QUÈ NOS PASÒ , PERDIMOS EL RUMBO.

 

                ¿Quieres más patria??

  


 

Objetivamente podemos afirmar que nuestra generación se formó en un país distinto, no me atrevo a decir si fue mejor o peor que el que nos trajo la revolución socialista del siglo XXI. Eso lo puede juzgar cada quien por los hechos.

 Para nuestra generación el valor familiar, los principios y el compromiso con nuestro entorno era parte fundamental de nuestra formación, tanto en el hogar, como en la escuela. Teníamos la obligación de cumplir las metas familiares, mejorar moral y económicamente, mediante el estudio y el trabajo honrado, para ascender en la escala social y fue así como se forjó una amplia clase media profesional que marcó positivamente la vida venezolana durante los 40 años que democracia representativa. Nuestra generación no era apátrida, sentimos a nuestro país como primera prioridad ética, familiar e incluso religiosa. Quizás un culto exagerado por el Padre de la Patria Simón Bolívar. Pero siempre estábamos dispuestos a defender nuestra nación, nuestros valores y rechazábamos la intervención de los llamados imperialismos. Venezuela y sus interesases estaban primero. Compartíamos el mismo sentimiento de pertenecía que la generación del 28 y la ingenuidad de creer que nuestro Rómulo Gallegos era el mejor novelista del mundo y que Andrés Eloy Blanco el mejor poeta y que Pópule Meus, del músico venezolano José Ángel Lamas     se interpretaba en el Vaticano el viernes santo.

 Nuestra generación estaba acostumbrada a ver en armonía a un Gustavo Machado, a un Rafael Caldera, a un Rómulo Betancourt. Tenían ideologías diferentes, visiones contrapuestas, pero se sabían tolerar y respetar y siempre estaban de acuerdo en todo lo que fuese positivo para la vida nacional. Jamás pasó por la mente de ningún venezolano de esos años que estaría de acuerdo para entregar la nación un una ejercito extranjero, ni se permitía la intromisión de gobiernos en los asuntos internos de Venezuela. Ningún venezolano por razones de afinidad ideológica o partidista estaba dispuesto a entregar territorios como Esequibo, el Golfo de Venezuela, la Península de Guajira o los islotes de los Monjes. Mucho menos entregar la soberanía nacional a guerrilleros colombianos para que gobernaran estados como Apure, Sur de Bolívar, Amazonas, parte de Táchira. Eso era traición a la patria y jamás en aquellos años se pudo ver el entreguismo de hoy. Teníamos militares que amaban su país y no se arrodillan ante Fidel Castro. Sabían lo que significaba la palabra pundonor.

 Apenas llegaron los revolucionarios cambiaron las reglas de juego y la nación quedó supedita a los intereses internacionales de una revolución comunista y enemiga de la cultura occidental. Todo se ha permitido para favorecer su ideología y los intereses de Venezuela fueron pisoteados, los comunistas odian el sano nacionalismo. Bastaron estos años para llegar a una catástrofe como nación y nos olvidamos del ejemplo y de la historia de 200 años de vida independiente.

 Se perdió el sentido de pertenecía, el amor por lo nuestro y se vulgarizó una propaganda patriotera, todo es patria: Carnet de patria, “Quien quiere patria venga a mi” decía Chávez. Bonos de la patria, vulgarizar el patriotismo lo que carecen, No tienen el más mínimo sentido de devoción por lo nuestro, se entregan a chinos, rusos y cubanos. Cabalgan en la ignorancia de una masa que creen en cuentos y no se cansa de ser engañada.

 Los venezolanos de nuestra generación guardamos silencia ante los abusos de un Hugo Chávez, lo toleramos. Lo misma pasa con Maduro, ya no hay fuerza para sacudirnos de esa plaga. Ya no hay ánimo para la protesta ciudadana, se perdió el valor del voto, perdimos la democracia, la libertad y el venezolano solo ve como salida el desplazamiento a otras tierras. Lograron su objetivo al sumir a Venezuela en un estado de anomia y desesperanza.

 El país es otra, hasta el significado de las palabras cambió. Nuestra antropología social se diluyó, ya no hay una central obrera CTV que represente la fuerza laboral, ya no hay sindicatos con voz y voto para llevar un cambio de rumbo. Se perdió nuestra herencia cultural de lucha y rebeldía. Todo se limita a la red, al ambiente de la comunicación por los medios, a divulgar falacias hasta convertirlas verdades a la fuerza. Se perdió el resguardo ético en la vida pública y uno no sabe si el que se dice opositor solo es un oportunista, buscando su parte del pastel, se les ve coqueteando con el poder, buscando la dádiva, alejados de posturas dignas. Vemos como se ha formado una nueva generación de políticos sin doctrina, donde la felonía, las bribonadas y las bellaquerías convirtieron las instituciones en un muladar, en un albañal. La revolución hizo sus cambios culturales para mal y salvarnos de esta hecatombe es rescatar los principios de nacionalismo, la regeneración nacional bajo una óptica de una ética impecable.

 

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