POR FIN, VAMOS A BUSCAR LA UNIDAD.
La articulación política, la coordinación institucional, la unidad de acción de la oposición frente al régimen chavista madurista se encuentran enredados, desde hace muchos años, cuando se logró el milagro de la unión, se ha derrotado al régimen, pero ellos fiel al principio de “Divide y Vencerás”, se han impuesto y han logrado debilitar a la oposición”, la cual, pasa los años en discusiones bizantinas, diálogos de sordos y odios internos. Las discusiones de fondo no se ven por ninguna parte, son diálogos entre quienes no se quieren, palabras etéreas y posiciones personalistas, tan egoístas y cerradas, que resulta casi una utopía pensar en un entendimiento nacional, mucho menos local sobre los asuntos vitales, como es la urgente necesidad de poner fin a un régimen que fracasó en todos los aspectos de la vida política, menos en dividir e imponer su agenda de errores a la oposición y al país.
Los partidos políticos y la
sociedad venezolana, a pesar de tener 22 años de socialismo radical totalitario
somos una sociedad que aspira a vivir democráticamente, que ya está cansada de
la locura revolucionaria. Por eso hay una obligación histórica para buscar un
acuerdo serio, dentro la pluralidad de opiniones e ideologías que rechazan al
chavismo madurismo. Hay que lograr un punto de encuentro en medio de las diferencias
y dificultades que pueda generar el cambio deseado por las mayorías. Ya basta
de discusiones egoístas que solo producen frustraciones y fracasos. Hay que
ponerse de acuerdo en una agenda realista y si el camino es electoral, hay que
unir esfuerzos para lograr las condiciones mínimas de participación que le
quiten al régimen el control de la elección, que hoy ejerce con total hegemonía.
Tenemos que escucharnos, razonar,
buscar el bien que exige Venezuela. Hay que salir de esa trinchera de los
partidarios del voto y de los abstencionistas a ultranza. Urge con inteligencia
buscar consensos, desarmar los espíritus de las contradicciones y las
negatividades. Hay que ir a la esencia del problema que poner fin al régimen,
con el menor daño posible.
Todas las opciones, aunque no nos
gusten son respetables, si quien la expone, tiene una trayectoria coherente y
honesta que parta del principio de la buena fe. De nada vale que estemos
atrincherados en nuestra postura, tenemos 22 años de intransigencias entre
opositores, de duros resentimientos, de zancadillas, de negación de la
posibilidad de encontrar un punto de acuerdo.
Una cosa es tener diferentes
puntos de vista y otra es buscar un punto de acuerdo para forjar un cambio.
Aferrarnos a nuestro punto de vista es negar de antemano alguna salida y es el
triunfo del régimen. Tal como viene ocurriendo desde hace años.
Hace tiempo estamos en el mismo
lugar, cada vez tenemos que volver a empezar a subir la cuesta para llegar al
fracaso, son 22 años en este escenario, hay que romper ese círculo perverso. Si
hay la necesidad de emprender una negociación, hay que extender que es problema
de todos los factores políticos y de la sociedad civil, no puede ser algo
oscuro, sin transparencia, tal como ha ocurrido hasta hoy. No basta argumentar
que con delincuentes y que no se puede negociar, ni puede ser que un sector
opositor se siente a la mesa solo. No es negar por negar, ni embarcarse solos
en una peligrosa aventura. No, una negociación seria requiere consensos previos
y que haya disposición de respetarlos. Aquí no puede haber actores y
espectadores, el problema nos atañe a todos y si la salida que nos queda es
electoral hay que jugársela en unidad, si no es así ya estamos perdidos.
El régimen se frota las manos,
saben que es casi imposible lograr un acuerdo
que ponga a funcionar a la oposición, como siempre solo les interesa ganar
tiempo y en su agenda tienen algunos pellejos para los políticos opositores.
Pero el juego internacional y las sanciones los tiene arrinconados, con esos instrumentos
se podría lograr un CNE imparcial y equilibrado. Negociar unas elecciones
generales, una supervisión confiable. Esa
es la agenda a la que hay que llegar y ponerse de acuerdo. De no ser así
seguiremos eternamente en medio del tremedal, porque hablar de salidas armadas
en Venezuela es un sueño imposible. Hay que persistir en la búsqueda de la
unidad, no de la unanimidad. Abrir escenarios de diálogo dentro de la oposición.
Dejar a un lado la arrogancia y los odios siameses. Ya está bueno de
menudencias.
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