EL CAPITALISMO CLINTELISTA
DEL RÈGIMEN MADURISTA.
"Venezuela es una herida abierta para la humanidad. Lamentablemente comparte esa condición con otros países que, producto de la guerra y la violencia, se debaten en severas crisis humanitarias, como Siria, Sudán del Sur o Somalia. La diferencia de éstos con Venezuela estriba en que la tragedia humanitaria que padece el país llanero, se debe casi exclusivamente a un factor: la corrupción, o como nos muestra este libro, la llamada macro–corrupción y su correlato de cooptación institucional.
El
régimen del socialismo del siglo XIX, ha entrado en su autopista de corrupción
total, cinco canales abiertos a un sistema siniestro y amorfo de complicidades,
de clientelismo, de dinero fácil y de corrupción a diestra y siniestra.
Han creado un sistema paralelo en que se
combina el socialismo comunitario de la caja Clap , de los bonos miserables, de
los salarios de hambre, de la escasez y la pobreza del 95% de los venezolanos
con el boato de una “capitalismo
parasitario” un “capitalismo clientelista”(Crony capitalism) que implica una
dolarización marginal, con negociados que mueven miles de millones de dólares,
no es el resultado de legítimos
emprendimientos riesgosos, sino que son como hijos legítimos de la alianza de
seudo-empresarios con la clase política- militar dominante. Todos son negocios
seguros, sin riesgo alguno, son un “tiro al piso” Bodegones, importaciones,
bombas de gasolina dolarizadas, producción nacional, explotación minera y
petrolera, banca nacional, medios de comunicación, seguros, contrabando y tráfico. Todo un entramado
para un enriquecimiento rápido, de muy bajo riesgo, con la presencia de un "testaferrato" que vive a la sombra del poder y que monopolizan el mercado.
Disponen de información privilegiada de primera mano, de arreglos
parlamentarios y judiciales, de uniformados que también reciben su cuota de
participación.
Los
pocos contratos que salen de la administración pública son un monopolio
exclusivo de esta nueva clase política-económica- revolucionaria.
Mientras tanto los verdaderos empresarios y
emprendedores que asumen el desafío de mantener sus empresas o crear nuevas,
gente que cree en la libertad económica, solo les queda luchar en ese pozo de
tiburones, sometidos a la discriminación, a los controles leoninos, a las
expropiaciones. Ser un verdadero empresario o emprendedor en la Venezuela
corrupta, es hacer de héroes en una resistencia activa: Son la esperanza de una
Venezuela por venir, diferente y decente.
Hay un principio demostrado en todo el mundo: “No
hay desarrollo sin empresa libre, mucho menos sostenibilidad y progreso”. “La
empresa libre solo se da en un ambiente democrático de respeto a la iniciativa privada y de tolerancia
cero con la corrupción”
La estatización de las empresas no genera
progreso, ni confianza, solo es la peor fuente de corrupción. Son empresas
improductivas en manos de una burocracia ineficiente. Toda empresa expropiada
es inútil, no compiten y al final todas quiebran. Se sostienen si el Estado las
mantiene a perdida, como la Siderúrgica del Orinoco o las empresas del
aluminio.
En
síntesis, en la Venezuela madurista se juntan lo peor del socialismo jurásico y
la aberración de esa forma degenerada de capitalismo clientelista.
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