La curiosidad es
insubordinación en su forma más pura.
PARA LOGRAR EL RENACER DEL OPTIMISMO HAY SER CURIOSOS.
En nuestro país, o, mejor dicho, lo que nos queda, se percibe en el ambiente una gran dosis de pesimismo. Las noticias desde hace años se hacen más pesadas, se siente en el alma la destrucción material y moral de nuestra Venezuela. Las desgracias desbordan las paginas de los pocos periódicos que circulan y de las páginas digitales. Muy pocas son las buenas noticias.
Todo
eso, y más, incide en el estado del ánimo y puede generar o traducirse en un pesimismo
permanente, que puede convertirse en cinismo hacia el presente y el futuro. Es
la mirada que han tenido filósofos como Schopenhauer, para los cuales vivimos
en un mundo donde el dolor es perpetuo y donde trabajamos para lo que nunca
podremos alcanzar.
Shakespeare escribía, “Lloramos al nacer porque venimos a este inmenso escenario de dementes”. Pero liderar desde el pesimismo es liderar desde el sufrimiento, un estado desde el cual no es posible la creatividad, la intuición, la solución efectiva de problemas. El pesimismo ya tiene las respuestas hacia lo que hay y lo que se viene. Es un estado de inflexibilidad y cierra las puertas a la creatividad.
El pesimismo mata la esperanza.
Lo contrario de una actitud pesimista no es el optimismo sino
la curiosidad, porque expresa un compromiso con la realidad. Mientras el
pesimismo nos encierra en nosotros mismos, la curiosidad nos permite mantener
abiertos el corazón, la mente y la voluntad. La curiosidad no permite indagar
experiencias que cambiado situaciones catastróficas como la nuestra en ejemplos
positivos, como el caso de Singapur. Individualidades que se han marchado de Venezuela
buscando nuevos horizontes y se han convertido en ganadores de importantes
premios y eventos en las más variadas actividades. Es gracias a la curiosidad
de investigar esas experiencias como nos puede llegar nuevamente la actitud del
optimismo, es encontrar razones que nos liberen del pesimismo y hay muchas,
pero a veces no las queremos ver, nos cuesta distinguir, podemos decir que la
curiosidad ha sido un motor de los grandes cambios de la humanidad. No hay
posibilidad de innovar si no hay curiosidad.
La curiosidad nos mueve a ir más allá de lo conocido. Nos
permite poner en duda las medias verdades y las mentiras que tanto repetirlas
parecen verdades incontrastables. Te da acceso a niveles más altos de
inteligencia y de sabiduría. Te permite ser más recursivo a la hora de
solucionar problemas; la curiosidad genera posibilidades, oportunidades,
alternativas. Es esencial para nuestra sobrevivencia, sobre todo en el mundo
tan volátil e incierto en el cual vivimos. Si no tienes un producto la
curiosidad te lleva a investigar cómo hacerlo, como sustituirlo. La curiosidad
permite desarrollar la inventiva y la creatividad, ver las cosas desde el otro
lado. Esa es la forma como renace el optimismo, cuando descubrimos nuestras
potencialidades, lo que somos capaces de hacer para sobrevivir. Cuando sacamos
fuerza para no doblegarnos y ponemos en practica aquel principio de convertir
las crisis en oportunidades.
El gran desafío de hoy
es liderar desde la curiosidad, porque nos permite transformar un presente
tenebroso, lleno de negatividades en una exploración de lo posible, llegar a un
si podemos hacerlo individualmente y como nación.
El pesimismo es una condición
frustrante para la vida donde se pierden los horizontes y no es simplemente
oponiendo el optimismo de la nada como se supera ese negativo estado del alma,
es creando escenarios de curiosidad como nos podemos elevar. Siempre indagar,
siempre preguntarnos, siempre dudar. Pueden dominar nuestro cuerpo, pero jamás nuestra
voluntad.
Finalmente, la curiosidad traduce un desafío en una oportunidad porque le da alas a la imaginación. Entonces, para pasar del pesimismo a la curiosidad hay que dejar esa mirada rígida y obsesiva y darle espacio a la intuición al momento de preguntarnos, ¿Qué es posible? Recordemos que somos seres creativos.
No somos piezas de un ajedrez político, ni somos
el número de un carnet, ni somos piezas de adorno para un teatro de dementes.
Somos seres humanos, creación e imitación de Dios, capaces de hacer cosas
maravillosas. Para eso estamos en esta tierra, esa es nuestra misión.
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