CUANDO LEVANTE EL TIEMPO Y SE DISIPEN LOS NUBARRONES.

MANUEL MONASTERIOS G.

Los escenarios proyectados al 2040 para Venezuela son realmente críticos si no hay un cambio de rumbo de 180 grados. No es mañana, es ahora que se necesita emprender acciones para que la profunda y oscura incertidumbre en que vivimos nos permita vislumbrar un futuro sostenible, viable, con calidad de vida, con progreso. El manejo racional de los pocos recursos que nos quedan es el gran desafío en los próximos 20 años. Seremos un país productor de petróleo o generador de energías renovables. Es una situación dilemática que marca todas las acciones. El régimen en cumplimiento al llamado plan de la patria destruyó a la industria petrolera PDVSA y con ese suicidio económico se acabaron los ingresos petroleros.

 


Tenemos que definir ahora si vamos a seguir siendo un país extractor, una mina de oro o de petróleo o vamos a trabajar bajo un esquema de aprovechamiento del valor agregado. Lo que no hicimos en 100 años, lo tenemos que hacer ahora y con la urgencia que impone la supervivencia. Sin flujo de dinero y endeudados, Un panorama trágico que nadie quiere ver, con el agravante de las consecuencias de la pandemia del Covid-19 Se necesitarían cinco planes Marshall para sacar adelante al país. Además, se debe tener presente que entramos en la etapa de la decadencia mundial del consumo de derivados petroleros, aunque tenemos las mayores reservas, pero sin mercado creciente no valen de nada. No es muy bueno el panorama para los próximos 20 años. No es fin, hay que salir adelante con mucho esfuerzo colectivo

 Como complemento tenemos todos los sistemas que garantizan calidad de vida, progreso y adelanto social destruidos.

Sistema económico productivo y financiero en el suelo.

Sistema de salud colapsado.

Sistema de servicios públicos trabajando a menos del 30% de las necesidades nacionales (Agua, electricidad, comunicaciones, gas, transporte)

 No hay combustibles. Un país paralizado.

 Sistema de instrucción y educación demolido. Con los peores sueldos y salarios del mundo.

 Sistema judicial corrompido, igualmente el sistema de seguridad ciudadana penetrado por delincuentes.

 La lista de lo logros a la inversa del plan de la patria socialista es muy larga. Nada funciona, nada sirve con un mínimo de eficiencia. Quizás lo único nuevo son las las “camionetotas” importadas con dinero de los venezolanos para premiar a los funcionarios incondicionales, serviles, corruptos e ineficientes.

 Necesitamos subir nuestra autoestima, creer en nosotros mismos que sí somos capaces, pues hemos demostrado que somos resilientes, tenemos ventajas adaptativas y somos una potencia en biodiversidad, tierras productivas, mares, montañas, pero para llegar al escenario deseado debemos ser conscientes que demos trabajar desde ya en:

 1- Cambio de régimen y apertura democrática. Sin esta condición todo seguirá empeorando.

2. Gobernanza, que solo la dará la educación y la actualización intelectual del país, pues hay que hacer una correcta planeación y toma de decisiones con base en el conocimiento científico, no es un plan hecho en un escritorio por cuatro políticos y sus asesores, distribuyendo los pocos recursos que se puedan lograr.



3.  Hay que poner de moda nuevamente la honradez, la transparencia y hacer de combate a la corrupción una hoja de ruta. Cero tolerancias a la corrupción.

4-Hay elementos fundamentales como la producción, el trabajo, la ética antes de abordar el inaplazable tema del cambio climático y adaptar nuestra economía a la nueva tendencia de la Bioeconomía. Ese es el futuro ligado a la investigación de la ciencia, la tecnología y la innovación.

 Son cambio que requieren la participación de miles de especialistas, sin ese enfoque el futuro seguirá como una nube muy negra.

 El socialismo aplicado en Venezuela es peor que una super- guerra, conjuntamente con un terremoto y un tsunami todo en una tormenta perfecta.

Superar esta situación requiere de toda la sociedad, no es un proyecto solo de políticos y partidos. Se necesita entender que hay sacrificios muy duros, el estado de destrucción es como si hubiésemos pasado por una guerra.

 Para terminar, se necesita promover una nueva generación de emprendedores, tener claro que debemos volver al campo, a la restauración de la producción de alimentos y a la conservación del ambiente.

 Hay que poner orden en el caos de anarquía social, frenar en seco la delincuencia.

 El trabajo es inmenso.

 

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