A QUIÈN LE AMARGA LO DULCE.

 

    CONJURAR LA TORMENTA PERFECTA.



En término de tormentas, perfecta significa "lo más devastadora posible". Cuando se dan ciertas condiciones, la tormenta incluirá vientos huracanados, lluvia a raudales, relámpagos, rayos y truenos con inundaciones y corrimientos de tierra. He aquí la tormenta perfecta.

Aplicado como metáfora a la vida real, significa que se juntan todas las peores condiciones posibles respecto a una determinada situación y el resultado que se puede esperar es de una posible catástrofe total.



Simplificar, ser simples y hasta simplones es la gran fortaleza -para ganar elecciones- y la gran debilidad -para gobernar- de personajes políticos como Chávez , López Obrador, Bolsonaro o Maduro


La historia de Colombia está llena de momentos difíciles y traumáticos, pero ahora está viviendo lo que podríamos denominar la “tormenta perfecta”, se juntan tres escenarios, cada uno peligroso en sí mismo, pero juntos forman un coctel letal para la república, no solo para el gobierno de turno:

1-LA PROTESTA SOCIAL INCONTROLADA Y AFECTADA POR LA VIOLENCIA PLANIFICADA,

2- LA ECONOMÌA EN NEGATIVO PRODUCTO LA PANDEMIA, LA CUAL YA LLEVA MÀS DE UN AÑO.

2- LA CRISIS DE LA REPRESENTATIVIDAD POLÌTICA Y DE LOS PARTIDOS.


 


Cuando las sociedades entran en crisis, surgen las “terribles simplificaciones”, surgen los alquimistas simplificadores con sus recetas y fórmulas, sus credos, sus ideologías que prometen solucionar todos los problemas que aquejan a la sociedad. Son como aquellas publicidades de detergentes en polvo que resuelven cualquier problema con un simple “chaca-chaca”. Es una tendencia muy antigua desde Roma hasta nuestros días, pasando por Hitler, Stalin, Fidel, Mao Chávez, unos aspirantes como Petro o un Castillo.

  Es la tendencia al abuso de la ingenuidad de los pueblos, cuya preferencia natural es siempre buscar el camino más fácil, recetas simplistas como creer que regulando los precios se puede controlar la especulación, expropiando a los ricos se favorece a los pobres.

 La triste verdad es que de las simplificaciones todas las veces la experiencia ha sido un desastre mil veces peor que los problemas que se padecían.

 Quienes clamaban por una democracia participativa, horizontal y comunal terminaron entregándole su poder y soberanía a algún carismático personaje que erige en dueño, señor y vocero único de todas las soluciones habidas y por haber. La experiencia demuestra que bajo circunstancias duras los pueblos son fácilmente seducibles por los “encantadores de serpientes”, portadores de un enorme portafolio de soluciones simples que solo conducen a la opresión, al despotismo y a la pobreza del pueblo.

 La inconformidad acumulada poco a poco va generando una frustración que se convierte en rabia, el descontento insatisfecho por razones múltiples de orden psicológico, políticas y económicos. Además, si nos encontramos con una situación de pandemia, de crisis económica. de desempleo con el agravante de un estado de confusión, de desencanto y perplejidad ante los problemas, estamos en presencia de una “tormenta perfecta”, el abono fértil para la aparición de los simplificadores que ofrecen la solución mágica a los graves problemas del país. Se afirma que se necesita implantar un sistema de salario social para compensar la crisis, idea maravillosa, pero no se dice de dónde van a salir los miles de millones que se necesitan para implementar esta importante medida social, se afirma que basta la medida simplista de poner más impuesto a la industria y la comercio, es decir una medida que parece muy lógica, pero que tiene sus peligros, pero eso no se profundiza, lo fácil es cobrar más impuesto al capital. Pocos piensan en la necesidad de aumentar la producción, invertir para crear buenos puestos de trabajo, generar riquezas, lo fácil es quitarles a los ricos para darle a los pobres.


 De esta manera la opinión pública, los medios, la prensa, la fuerza de las redes sociales se hace eco de las soluciones simples, se manipula la opinión, prevalecen las frases hechas, el sesgo de una soterrada lucha de clases, se presentan verdades banales y obvias como revelaciones científicas, las ONG apoyan el lenguaje de la división entre lo buenos y los malos. Se nota la ausencia de la sindéresis, de la ponderación, la falta de originalidad, de frescura en las ideas y planteamientos, el facilismo hace vulnerable a la seducción a la gente que guarda sus justos resquemores. Las proposiciones simplistas son falsamente esperanzadoras, son como caramelitos rellenos de cianuro, al comienzo se disfrutan, al final matan.

 Somos por naturaleza des complicados, las soluciones no se discuten en profundidad, se dan formulas hechas, no importan los errores, quien venga atrás que arree, es la consigna general. Somos víctimas de la banalización de las ideas. En el fondo es una cultura propia de estas tierras tropicales, alejadas del rigor. Como decía mi abuelo: A nadie le amarga lo dulce”

 

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