ALLI DONDE HAY MIEDO NO EXISTE LA VERDADERA LIBERTAD.

 


 

 EL DÌA QUE EN VENEZUELA SE ACABE EL TIEMPO DEL MIEDO PODEMOS DECIR QUE HA COMENZADO EL DE LA ESPERANZA.


                    (El libro se puede descargar en PDF.)

 

  No existe en la historia de la humanidad una época tan propensa al temor, la angustia, la desesperanza y la renuncia a la libertad como está época de globalización e instantaneidad en las comunicaciones. La sociedad se encuentra envuelta  en una espesa niebla de miedos de diversa naturaleza como el “terrorismo” en todas sus manifestaciones, la destrucción de la naturaleza, el calentamiento global, las mutaciones genéticas de los virus como el la actual pandemia  del Covid 19, los nuevos virus sin vacunas, que nos cambian la vida, los desastres naturales como los terremotos, los tsunamis y para colmo, los malos gobernantes que dominan más de la mitad de las naciones del mundo y que se han apoderado de los organismos internacionales, de fundaciones, ONG para promover sus ideas e imponer su visión particular de la vida.

 A propósito, viene al caso la relectura de un libro fundamental “El Miedo a la Libertad” de Erich Fromm, enfocado en la Alemania Nazi, pero con un gran sentido de actualidad, que pasa la prueba del tiempo y que nos permite entender como los fenómenos sociales se repiten en el tiempo porque la mente humana mantiene siempre sus esquemas.



 En el devenir de la historia el autor del libro en cuestión Erich Fromm nos ayuda a comprender las causas y consecuencias del auge del fascismo en Europa a mediados del siglo XX. 

Hay que reconocer que millones de personas, en Alemania, estaban tan ansiosas de entregar su libertad, como sus padres estuvieron dispuestos a combatir por ella” (Fromm, 2005.27).

Lo mismo ocurrió en Venezuela en 1998, millones de venezolanos entregaron en un acto “fe” su libertad a un líder carismático, la devoción del pueblo al líder único, insustituible y eterno, a la sumisión incondicional y el apetito de poder de una secta militar totalitaria, llevaron a Venezuela al peor desastre que ha vivido una nación en el hemisferio occidental. Mientras las generaciones anteriores combatieron crueles dictaduras.



 Los gobiernos totalitarios de derecha y de izquierda aparecen no solo porque hay hombres que quieren ser dictadores, sino porque hay pueblos, seres humanos, que quieren ser tiranizados, sometidos a la voluntad de dictador. Gente dispuesta a votar en unas elecciones para que le coloquen en el cuello una cadena, la cual llevan con cierto placer masoquista.

   Ya lo dijo el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, este sábado que, a pesar de la absolución de Donald Trump en su juicio político por incitación a la insurrección, los cargos contra el exmandatario no están en duda y el ataque al Capitolio muestra que “la democracia es frágil”.

Las democracias se tambalean por el sueño de algunos en propugnar monarquías o eternos caudillos que ofrecen el oro y el moro sin tener más que palabrerías huecas. 



Ofrecen una sociedad justa, equitativa y el caramelito de chocolate es la cubierta de un bombón de cianuro.

 Al ser humano   le pesa tanto la libertad que, en cuanto se le concede, busca cómo cambiarla por un “plato de lentejas” Nuestra tragedia mundial es que la ideologías siguen vigentes y que la obsoleta división de izquierdas y derechas se ha radicalizado y los izquierdistas, con todos los ropajes que usan como camuflaje de su radicalismo enfermizo usan la violencia como la “partera de historia”, siembran el resentimiento y odio, manipulan con el populismo planteando la antesala del paraíso, del “mar de la felicidad”, obsesionados con una revolución que solo termina en  destrucción y por otro lado las derechas  que son pragmáticas, solo están interesadas en defender sus privilegios, pero al final enderezan los entuertos y la devastación económica y social que dejan a su paso los gobiernos izquierdistas. Es como un péndulo que se mueve de izquierda a derecha y viceversa.  

 La libertad de los inconscientes es un gran peso para la humanidad, acaban como esclavos de los totalitarismos y su amor por la servidumbre es más fuerte que la aspiración de libertad. Parece que la libertad que es un peso insoportable, no apreciado y su máxima aspiración es encontrar, lo más pronto posible, a quien entregar el don de la libertad, que otro sea responsable del libre albedrio que Dios le dio. Por eso es que proliferan los dictadores, porque siempre encuentran a muchos dispuestos a someterse.



 Vivimos la hora más oscura de nuestra historia, la desolación, la desesperanza y la pobreza, pero lo peor es la poca valoración que se da a la libertad. El hambre y la ignorancia hace esclavos. Ese círculo perverso hay que romperlo, superar es miedo para empezar a transitar el camino de la esperanza. Ese es el gran desafío del liderazgo nacional, más allá de los partidos políticos.

 Mientras tanto el mundo se deja deslumbrar por narrativas de justicia, de igualdad y de seguridad. El mundo en ese aspecto ha cambiado muy poco.

 

 

 

 

 

 

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