“DIGANLE QUE FERMÌN TORO NO SE PROSTITUYE.”
“La historia se repite dos
veces: La primera como tragedia y la segunda como farsa”.
La tragedia ocurrió bajo el régimen del
general José Tadeo Monagas, el 24 de enero de 1848 en que se perpetró el asalto
al Congreso Nacional para imponer la voluntad de Monagas, héroe de la Independencia
convertido en tirano. La farsa corresponde a estos años de “revolución marginal”,
donde no existe poder legislativo, porque la tiranía impone su voluntad,
inhabilita diputados, los detiene, los tortura, los expulsa del país. También
compra diputados o hace elecciones que carecen de legitimidad. Inventa
Asambleas paralelas. En síntesis, Monagas se quedó pequeño frente al abuso y
los golpes de Estado que ha dado el chavismo madurismo a la institucionalidad republicana.
El caso que nos ocupa hay es relativo
a la frase expresada por Fermín Toro, político, diplomático, literato
y educador, nacido en el Valle, Caracas en 1808.
LOS ASALTOS AL PODER LEGISLATIVO HOY
En el año 1848 se incorpora a las Cámaras
Legislativas como diputado por Caracas, pero ocurrido el asalto del Congreso el
24 de enero de 1848, el diputado Toro se retira su domicilio y siguiendo
instrucciones de Monagas, un grupo de revoltosos, unas brigadas armadas por el régimen,
es decir los “colectivos de Monagas”, acuden a su casa para intimidarlo y
obligarlo a regresar al Congreso, para hacer el quorum necesario, para alcanzar
a la legitimidad perdida, por el régimen de Monagas. Los recibe con aplomo y valentía
y suelta una frase para la historia, que lo presenta de cuerpo entero con una
moral y una dignidad que es ejemplo para los legisladores hasta hoy:
DIGANLE AL GENERAL MONAGAS QUE MI CADAVER
LO LLEVARÀN, PERO QUE FERMÌN TORO NO SE PROSTITUYE.”
A
partir de este momento se retiró de toda actividad política, residenciándose en
los Valles de Aragua, donde se dedicó a labores agrícolas y ganaderas, así como
a profundizar sus conocimientos de botánica.
Si muchos diputados de hoy tuviesen
es actitud con la satrapía socialista, nuestra historia sería diferente. Se ha
perdido el sentido de la ética pública. Quizás es el mayor déficit que tenemos,
una falla moral aprovechada por la dictadura madurista para imponerse.
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