ARTURO USLAR Y PÈREZ ALFONSO PROFETAS DEL DESASTRE O VISIONARIOS.
EL EFECTO VENEZUELA.
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Dr. Juan Pablo Pèrez Alfonso |
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Dr. Arturo Uslar Pietri |
Si no supimos organizarnos dentro de una riqueza que duró 80 años. ¿Estaremos preparados para organizar la vida venezolana en la pobreza?
El gran legado del chavismo es una tragedia . Ya no somos un paìs petrolero, somos un paìs con la mayor reserva petrolera en el subsuelo, con el pueblo màs pobre del planeta. Esa es la sìntesis de esta caricatura de gobierno revolucionario. El tamaño del problema en que nos encontramos es inconmensurable y todavìa no hay conciencia, a pesar del hambre.
Es necesario hacer memoria para comprender la dimensión del problema donde estamos inmersos, sobre todo para no repetir los mismos errores, aunque parece que muchos creen que simplemente con unas elecciones parlamentarias fraudulentas y con la salida de Maduro el problema está resuelto. No visualizan lo que nos espera.
Parte 1.
Un país desbaratado, descuadernado con inmensos recursos naturales, la tendencia desde hace muchos años es desaprovechar para el bien de todos, ese don de la naturaleza, ese extraordinario patrimonio solo ha sido dilapidado y saqueado hasta llevarlo el increíble panorama actual donde se sobrevive en el peor colapso de un país en el Hemisferio Occidental, incluso por debajo de Haití y de algunas naciones africanas.
El fracaso venezolano no es solo del modelo izquierdista, comunitario y ultra militarista del chavismo en sus dos expresiones Chávez y Maduro, sino que es el fiasco histórico del populismo, de estatismo, del presidencialismo centralizador, de la visión asistencialista y proteccionista y del rentismo clientelista. De la ausencia total de dos conceptos la productividad y la competitividad.
Venezuela un país pobre, atrasado, sometido a brutales dictaduras , tuvo el privilegio y la fortuna de que apareciera el petróleo en su camino y le permitiera llenar las alforjas de millones de dólares, pero fue el Estado el administrador de esa riqueza por cien años, hasta hoy en su peor momento, es evidente que ese modelo naufragó por la incompetencia y corrupción de los administradores. El Estado como administrador fracasò y llevò al país a la ruina total.
Hay que reconocer que los venezolanos nos fallò ética para administrar con eficiencia, tuvimos muy buenos tècnicos, pero eso no basta para administrar volúmenes tan grandes de riqueza. La abundancia de dinero generado por la renta petrolera sirvió para amortiguar y esconder los graves errores, para tolerar la corrupción, para ocultar la verdad, para postergar las soluciones estructurales y concentrarse en un pragmatismo que complacía, pero no se llegaba a la raíz del problema. Todos querían su parte de la torta, sacrificando el futuro por la comodidad de la renta petrolera. Ninguno de los que tuvieron la responsabilidad se atrevieron a realizar los ajustes sistemáticos y profundos que requería el país, era un precio que nadie quería pagar. Un presidente dijo que administrarìa la riqueza con criterio de escasez y los que tuvimos fue escasez de criterios y exceso de corrupciòn.
De una forma u otra todos participamos en el gran festín, en el reparto de una riqueza no trabajada, se inventó una ilusión de país, un sueño de equilibrio. Cabalgamos sobre mitos de una riqueza que parecía eterna e inextinguible, que le daba al venezolano la certeza de que era rico y podía disfrutar de una opulencia envidiada por sus vecinos. Todo se podía comprar e importar. Nunca se tomó en serio las palabras de alerta de personalidades como el Dr. Arturo Uslar o el Dr. Juan Pablo Pérez Alfonso, con dos visiones diferentes, pero coincidentes en la necesidad de cambiar el modelo económico rentista, extractivo petrolero-minero que se había implantado en Venezuela. Se banalizaba llamándoles “Profetas del desastre”. Nadie se imaginaba que una nación con tantos ingresos en petrodólares pudiese llegar al estado de postración, devastación y ruina en que se encuentra hoy. Todos en una forma u otra, por acción u omisión somos responsables. Basta de buscar culpables en el imperialismo, en el capitalismo salvaje, todos tenemos nuestra cuota, aunque es cierto que políticos y empresarios parasitarios se enriquecieron de manera grosera y sin límites y no se puede comparar jamàs las lacras del perìodo democràtico con el desmadre revolucionario, es como decìa el Dr. Gonzalo Barrios: No se puede comparar "roba gallinas" de ayer , con la opulencias milmillonaria de del diplomàtico Alex Saab y todas las sabandijas ,quienes no conformes con el robo al presupuesto nacional, se convirtieron en socios de narcotraficantes.
En años anteriores sugiò un "nuevoriquismo" ostentoso de recién vestido y pantallero, actitud que permea por imitaciòn a la clase media,la cual terminó vendiéndole el alma al diablo del consumo ostentoso de objetos inùtiles, importados de Miami. El "Ta barato, dame dos". Con dólares de la renta petrolera se podìa vivir de ilusiones, dentro de lujos de relumbrón para gente sin conciencia de lo que significa sudar una riqueza.
No hubo preocupación real de aprovechar el apalancamiento de ingreso petrolero para sacar adelante un país productivo, como hicieron los demàs paìses productores de petróleo, aquì se le sacò hasta el ùltimo dòlar a la factura petrolera hasta secar los pozos, sin hacerle mantenimiento, ni invertir. Con la llegada del chavismo PDVSA se convirtiò en la caja chica del règimen y al final el poco petroleo que queda los explotan compañìas chinas y rusas para cobrar deudas. Todo ese ingreso fácil que se creìa eterno se volvió un desmadre revolucionario, como quien se gana una lotería y se cree millonario eternamente y al final queda en la màs completa ruina.
El factor ètico no estuvo, ni està presente en la polìtica , es evidente que la democracia no solo es un sistema polìtico, es sobre todo un sistema de valores y eso todavìa no lo hemos entendido.Ahora menos, pues hace mucho tiempo la ètica saliò huyendo de nuestro paìs.
La nueva Venezuela que tendrà que llegar algùn dìa, debe estar fundamentada en un nuevo Contrato Social con sistema de valores cimentado en la ètica polìtica.
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