NUESTRO MAYOR DEFICIT NO ES EN
MATERIA ECONÒMICA ES EN
CIUDADANÌA.
Ciertamente no somos suizos, ni tenemos la cultura política de los escandinavos, pero para que funcione con un mínimo de eficiencia la democracia se necesitan ciudadanos, no súbditos incondicionales, ni zombis que adoran sus amos.
La gran falla de democracia civil de los
cuarenta años fue la ausencia de una masificación del concepto de ciudadanía,
al contrario, se mantuvo incubada la actitud de la anti política. Estamos muy
lejos de la “Polis” de Aristóteles, el caudillismo decimonónico forma parte el alma
nacional.
El famoso dramaturgo alemán Bertold Brecht (1898-1956) afirmaba:
El peor analfabeta es el analfabeta político. No oye, no habla, no
entiende…o entiende mal, no sabe que el costo de la vida, el precio de la
carne, de la harina, de todos los artículos de primera necesidad, de las
medicinas, de nuestra vida cotidiana, depende de las decisiones políticas que
se tomen. No sabe, y si lo sabe no quiere tomar conciencia de eso, que de su
ignorancia política nace el niño abandonado, la prostituta, el desempleado, el
pobre, el atracador, el mafioso y el peor de todos los bandidos que es…el político
deshonesto y autoritario. ¡Por último, no sabe que con su comportamiento se ha
convertido en un cómplice de un gobierno corrupto!
Hace
años existía en el pensum curricular del viejo bachillerato una materia que llamaban
MORAL Y CÌVICA. Eran los años iniciales de la era democrática y había interés en
desarrollar un mínimo de CIUDADANÌA, con el paso de los años no se planteó una evolución
de la enseñanza de dicha materia, simplemente se eliminó y se descuidó
totalmente la formación de un ciudadano consciente y responsable. Se dejó a un
lado el conocimiento del pueblo de los derechos constitucionales y de los
valores. La falla curricular crea un vacío en la cultura política del
venezolano y con la eliminación de los estudios sistemáticos de la historia
logramos tener una generación de ANALFABETAS POLÌTICOS que se manifestó en las
elecciones de 1998 y entronizó el viejo caudillismo recién vestido de
socialismo militarista. Fue un suicidio político colectivo donde muchos
factores se hicieron presentes, pero, quizás el de mayor peso fue la ausencia
de una cultura política que valorizara la democracia y la libertad, se tomó el
camino, ya conocido del populismo colectivista y expropiador, irrespetuoso de
los Derechos del ciudadano venezolano. Se aplaudió el desplante, se aceptó el abuso,
se toleró lo intolerable y poco a poco nos fuimos hundiendo hasta llegar a la destrucción
total de lo que fue un gran país.
Esa
incultura política se manifiesta de muchas maneras.
Por
ejemplo, no entender que con la destrucción del signo monetario (bolívar) no
vale de nada los aumentos salariales en esa moneda, mientras no se logre un
control serio y eficiente de la inflación.
Aceptar
como algo normal que el presidente (Poder Ejecutivo) actúe como un emperador mongol
que decide desde la presencia de un portero en una oficina, pasando por la
venta de las bombonas de gas, el manejo de la relación internacional, la comandancia
de la FF. AA y el control de su partido político. Para el venezolano promedio la
figura del presidente es como si fuese Dios, incluso se confunde la palabra
mandatario, (quien recibe un mandato, una orden del pueblo) con el que manda más.
No es posible que una persona no entienda que
el CONTROL DE CAMBIO, no es un sistema normal, es una anormalidad que no puede
ser permanente, solo se puede aplicar en caso de una emergencia económica, como
una guerra o una tragedia natural y que hoy en día solo existe en Cuba, Corea
del Norte y Venezuela. Que es la causa fundamental de nuestro desastre económico,
donde no hay inversiones, ni mercado de capitales y el Estado se hace dueño de
todo para su destrucción.
La estatización de las empresas, comercios,
fundos, edificios es un proceso que destruye la economía del país y solo lleva
a la miseria, a la pobreza. Ahora después de 20 años demoliendo a la nación empiezan
hablar nuevamente del sector privado y su importancia, ya es tarde. La carrera
desenfrenada hacia la cubanización está dando sus amargos frutos y para el régimen
son irreversibles.
Nuestro problema no es que llegó un gobierno
con vocación autoritaria y se convirtió en una dictadura totalitaria, nuestro
problema es que esa perversa involución social, política y económica cuenta
desde siempre con la complicidad activa y pasiva del “analfabeta política”. No
es raro que el abuso del poder, con gran descaro, de parte de los funcionarios públicos,
los cuales en la mayoría de los casos se han enriquecido de manera obscena,
sean aplaudidos, apoyados y votados como candidatos para que gobiernen o
vuelvan al poder. Con esa actitud cómplice de nada sirve tener leyes, ni
recetas, ni planes, ni Asamblea, la sociedad no se corregirá jamás, mientras
tengamos esa perniciosa realidad REPRESENTADA POR UN DEFICIT DE CIUDADANÌA.
Notas:
El caudillismo es un fenómeno
social y político que se desarrolló en América Latina en el siglo XIX. El
caudillismo designa al tipo de gobierno dirigido por un líder carismático que
suele llegar al poder por vías informales: el caudillo.
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