NO TENEMOS UN LIDERAZGO    UNIFICADOR.



No cabe duda que tanto a nivel mundial como en nuestro entorno hay una crisis de liderazgo. Una tesis que aparece por primera vez en nuestro país en 1936 con aquella famosa frase.” Hay crisis de hombres” ocurrió durante el gobierno del general López Contreras.



 Aquello solo se refería a la dificultad de escoger gente idónea para ejercer los cargos y ministerios en el período post gomecista. Hoy existe en Venezuela una profunda crisis de liderazgo, hay dirigentes políticos y empresariales, pero no hay una figura capaz de cohesionar al país, a la nación más allá de los partidos de gobierno y oposición que solo   la dividen.

 La historia nos muestra casos de liderazgo en medio de profundas divisiones y polarizaciones, quizás el más emblemático fue Sir Winston Churchill que unió a su país para enfrentar a la Alemania Nazi, en un ambiente de “apaciguamiento” pero de firmeza frente al despiadado ataque y bombardeo contra Londres. Muchos preferían un pacto con Hitler para evitar los daños, pero Churchill consideró que cualquier acuerdo con la nazi era una mengua y que no había otra alternativa que enfrentarlo con valor. Esa visión se impuso y Churchill se convirtió en el gran líder durante a la guerra. Otro gran líder fue Franklin D. Roosevelt quien recibió a una nación sumida en la peor crisis económica generada por la caída de la Bolsa en 1929, marcó una ruta y llevó a su país a convertirse en la primera potencia del mundo.



 En nuestro país el liderazgo de Don Rómulo Betancourt marcó el predominio de una democracia civil, un país que logró la incorporación de millones de venezolanos a la educación y la profesionalización. Fueron los mejores años en la vida venezolana. Puede uno no compartir sus políticas, pero la historia lo coloca como el gran líder de la Venezuela del siglo XX.

 Hoy los dirigentes todavía no calzan puntos suficientes para considerarlos líderes unificadores de la nación. Los del régimen han hecho de la división su bandera y arma política, aplicando aquello de divide y vence, aunque no convencen a nadie, se imponen por la fuerza de las armas y las trampas.

Los dirigentes opositores viven en un saco de gatos donde cada uno se cree dueño de su verdad. Es un liderazgo que le falta fuerza, coherencia, tienen gran número de seguidores por las redes, pero sus ideas, proyectos y planes se limitan a porciones de 240 caracteres, mensajes muy efectistas, que mueven emociones, los coloca en la palestra pública, pero son muy poco eficientes para el manejo de una coyuntura tan compleja como la que vive nuestro país, desde hace mucho tiempo. Son ideas fragmentadas, tal como está la sociedad, ideas que no mueven y lo más grave no generan confianza.



El pueblo venezolano para salir de esta crisis necesita un liderazgo motivador. No es aferrarnos al carisma populista nuevamente, es ponerle un poco de sal al quehacer político. La crisis de liderazgo se hace extensiva a otros campos. No tenemos hoy a un líder empresarial como Eugenio Mendoza. Carecemos de liderazgos inspiradores como un Andrés Eloy Blanco, de la capacidad académica de un Rafael Caldera, de la visión clara y futurista de una Arturo Uslar Pietri. Hay gente muy preparada, sabios en economía y finanzas, pero no hemos podido cuajar un liderazgo eficiente que nos una como nación. Sin esa unidad no hay futuro.



Nuestro gran ejemplo de un liderazgo unificador fue Simón Bolívar durante el periodo de la Independencia. Sin ese liderazgo la Independencia hubiese tomado otra vía. Para bien o para mal unió al país y a un Continente en torno a la Independencia como meta.



 

 

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