LA PESTE DEL FRACASO
“EXPRÒPIESE”: EL VOCABLO MILAGROSO.
Un “milagro” es un suceso extraordinario
que no puede explicarse por las leyes regulares de la naturaleza o la sociedad;
el evento es atribuido a la intervención “Divina”. El “milagro” venezolano es
la obra del que murió y de su remplazo. El milagro al revés de Venezuela tiene
sus orígenes en la concentración del poder político y económico en las manos
del mandatario, y tal concertación siempre genera corrupción. Hay una vocación manifiesta
para hacer que todo salga mal.
El que murió nos devolvió a
la Edad Media, a la Venezuela anterior a Guzmán Blanco, inventó el trueque, las
monedas comunales. Ideas producto de un cerebro desbocado, intoxicado con el
manejo de recursos, sin límite, ni controles. Ideas aparentemente fabulosas, terminan
convertidas en pasto para la corrupción y el derroche. Nada de lo ideado en
estos veinte años ha dado resultados, todo fracasó, la lista es infinita comenzando
en 1999, con los cultivos hidropónicos, los gallineros verticales, el
crecimiento endógeno, la ruta de la empanada, los helados Copelia, los fundos
zamoranos, los mercalitos, pudreval. Proyectos etéreos que se tragaron en
corrupción miles de millones de dólares. Había “real para tirar para arriba”.
Es una línea roja de fracasos que termina con la destrucción de PDVSA y la vergüenza
de ser el país con las mayores reservas de petróleo y no tener gasolina para
moverse. La poca que tienen se entregan a la Guardia Nacional para que se roben
unos dólares vendiéndola en un “bachaquerismo petrolero” que sintetiza todo lo
que han hecho en 20 años. El Gran desmadre.
Como la memoria del venezolano es tan débil y
la propaganda del régimen tan fuerte para borrar la verdad, hay que recordar y
recordar. Es posible que ya toda esta lista se haya olvidado y se culpe a
Trump, a Duque o al Coronavirus, hay que dejar constancia para la historia.
No podemos olvidar lo que ocurrió
con la arepa socialista a cinco bolívares, con
la producción de café Madrid, café Fama de América, con lácteos Los Andes, con
cacao Cimarrón, con frutícola Caripe, Café Venezuela, Arroz Cristal, con Planta
de Arroz Llano Alto, Agro isleña, Industrias de Aceite Diana, Distribuidora
Monaca importadores de harina de trigo, Pasta Cariolli, Pro arepas, planta
procesadora de maíz Juana Ramírez “La Avanzadora”; los cientos de hatos
ganaderos expropiados. Todos fracasaron, algunos hasta las instalaciones están
en estado de ruina. Se robaron y comieron el ganado. Una plaga peor que el coronavirus,
creciendo geométricamente, durante 20 años.
Seguimos la lista: El cooperativismo
oficialista repartió créditos blandos que servía para todo, menos para
producir, créditos que jamás se cancelaron, miles de millones de dólares en un
festín de Baltasar. Que corrompió el sano concepto del cooperativismo, como
instrumento de progreso. Todo lo que tocan lo convierten en heces.
De cooperativismo brincaron a la cogestión
socialista que pretendía convertir en dueños de empresas a los trabajadores ni
siquiera arrancó solo llegó a la etapa de las confiscaciones y allí murió. En
los hatos se comieron el ganado y las fábricas quebraron por manejo
incompetente y corrupto. La lista es muy larga pero podemos destacar: La
industria cementera, la Siderúrgica del Orinoco; la Industria Venezolana en Endógena
de Válvulas (Inveval); La fabrica de pulpa y papel (Pulpaca); La producción de caña de azúcar y
los Centrales azucareros; El sector eléctrico que estaba en manos privadas; La Ferrominera
del Orinoco; Venirauto, para producir autos con los iraníes, agregamos las
empresas Invepal; Rialca; hato La Caicareña;
la CANTV; Frigorífico y Lácteos Los Andes; el Banco de Venezuela, Minas de oro
La Cristina; las empresas arroceras de
alimentos Polar; La papelera irlandesa Smurfit Kappa; la militarización de
todos los puertos y aeropuertos; Depósitos de Coca-Cola Famsa en Caracas; la línea
Aeropostal; las actividades completarías de la producción petrolera
(transporte, inyección de agua y gas;
las 10.000 hectáreas representadas
en empresas agropecuarias; las productoras de pastas alimenticias; las empresas
metalúrgicas Matesi,, Comsigua; La
Orinoco Iron; Venprecar; la
Planta compresora de gas Pigap II;el complejo hotelero Margarita Hilton; La cadena
de hipermercados Éxito; los edificios en
el centro de Caracas, incluido La Francia , propiedad en la Universidad de
Oriente; los Molinos Nacionales (Monaca);
la Empresa internacionales Aventuy , fabricantes de envases de aluminio y cartón;
Ferretera Nacional; La empresa de insumos Agro isleña; la empresa fabricante de
envases de vidrio Owens Illinois; Siderúrgica del Turbio, Sivensa; el Centro Comercial
Sambil de la Candelaria; la Textil era Silka en los Teques; el Complejo
habitacional Lomas de la Encantado, Mata Linda, El Fortín y San Antonio. Sardinas
La Gaviota y faltan muchas más.
Cuantos millones dilapidados, eso no tiene perdòn.
Todo termina en un monumental fracaso, a un
costo miles de millones de dólares dilapidados y robados. Hoy estamos en la
etapa de la miseria total, pero la culpa no es de ellos, afirman con el mayor
descaro que desde EEUU la guerra económica provoca fallas en todos los
servicios públicos y artículos de primera necesidad. Incluso hablan de bloqueo
y se olvidan de esta lista de vagabunderías que acabaron con la economía venezolana.
No conformes con el caos se inventan absurdos surrealistas como el Ministerio
de la Felicidad Suprema del Pueblo y se ordena la undécima prórroga al decreto
de Emergencia Económica en yuanes que resolverá el caos; se inventan una moneda
inexistente que llaman Petro. No hay en el mundo, ni en la historia de
humanidad un país con semejante desmadre de tantas estupideces juntas
convertidas en una monumental corrupción.
Ya no hay monedas, ni
billetes, los bancos colapsados en sus transacciones electrónicas, estamos en
hiperinflación, vivimos en el colapso económico y no hay ninguna medida
económica seria para revertir este desastre. Venezuela se cae literalmente a
pedazos y los venezolanos pasamos a ser el pueblo más atrasado y pobre del
hemisferio occidental, con un desplazamiento de población que huye de un
infierno y ahora regresa a la nada por el virus. Los restos de este desastre
total se lo entregan a los militares para que, en actitud de aves de rapiña, de
los peores depredadores terminen de aprovecharse del gran saqueo nacional, de
los restos de Venezuela, a cambio de un apoyo nauseabundo y mercenario.
Una locura es todo este desastre de ineptitud,
mal manejo de la economía, corrupción sistémica, un holocausto de la sociedad
venezolana. Se bailaron un millón de millones de dólares y no son capaces ni de
recoger los vidrios.
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A COMIENZOS DEL SIGLO XX se iniciò la industria cementera nacional Cementos la Vega. |
Mientras tanto la oposición cree que esto se
puede resolver con magia, se dividen, se pelean y olvidan del problema real: La
anomia colectiva nos enfermó. El
contagio con la peste del fracaso es peor que el coronavirus, pues este pasa a
los poco meses y el desastre del chavismo-madurismo parece que es eterno porque
los venezolanos nos acostumbramos.
“Éramos muchos y parió la
abuela”. Dice un viejo refrán.
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