UN LIDERAZGO TRANSFORMADOR
Puede que el populismo siga atrayendo a una masa de inconscientes , pero cada día aumenta el rechazo del populismo entre millones de personas que conocen la catastrófica experiencia del socialismo a la venezolana.
El mundo marcha hacia Norte, nosotros retrocedemos hacia el
Sur, vamos en contra de la lógica de la historia, que es el progreso.
Los especialistas afirman que el mundo, a raíz de la pandemia
global, ha cambiado de manera definitiva, pero desde hace mucho tiempo se ha
venido formando lo que llaman una “Tormenta Perfecta” y la llegada del Covid-19
solo tomo a los gobiernos del mundo por sorpresa.
En el Foro Mundial de
Davos se advirtió hace unos meses que el mundo ya estaba inmerso en la CUARTA
REVOLUCIÒN INDUSTRIAL, más allá de los avances tecnológicos generados por
la fusión entre el mundo físico, biológico y digital (Los robots que toman
decisiones), la clave de esa cuarta revolución es cómo las organizaciones
generan valor. Concepto que tiene
valía lo mismo para un país que para una empresa. ¿Por qué hay países que
fracasan y otros que triunfan? ¿Por qué empresas como Google, Amazon? Apple
triunfan de manera espectacular y otras como Nokia o Sony, en plena era 3.0 y
entrando en la 4.0 no sobreviven o están agonizando. ¿Por qué un país como
Venezuela pasó de ciertos niveles de calidad de vida y de prosperidad a la más
deplorable miseria? El mundo está cambiando, la política, los modelos de
negocio tienen que evolucionar, los clientes, los electores, los ciudadanos se
hacen más exigentes en la medida en que tienen una capacidad creciente de procesar
información directamente sin intermediación. manejan sofisticadas herramientas
on line y si la política y las empresas no evolucionan se estancan y
desaparecen o en caso peores se convierten en Estado fallidos o fracasados.
¿Què sentido tiene organizar paros en países que no acaban de salir de las graves consecuencias de la pandemia? ¿Cuál es el aporte de esos paros al progreso de la nación? Solo es populismo de izquierda con el germen destructor que ya hizo metástasis en Venezuela.
El Estado tiene la obligación de cumplir con la expectativas, pero los pueblos deben tener responsabilidad social para entender la gravedad del momento en que ni siquiera la pandemia se ha reducido.
Si
agregamos los cambios que el planeta a experimentado en cuanto a las dinámicas sociales.
Lo podemos percibir que las protestas son globales, las cuales solo son la punta del
iceberg de unas expectativas frustradas, el mundo, la política y los negocios
se han hecho volátiles, inciertos, complejos, ambiguos, nadie cree en nada. La
llegada del Covid -19 solo es un catalizador inesperado de esa “Tormenta
Perfecta” que se viene gestando globalmente. La cual estalla ahora con unas graves consecuencias, se han perdido millones de empleo en el mundo y la pobreza aumenta , se convierte en un caldo de cultivo de una profunda crisis por venir.
Hoy los
países, las organizaciones, las empresas están sufriendo los efectos de la
tormenta o se adaptan a la nueva realidad o terminan como víctimas de un
huracán que acaba con todo. Esto implica planificaciones sobre la marcha, no es
una evolución lenta de años, ni una revolución violenta. La transformación por
efecto del Covid -19 exige planes de una semana para otra, sin una brújula, sin
un mapa de ruta, la estrategia es para hoy, porque mañana es tarde. Lo único
cierto es la incertidumbre y el riesgo. Las exigencias a los líderes son muy
superiores, porque es una guerra contra un enemigo invisible que obliga a cambiar
usos y costumbres, formas de trabajar, cambios en la producción, en la
publicidad en la vida.
El
futuro de naciones, de empresas y negocios dependerá de la adaptabilidad para
hacer los cambios necesarios, a la velocidad requerida. Por ejemplo, una crisis
como la que ocurre en los EE. UU y en Colombia, originada por la violencia policial, dentro
de un ambiente de pandemia no se le pueden aplicar protocolos de un pasado que ya
no existe, no es la amenaza lo que puede funcionar, es aprovechar los
mecanismos del mundo digital para aplicar una masiva participación ciudadana,
es lo que la sociedad norteamericana y el mundo reclama. Mientras esos procedimientos
de carácter experimental y audaces no se apliquen adecuadamente las fuerzas de
la violencia populista seguirán pescando en río revuelto. No hay forma de
canalizar los descontentos y a la satisfacción de uno, aparecen 10 nuevos que
son explotados por los violentos. Es un círculo infernal lo que se debe romper.
Hay que
poner a funcionar la imaginación, la creatividad y fundamentalmente la
innovación sobre los procesos de reingeniería social. Nada está escrito en esta
materia. Es obvio que los liderazgos políticos y empresariales tienen que
desarrollar competencias a la altura de este desafío. Es cierto que se cometerá errores, pero no hay una hoja de ruta clara, solo incertidumbres.
Se
necesita un liderazgo auto transformador para generar sus propios cambios y al
mismo tiempo con capacidad para convertir la incertidumbre en certezas y en
caminos. Los demagogos estorban.
En este
sentido, el líder transformador tiene como responsabilidad fundamental cerrar
la brecha entre la estrategia y la implementación, es decir, movilizar todos
los engranajes de la organización y de las instituciones para asegurar la
ejecución oportuna de los planes. Y para esto no basta conocer a profundidad el
negocio o las ciencias políticas. Hay que establecer la estrategia, identificar las
tácticas, facilitar el trabajo en equipo y la colaboración, acelerar el cambio
e impulsar el desempeño, que siguen siendo habilidades esenciales, pero que
deben complementarse con la capacidad para navegar en la ambigüedad, asumir
riesgos calculados, imaginar el futuro, fomentar la participación, promover la
evolución de la cultura organizacional y acelerar los resultados. Actitudes que muchas veces los políticos no aplican , porque estàn sometidos al peso de una rutina.
Para comenzar a desarrollar
las nuevas competencias de los líderes transformadores, que parecen demasiadas,
además de urgentes, pensemos, en primer lugar, en mejorar nuestra resiliencia
para adaptarnos con rapidez y eficacia a las situaciones adversas y, en segundo
término, en aumentar nuestra humildad para aprender de los demás, aceptar
nuestros errores y capitalizarlos en pro de un futuro más brillante y soleado.
Lastima que nosotros los venezolanos estamos
en pleno retroceso, que esos cambios tan duros y necesarios en el mundo, están muy
lejos de nosotros. Aquí el problema es cómo generar la alternancia de un régimen
a un gobierno democrático. Qué es lo que vamos a comer hoy. Cuantas horas o días
tenemos que pasar en una cola para llenar el tanque de combustible. Quién debe
nombrar un nuevo CNE, si la A.N o el TSJ.
Cuantos periodistas están hoy presos o enjuiciados
por buscar una noticia, A cuantos venezolanos mató el hampa o las FAES hoy. Cuál
es el “pran” que domina en el barrio. En cuánto amaneció la cotización del
dólar criminal. Llegará el agua, cuándo
viene la luz eléctrica.
Esos son los problemas de nuestra
cotidianidad, no podemos pensar en innovaciones, en nuevas tecnologías cuando
nuestro internet es de la era de piedra. Vamos al pasado, nuestra crisis no es
de crecimiento y avance, sino de estancamiento y retroceso. Los venezolanos
necesitamos el doble de esfuerzos para salir adelante y lo peor no estamos en
tiempo de ayudas, somos nosotros los que tenemos que asumir el desafío o todo estará
perdido.
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