Aunque
en Venezuela cada día estamos más inmersos en la barbarie, hay que pensar, esa
es nuestra condición humana.
La ecuación no es actuar y luego pensar.
Manifestar, protestar, votar y amar deben responder al pensamiento y no al instinto.
Si solo usando apenas el 10% de nuestra capacidad cerebral hemos avanzado tanto. Què serìa si somos capaces de usar un poco màs de nuestra inteligencia.
Si realmente
queremos el progreso y la prosperidad y no el caos y la miseria tenemos que
evidenciar un nivel cultural que permita cambios inteligentes y constructivos,
como se dice popularmente “echar para adelante” Hay que evitar acciones
destructivas y tener que volver a tropezar con la misma piedra.
Los medios digitales, el internet, las redes
representan grandes cambios tecnológicos, pero por la velocidad y el corto uso
de las palabras tiende a movilizar a las personas llevándolas primero a ACTUAR,
luego SENTIR y después a PENSAR. Cuando el proceso debería ser a la inversa
primero pensar, sentir y actuar con coherencia y con un propósito claro. Ese
esquema alejado del proceso lógico del pensamiento casi siempre termina con el
ARREPENTIMIENTO y el complejo de culpa por haber hecho lo que no se debía hacer.
Parece que hay muy poco tiempo para PENSAR.
Hoy todo cambia a una velocidad donde la anticipación es el factor
diferencial entre el éxito y el fracaso, entre la supervivencia o la
desaparición, entre el crecimiento y el decrecimiento, entre el progreso o el
rezago, entre una cultura o un analfabetismo digital que termina por ser el
mayor factor alienante en medio de la universalización del conocimiento.
Definitivamente hay que desarrollar una cultura para la era digital, no podemos
pensar, sentir y actuar sin un entrenamiento adecuado, se terminó el mundo
lineal, vivimos en la era global. Estamos como en un túnel del tiempo, donde el
futuro que se nos viene encima y nos encuentra desprevenidos. La sumatoria de
lo científico, lo tecnológico y lo digital cambia la ecuación de la vida, tal
como la hemos manejado, necesitamos ser arquitectos de nuestro destino, no
podemos sentarnos a esperar que venga otro a decirnos por dónde debemos ir.
Solo necesitamos un esfuerzo y alfabetizarnos adecuadamente en el nuevo mundo
digital. Usar el cerebro, si no lo hacemos puede llegar un momento en que las
máquinas piensen por nosotros y nos dominen.
Somos parte de las generaciones que vivimos la transición de lo analógico a lo digital. La esperanza está en que llegue una nueva generación que se dedique con un pensamiento claro a sumar no a restar, a estudiar y construir en lugar de protestar sin pensar antes la razón y las consecuencias de la protesta. Una nueva generación que no se deje llevar por las fuerzas inconscientes de la protesta incubada en intereses perversos e ideas populistas que cabalgan por los caminos de la insatisfacción popular, desplegando el vandalismo y el odio de clases que divide en lugar de multiplicar
Esas protestas del mundo analógico, del siglo XX, solo reflejan que el ser humano,
a pesar de las innovaciones tecnológicas sigue siendo muy fácil de manipular y
usar.
El conocimiento actual es una invitación abierta a pensar
diferente, a mirar que nuestro nivel cultural no debe dejarnos enganchados en
discusiones ideológicas que ya debían estar superadas pues eran formas de
tratar de entender lo que ya hoy no tenemos que buscar pues sabemos muchas más
respuestas y tenemos certeza de cómo opera la vida. Lo paradójico es que en
fondo seguimos viviendo en el mundo primitivo, aunque tengamos celulares de última
generación. En algún momento entenderemos los cambios, por ahora siguen
dominando las pasiones del alma, el odio, el amor, el miedo, la soledad. No es
el conocimiento el que nutre nuestra existencia.
El gran desafío de hoy
es usar el pensamiento como lo aplicaban los griegos que no tenían
computadoras.
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