LA POSVERDAD
(Las mentiras se asumen como si fuesen verdad
porque así se sienten.)
Lo que mejor caracteriza a la posverdad es la falta de respeto por la verdad o el desprecio hacia la misma. Esta característica no hay que identificarla con la mentira. La mentira y el desprecio a la verdad son diferentes formas de engaño. El mentiroso sabe cuál es la verdad, juega la partida de la verdad, pero la oculta intencionadamente. Sin embargo, la posverdad va más allá (o más acá). Ignora el juego de la verdad, se desentiende: la verdad es ignorada, obviada.
Los venezolanos
estamos viviéndola era de la posverdad o postverdad, entendiendo que el
concepto se refiere a “los hechos objetivos y reales tienen menos
credibilidad o influencia que los sentimientos y creencias de los individuos al
momento de formular una opinión pública”
,
ES DECIR “las mentiras se asumen como si
fuesen verdad porque así se sienten” o se asumen como
reales porque una gran colectividad las cree como verdaderas. Es la era del
“ego-eros” con un mundo centrado en los instintitos y el egoísmo. Es muy
difícil para una persona de mi edad poder imaginar que llegaríamos en la época
de los mayores avances de la comunicación, del internet, de la era digital y de
la inmediatez de la noticia que llegaríamos a negar que las cosas son lo que son.
En otras palabras, la desinformación, las medias verdades y las mentiras se
imponen y se aceptan como verdades. Ya el hablar claro con la verdad parece que
tiene ningún interés. Sobre todo, por el uso de las redes, donde cualquier
mentira armada en laboratorios especiales se difunde y encuentra eco de acuerdo
a la subjetividad, los odios y amores de los interactuantes. La “verdad
verdadera” no interesa” Solo se busca mover la parte instintiva, así se hacen
las campañas electorales y los políticos lo primero que aprenden es a mentir, a
engañar, a usar el populismo y la demagogia. Decir las cosas como son, o como
deberían ser parece que no da votos y solo ganan el favor del pueblo los
maestros de la mentira.
Lo primero que tenemos que hacer quienes
recibimos mensajes de la boca o de los órganos de publicidad de un político es
dudar de lo que dice, cuestionar la facilidad que tiene el mensaje de
identificarse con nuestros pensamientos. Hay que usar una virtud que también
está fuera de moda que es la PRUDENCIA. Usar esta virtud con más regularidad al
recibir una información y un poco de mesura para hacernos eco de cualquier
mensaje, pues simplemente nos convertimos en portavoces de la mentira y de la
tergiversación. No todo lo que aparece en las redes y en los medios es cierto,
hay mucha basura circulando, demasiada manipulación, pero lo grave es que se
repita como verdades comprobadas y confirmadas. Ya es infinito el gran número
de información a través de las redes sociales que, más allá de ser ciertas o falsas,
las personas defienden y critican desde sus emociones y no desde la objetividad
de los hechos. Muchos usuarios opinan alegremente sobre lo que nadie sabe si
realmente son ciertos o falsos. La objetividad pasa a un segundo plano y muchos
son los periodistas y influyentes de la opinión que solo les interesa
desprestigiar porque sirven a otros intereses que no es la objetividad que
reclama la ética del periodismo.
El
peligro de la posverdad es que nos acostumbremos a las mentiras con normalidad,
tal como hacen los personeros del régimen que han desterrado la verdad de sus
vidas y con el mayor descaro se paran frente a unas cámaras a repetir falacias
de todos los calibres, porque saben que tienen creyentes ciegos y quienes no
les creen, lo toman a chiste, ya es algo normal que el régimen de Maduro mienta
y que muchos opositores también hayan tomado ese feo camino.
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