COLOMBIA DEBE ENTENDER QUE TODO EN LA VIDA TIENE SU COSTO Y SIEMPRE SE PAGA, AL COMIENZO O AL FINAL.

 

          NO HAY ALMUERZO GRATIS.


 Los venezolanos lo estamos pagando al final, no hay nada gratis. Quien lo pregone es demagogo y populista y quien lo crea es bien tonto.

“Los nihilistas destruyen por el placer de destruir, aunque lo hagan en nombre de la religión, del progreso de la  justicia social  o del futuro. Pueden matar a niños para que no entren en este mundo corrupto, por que lo ordena una “fatwa”. Se vive hoy un estado de decadencia moral, más que económico o material.

El concepto de gratuidad nace oficialmente en Venezuela el 27 de junio de 1870, el presidente de la República general y doctor Antonio Guzmán Blanco firma el decreto 1723 que otorga al pueblo el derecho a la instrucción pública obligatoria y gratuita. Es un derecho del pueblo venezolano con una tradición de casi 150 años. No podemos decir que el general Guzmán Blanco haya impulsado el populismo, mucho menos un capitalismo de Estado, pero con la llegada de la renta petrolera en el siglo XX, la nación tuvo suficientes recursos para imponer la gratuidad de la educación, de la salud, servicios públicos, transporte público subsidiados, créditos blandos, pocos impuestos. Un sueño  de sociedad  que terminó en pesadilla. 

La gratuidad en Venezuela se hizo ley, es una idea muy seductora vivir en un país donde todo lo importante de la vida en comunidad sea gratuito y que forme parte de un concepto generalizado que esa gratuidad es nuestra participación en la torta de la renta petrolera. “Un derecho por vivir en país rico”.

 Un populismo financiado por la abundancia de recursos. El Dr. Uslar Pietri se cansó de explicar el fenómeno con mucha claridad, nos anunció lo nos podría pasar si  no cambiamos el concepto, no pudo llegar a la presidencia, su propuesta  electoral de trabajar y de sembrar el petróleo no era atractiva, el venezolano por naturaleza se inclinaba por aquello de “CAP roba, pero reparte lo sustraído”



 El populismo venezolano fue hasta cierto punto una herramienta política exitosa, el problema no era cómo producir más, sino cómo repartir, las campañas electorales no eran más que una agenda de ofertas y repartos, una manera, no de convencer, sino de seducir para obtener votos. El clientelismo electoral, no se vota por convicción, sino a cambio de algo.

 Ese sabroso caramelo del populismo y del reparto tuvo éxito mientras la renta petrolera lo permitió, pero en el fondo era una propuesta peligrosa, porque el pueblo venezolano se mal educó, se colocó siempre, en un estado de confusión, donde sus derechos siempre estaban por encima de los deberes. “Yo tengo derecho, pero sin exigencias”.

Los derechos sociales con rango constitucional, recibir todo del Estado, por el solo hecho de ser venezolano La gratuidad de la vida y lo gratuito no se valora, se malbarata, se bota.  Al final no se aprecia.



 Lo que nunca se explicó, con la excepción del Dr. Uslar Pietri, es que nada en la vida es gratis, alguien siempre tiene pagar, como decía el Dr. Friedman: “No existe almuerzo gratis” Educación y salud gratuita no es posible. Hasta para ir a misa hay que llevar la limosna.

 Está demostrado que no hay gesto bondadoso o esfuerzo que no esté impulsado por la voluntad egoísta, de conseguir algo. Es algo innato a la condición humana, es el motor de la prosperidad, es el valor de las cosas y desarrollar unos patrones de conducta alejados de la competencia natural es condenar esa sociedad al estancamiento colectivo. Es que la verdadera prosperidad es fruto del esfuerzo de la sociedad. Una sociedad que viva de dádivas, subsidios y regalos pierde su esencia de lucha natural, se hace floja y dispuesta a vivir con una bolsa de comida subsidiada o algún tipo de bono.



 Nadie da sino con la intención de hacerse un bien así mismo, en el caso de los políticos venezolanos no hay esfuerzo altruìstico, era y sigue siendo un mercado de ofertas y demandas. Invierten dinero para llegar porque esa inversión se multiplica y la esplendidez y el reparto es directamente proporcional al empobrecimiento de los electores o gobernados y al enriquecimiento del demagogo con poder. El dinero generado por la renta petrolera no tiene dolientes, no es lo mismo el presupuesto que se hace con los impuestos forjados por los ciudadanos. El aporte del contribuyente debe formar conciencia.

 Al final todo lo paga el contribuyente, el ciudadano. La salud, la educación, los servicios baratos, el transporte subsidiado, todo lo paga el contribuyente, directa o indirectamente. Absolutamente todo lo que el Estado ofrece es gracias al dinero de los contribuyentes. Si es por la vía de la renta los servicios que paga el Estado terminan siendo más caros y menos eficientes y al final un Estado dominado por políticos corruptos, sin control de ninguna naturaleza termina ocurriendo la catástrofe venezolana. Todo lo que el régimen regala tiene un precio 10 veces superior al de su valor real , la diferencia va al bolsillo del funcionariado y como siempre se ha dicho: Nada es gratis, alguien termina pagando el almuerzo y en nuestro caso, lo estamos pagando con demasía. Todo se lo han llevado y todo de ha perdido.

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