La dictadura madurista de Venezuela es el nudo gordiano.

                  El nudo gordiano.



 Venezuela se encuentra en un embrollo sin fin, para salir de esta demencia hay que dar un paso audaz, como el de Alejandro Magno cuando no podía desatar el nudo gordiano y tomó la determinación de cortarlo de un solo tajo. Nuestro problema es que no tenemos un Alejandro, ni un Simón, ni un Rómulo, ni un Jòvito, ni un Rafael.  No tenemos un liderazgo con suficiente autoridad y peso para convencer y tomar una decisión definitiva. Ahora dependemos de la política de otras naciones.

 La solución civilizada para romper con hechizo rojo no es nada fácil, se ha ensayado con un diálogo propiciador de acuerdos y solo ha sido una burla, la búsqueda de unos comicios libres y aceptables se ha convertido en una misión imposible, el llamado cerco profiláctico diplomático es un saludo a la bandera, las medidas de presión económica y financiera las evaden la con experiencia cubana e iraní. Dice una vieja sentencia que el peor plan es el que se puede llevar a la práctica y todos, incluidas las manifestaciones populares más asistidas y sacrificadas no han podido romper el nudo. Estrategias fracasadas que se repiten una y otra vez, con actores diferentes, pero con el mismo resultado.



 El régimen no tiene interés ni voluntad para cambiar, lo que, hasta ahora, a nivel de su política demoledora le viene dando resultados, aunque la nación venezolana desaparezca. En algunos aspectos la estrategia de la oposición (verdadera) ha dado algunos resultados. El apoyo internacional al gobierno transitorio de Juan Guaidò se mantiene, porque es el apoyo a la legitimidad y la legalidad, aunque internamente la oposición sea un saco de gatos que le cuesta mucho ponerse de acuerdo en algo. Se siente que hay varias oposiciones desde la más radical, hasta la oposición arrodillada y colaboracionista.

 Hay que estar claros que el nudo lo tenemos que desatar los venezolanos, que la comunidad internacional no vendrá con una fuerza militar a doblegar Maduro y a obligarlo a una rendición incondicional. Para todos la vía es pacífica y electoral y allí está el nudo, cómo convencer a Maduro y a sus Fuerzas Armadas, a los extremistas de los colectivos armados, a los tramposos representantes del CNE que deben aceptar unas elecciones verdaderamente libres cuyos resultados sean confiables y aceptados por todos los países. Ellos han pasado 21 años armándose y preparándose para este momento, mientras la oposición solo se ocupó de la superficialidad electoral, sin profundizar en la naturaleza totalitaria del contendiente oficial y lo dejaron coger mucha ventaja.



 Debemos estar claros que en este estado de abulia y decidía política interna, la única carta fuerte en el juego es la comunidad internacional, de ella depende la forma de presionar con eficacia para poder convencer al régimen de negociar y aceptar unas condiciones decentes que abran el camino hacia la democracia. Esa presión excluye las armas y se fundamenta en una negociación política, donde el régimen hasta ahora lleva la ventaja.  Pues negocia solo para ganar tiempo.

  Ya no estamos un estado pre-insurreccional como lo vivimos hasta el 2017, ya no hay chispas que puedan encender la pradera. Ni el hambre, ni las carencias, ni los malos servicios, ni los continuos abusos, movilizan el estado de apatía colectiva que padecemos. Ya no hay un átomo de dignidad y pundonor en las fuerzas militares. Parece que el 80% de los venezolanos que aborrecen al régimen se han sentado a esperar que el nudo gordiano se desate solo y todos los males se esfumen por arte de magia o de intervención divina. Se tiene una confianza absoluta en que nuestra catástrofe se va a superar por la intervención de EE.UU. Canadá la ONU, La Unión Europea, Noruega, el Grupo de Lima que van convencer a Maduro, mediante el diálogo que si acepta unas elecciones libres le van levantar las sanciones automáticamente. Eso es creer en milagros. Pero todo es posible en un país donde hasta las cucarachas vuelan.

 Si bien es cierto que situación internacional se le complica al régimen con la actualización del informe de la Misión de Determinación de los hechos para Venezuela ante el Consejo de Derechos Humanos de la Naciones Unidas. Ellos pretenden descalificar a los voceros y representantes, pero las pruebas son contundentes y suficientemente respaldadas. Del manejo de esta situación específica puede depender el futuro de Venezuela. La experiencia indica que los pasos son lentos, pero con un buen lobby se puede aumentar el nivel de la presión y lograr desatar el nudo.

El término “nudo gordiano” viene de la leyenda griega de “Gordias”, un labrador de Frigia en la región que hoy es Turquía que, elegido rey, ofreció al dios Zeus su carro atando la lanza y el yugo con “un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie podía desatarlo”, con el presagio de que “quien desate el nudo conquistaría toda Asia”. Cuando Alejandro Magno tomó Frigia lo retaron a desatar el nudo gordiano y sacando su espada lo cortó, resolviendo de esta manera el dilatado asunto, origen de la expresión “tanto monta cortar como desatar” recogida como lema del rey Fernando el Católico en su escudo de armas.

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