¿Para dónde vamos?
“Llama
la atención como renace la vocación de servicio de quienes aspiraran cargos representativos
en las próximas elecciones. Hay una disposición a sacrificarse para servir, por
que así lo reclaman las encuestas”.
¿Hacia dónde va
Venezuela? Es una pregunta que todos nos hacemos, el confuso panorama nos
indica la ruta a un abismo, un hueco sin fondo en que ya estamos y parece que
no fuésemos capaces de hacer algo para frenar la caída. Todo se ha vuelto
confuso y torcido y lo peor, se hace inalcanzable el sueño de libertad. Estamos
invadidos, no solo por el virus del COVID 19, el cual ya tiene vacuna, sino por
una peste de desacuerdos, de odios, de traiciones, por un desmedido afán de ser
cabeza de la nada. Estamos en una torre de Babel donde cada quien habla su
propia lengua y no hay forma de entenderse.
Mientras el tiempo pasa y no hay acuerdos que
articulen una acción efectiva para el cambio, el país se convierte en el reino
de la inequidad, y de la injusticia. El socialismo corporativista y militarista
tuerce su curso hacia un capitalismo primitivo, sin reglas claras, corrupto
hasta los tuétanos. Han creado una nueva división estamentaria de estratificación
de la sociedad venezolana, con un grupo minoritario de privilegiados ligados al
poder que representa un 5% de la población y un pueblo mayoritario el 95% que
tiene sobre sus hombros la pobreza, con unos ingresos inferiores a dos dólares mensuales.
Se perdieron de un solo envión 80 años de progreso y civilización. Esa minoría
de políticos chavistas y militares, bajo esquemas de corrupción jamás vistos,
se apoderaron de la riqueza nacional, la cual se convirtió para el pueblo en
miseria y para ellos en opulencia y desenfreno.
Ellos que llegaron al poder ofertando un
cambio frente a las injusticias que según golpeaban al venezolano, han terminado
en una catástrofe de dimensión mundial.
El mundo civilizado
nos mira con lástima, con piedad, con compasión. No entiende cómo una nación petrolera
pudo llegar a este desastre actual, con el mayor desplazamiento de población en
América en los últimos 100 años. El mundo no entiende la forma de actuar de una
dirigencia opositora miope y un régimen despiadado. Asombran las atrocidades
cometidas y la imposibilidad de un acuerdo político entre los factores democráticos. Muchos se conforman con hacer de comparsas electorales, eso sì, luchando por los espacios?
Los venezolanos hemos recorrido múltiples caminos
en busca de un cambio de rumbo. Las mayores manifestaciones no violentas, se ha
participado en todo tipo de elecciones: Legitimas e ilegitimas, confiables y
llenas de picardías. Se ha llamado a la abstención por razones justificadas y
ahora después de un largo verano parece que hay una disposición generalizada para regresar
al voto.
Yo creo que el voto jamás lo abandonamos, en
nuestro ADN democrático está el voto presente como instrumento democrático de
lucha, el problema es que ahora no existe democracia, estamos inmersos en una
dictadura que cada día se acerca más al totalitarismo, que no solo abusa
reprime y mata gente, sino que también liquida la esencia del voto cuando los procesos
de votaciones se fundamentan en el ventajismo el robo de votos y el fraude electoral
continuado.
Votar es elegir, no ir como un robot a una
mesa de votación donde todo está arreglado y trucado para que siempre el
resultado se incline a favor de los candidatos oficiales. Luego las veces que
no hemos acudido a las mesas, no es por la militancia abstencionista y anti política,
sino como un acto de principio y de protesta contra un sistema indecente que
maneja listados de votantes, centros de votación, números, actas y resultados
adulterados con el mayor descaro y sin tener instancias a donde acudir para
hacer valer los reclamos. En síntesis, no es la abstención una política sino
una protesta frente a la desfachatez de ver como se roban gobernaciones, y
hasta la misma presidencia de la república. Participar sin lograr un cambio
aceptable de condiciones es cohonestar el fraude. Ya no hay forma de hacer
valer el voto, ya es un horror la manera descarada de hacer el chantaje
electoral.
Hay
que luchar por condiciones electorales aceptables, justas, transparentes y verificables
por una veeduría internacional imparcial. Esa debe ser la lucha de todos los demócratas
honestos, no lanzarse sin paracaídas a un proceso tan amañado como los
anteriores. No es la abstención militante al estilo de Domingo Alberto Rangel,
es la lucha y la presión por condiciones aceptables, es una cuestión de
principios.
Votar es nuestro mayor deseo, pero con
honestidad y decencia electoral.
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Todo es sierto los dirigentes opositores estan lejos de un acuerdo primero es su ego y machismo
ResponderEliminarGracias por su cometario.
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