vemos como se fractura nuestra coraza para aguantar el peso de una cotidianidad insoportable, de nada vale la resiliencia cuando se convierte en desesperanza. Es lamentable, pero no se ven salidas a corto, ni a mediano plazo, los caminos están trancados y la desconfianza en los políticos opositores se ha convertido en un cáncer. Marchas y contramarchas, esa estrategia de cambiar el caballo en medio del río, de pelearse estúpidamente hasta "auto suicidarse" ha destruido la credibilidad de la oposición. A veces llaman a una resistencia activa y no atender al llamado electoral del régimen, al siguiente día hacen todo lo contrario. Incoherencias que han destruido la fe y la credibilidad, lo cual es muy grave en la consecución del cambio.



El país acosado por el hambre con un panorama dantesco, siente como se desvanece la esperanza para superar esta crisis que ya se hace eterna.   El camino electoral cerrado por fraude continuado y la presión interna desfallecida, solo nos queda la presión internacional, poco efectiva ella sola para lograr un cambio urgente.

 El colapso ético es superior al desmantelamiento económico, se han roto los parámetros mínimos de convivencia social, ya no hay normas, ni reglas, estamos en medio del peor escenario de la anomía, donde se pierde la fuerza moral, lo único que puede salvar a un pueblo dentro de los esquemas represivos y destructores de una tiranía. Vivimos en una absurda pelea de todos contra todos, auspiciada por el régimen. Es increíble que no hay un punto donde se puedan poner a de acuerdo.

La política internacional que apoya una transición democrática al comprobar la fragmentación de la oposición, la dispersión de objetivos, la ausencia de interlocutores con suficiente liderazgo para tomar decisiones de consenso nacional, frena cualquier acuerdo para intervenir humanitariamente. No hay con quien entenderse, ni hay respaldo cierto y sincero de los factores opositores a Juan Guaidò, la mayoría ha jugado a su desgaste y lo han logrado, Ahora la oposición está sin Dios y sin Santa María. Cómo pueden hacer para volver a crear y promover un nuevo liderazgo distinto a Guaidò y si lo intentan también lo destruyen, es el placer de muchos auto flagelarse y no entender el grave problema en que nos encontramos y que sin unidad efectiva no hay nada que hacer.

El pedazo de república que todavía nos queda está al borde de la disolución. las secuelas de la pandemia obligan a los países a centrase en sus propios problemas, el deterioro mundial apenas empieza, lo cual impide la ayuda en préstamos y créditos para sacar al país del hoyo en que se encuentra. Tenemos la obligación de salir adelante casi solos.

Estamos muy mal, pésimos podíamos decir, pero las cosas no pintan bien, estamos en estado de de ebullición social, casi imperceptible, muy peligroso, el empoderamiento del lumpen (pranes) ha cogido mucho cuerpo, la nación se ha convertido en una federación de bandas que se han dividido el país, nos estamos "somalizando", con el agravante que el Estado es una actor criminal que ha cotizado la sociedad para controlarla y al final la crisis le está haciendo perder ese control sobre sus pranes y estamos en una guerra civil no declarada, pero que  carcome las bases de la sociedad . es un escenario de decadencia donde parece que no hubiese ni una mínima luz de esperanza de cambio, no hay una hoja de un árbol que no se mueva sin el permiso del caos impuesto.



Si hay alguna semejanza con momentos de nuestra historia solo nos queda el ingrato recuerdo del año 1814 en que desaparecieron 300 años de vida colonial y la nueva república también sucumbió frente las hordas de Boves. Solo quedaban los pedazos, pero la diferencia la hizo un liderazgo representado en Simón Bolívar, cuando nadie daba nada por la Independencia, surgió de las cenizas e hizo un milagro de lograr a sangre y fuego la libertad.

 

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Parece que estamos condenados a repetir los ciclos que rebanan nuestra historia.

 

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