DE DAR ENVIDIA A DAR LASTIMA.

 

                       EL MILAGRO AL REVES.



            DE DAR ENVIDIA A DAR LASTIMA.



El chavismo llegó al poder porque representaba en aquel momento las aspiraciones de cambio frente a una democracia maltrecha, con una incapacidad total de reformarse y atender las demandas de un pueblo formado dentro del populismo adeco. No fue una protesta contra corrupción de los “roba gallina” como decía el Dr. Gonzalo Barrios, sino una insatisfacción frente al reparto de la renta petrolera.

 No había un propósito de enmienda, ni deseos de rectificar el rumbo, simplemente se quería un pedazo más grande de la torta.



Tan pronto llegó Hugo Chávez a Miraflores, ahora por la vía electoral, después de fracasar en sus intentos golpistas, no encuentra obstáculos, no hay liderazgo que le pueda hacer oposición, los partidos tradicionales están en ruinas y aturdidos, las pocas instituciones muy débiles y manejadas por personalidades complacientes, dispuestas a colaborar con las aspiraciones autoritarias del nuevo presidente militar. Recordemos a la presidenta del TSJ en ese momento la Dra. Gómez como violó la Constitución del 61 para que Chávez impusiera una Constituyente y pudiera tener las bases legales para hacer su revolución comunista, según los dictados de Fidel Castro, convertido en el nuevo mentor y consejero personal de Hugo Chávez.

 Resulta sorprendente que los dirigentes tradicionales de Acción Democrática y Copei, se limitaron al silencio, no fueron capaces de movilizar al país para frenar la ola de autoritarismo de izquierda que estaba empezando. Estaban asustados y todavía creían en las amenazas de Chávez que les fritaría la cabeza, hasta convertirlos en chicharrón. Estaban acobardados y se sentían culpables del desastre que trajo al chavismo al poder.

La forma particular como se organizó el Estado petrolero venezolano, bajo criterios de un capitalismo de Estado o de un socialismo fiscal donde el Estado controla toda la actividad económica mediante el manejo de la renta petrolera, dejando un espacio para el desarrollo de la economía privada, siempre bajo la supervisión y el control del gobierno de turno. Basta señalar que las garantías económicas previstas en la Constitución del 61, donde se reconocía el derecho de propiedad, el libre mercado y el capitalismo. Estuvieron suspendidas desde 1961 hasta 1990 en el segundo gobierno de CAP las puso en vigencia, lo cual fue una de las razones para que su gobierno perdiera el apoyo político y fuese derrocado. En Venezuela nadie quería un gobierno que auspiciara el libre mercado, todavía hoy es un grave problema la mayoría de la oposición sigue afiliada a esa corriente socialista del pensamiento político y económico, su discrepancia con el chavismo no es el sistema socialista radical   impuesto sino las formas autoritarias del chavismo. En Venezuela no hay claridad en ese aspecto, ni hay una propuesta abierta de incorporarnos al capitalismo, ni al libre mercado una vez que se haya superado al chavismo. A nadie le pasa por la cabeza privatizar la industria petrolera, aunque esté quebrada. Esa es una de las razones de base por la cual no hay unidad opositora. Hay una visión socialista que sigue vigente en la mayoría de los partidos opositores. Su discrepancia con el chavismo no es de fondo, sino de forma.



 Quien, en Venezuela logra controlar el Estado controla la mucha o poca renta petrolera, única fuente de ingresos de divisas que tiene Venezuela, lo cual otorga a quien ejerce el gobierno un poder absoluto sobre la economía y la sociedad.  Ese sistema nadie lo quiere cambiar. Las condiciones estaban dadas para imponer un autoritarismo y solo necesitaba la presencia de un caudillo carismático, con ideas torcidas, lleno de odio, para convertir la nación en una catástrofe.  Hugo Chávez no tenía ni la menor idea de cómo administrar con eficiencia un sistema complejo que impuso la renta petrolera, el creía que era como el maná que bajaba del cielo.  Se produjo en el Estado el desquiciamiento que impuso con las expropiaciones que solo servían para satisfacer el ego del mandón. Bienes, haciendas, empresas que se expropiaron simplemente para montar un show populista, para aterrorizar a la sociedad, para imponer unas ideas desquiciadas, pero jamás pasó por su mente ponerlas a funcionar con mediana eficiencia. Lo mismo ocurrió con el gobierno pues ni Chávez y ni Maduro saben nada de gobernar, están convencidos que presidir una nación es un espectáculo, un show que se monta en cadena nacional, donde la eficiencia no cuenta.  No interesan los resultados, ni a mediano, ni a largo plazo, ni la rentabilidad de lo expropiado, solo el circo y la devastación.

 Hugo Chávez y Maduro se apropiaron de miles de empresas privadas y no las supieron administrar con un mínimo de rentabilidad, lo mismo pasó con la renta petrolera, acabaron con PDVSA, la convirtieron en la caja chica de Miraflores. Simplemente llegó al poder la marginalidad en su peor expresión, de ignorancia, de soberbia, de estulticia total. Convirtieron Venezuela en un rancho sin servicios públicos, en un barrio lleno de basuras y delincuentes que imponen sus normas. No es que chavismo representa la marginalidad, es que ellos son la esencia de los peores vicios del venezolano, lo peor de lo peor llegó a al gobierno y acabaron con la república, con la renta petrolera, con la agricultura, con la industria y el comercio. Ya no hay ni gasolina para mover la maquinaria. Todo es un caos. Mataron y se comieron la gallina de los huevos de oro. Ahora inventan culpables de su desmadre en que “esfumaron” setecientos cincuenta mil millones de dólares. Con la mitad de esa cifra se construyó Dubái y aquí solo sirvió para enriquecer a unos miserables y llevar al país    a la mayor pobreza del universo.  Esos son los logros del socialismo chavista. De la envidia de los vecinos a dar lastima.

 

 

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