RECUERDOS DE SABORES, OLORES Y SONIDOS DE
AYER.
Todos
tenemos un sabor especial que nos transporta a nuestra infancia y nos trae
gratos recuerdos. El mío es el guiso de hayacas que hacía papà, los plátanos fritos,
la ensalada de tomates manzanos, el mango de hilacha, los helados de mantecado que
compraba a locha cuando salía del colegio, marca Cruz Blanca. La cola Dumbo. No
puedo olvidar el sabor de las catalinas y torrejas que hacia la tía Vicenta. Recuerdo
el sabroso pan isleño que hacía en una panadería que quedaba frente a la
jefatura de San Casimiro, el lado del cine. Una panadería de isleños que sacaba
pan caliente en las tardes, con un toque de anís, un sabor inolvidable.
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Las torrejas criollas de la tìa Vicenta |
Quien
puede olvidar el sabor el queso blanco llanero que vendía Don Pablo Prado.
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QUESO BLANCO DE DON PABLO PRADO. |
Recuerdo siempre el olor a chocolate de la fábrica
Savoy, en El Valle a dos cuadras de mi casa. El inolvidable olor de las arepas de maíz de
la señora María quien vivía al lado del hospital Dr. Osìo en la calle Florida
de Cùa
Los sonidos también se graban en el alma. Por ejemplo,
el sonido de la matraca en Semana Santa, una taca taca inolvidable. Recuerdo la
sonoridad de las campanas de San Casimiro, repicadas por el primo Tulito Pérez.
Campanas de San Casimiro |
El sonido del reglazo de atención del padre Espinoza en el pupitre en el salón
de sexto grado del Colegio San Agustín de Charallave. Recuerdo el pregón por la
calle de Cùa que decía: “El pan de horno de Yare” y el “queso de mano de
Charallave”.
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El pan de horno de Yare |
Es imposible olvidar el sonido de la orquesta Billo`s y de los Melódicos.
La marcha fúnebre que tocaba el maestro Lope Díaz en el cementerio de Cùa en el
día de los muertos. Esos sabores, olores y sonidos forman parte de nuestra vida
y siempre que tenemos la oportunidad los saboreamos, los recordamos con la sana
nostalgia de un pasado que deja gratos recuerdos.
Mi madre tenía un secreto para hacer un pollo
sudado cuyo sabor jamás he vuelto a sentir en mi paladar, he intentado muchas
veces hacerlo, me acerco, pero jamás lo he logrado. Era una cocina sencilla,
sin pretensiones, ni sofisticados ingredientes, pero tenía amor.
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La matraca |
La gastronomía
no es solo el arte de hacer buena comida, es también un estímulo para nuestra
memoria gustativa. Lo mismo me pasa con
los sonidos y olores.
Usted también
debe tener su recuerdo de sabores, olores y sonidos, aprovechemos esta
cuarentena para traer a nuestra mente gratos recuerdos. A nadie le hace mal
este ejercicio de remembranzas.
Excelente entrada hermano
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario.Alì.
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