El coraje es una
virtud que se evidencia en los momentos críticos.
Warren Buffett se
encontraba en un hotel en Omaha, Nebraska, conversando con unos periodistas,
cuando un agente de seguridad subió al podio, se le acercó y le susurró algo al
oído. El inversionista más importante de la historia escuchó con calma, mientras
que el agente parecía estar al borde de un ataque de pánico. Luego de esto,
Buffet habló y dijo que por la amenaza de un inminente tornado, que
posiblemente iba a afectar el área, el hotel sugería a sus clientes refugiarse
en una de las salas sin ventanas del edificio.
Algunos reporteros se levantaron para buscar refugio, mientras
que Buffett anunció que iba a seguir conversando con los periodistas hasta que
no hubiera más preguntas o hasta que el tornado se llevase el edificio. Observa
el periodista Walter Kirn, quien compartió la anécdota en un perfil sobre
Buffett en el The Atlantic Monthly, “Se queda quieto. Mantiene la cabeza
mientras otros pierden la suya”. Warren Buffett personifica aquella quietud que
los grandes líderes mantienen aún en los momentos más críticos.
La anécdota trae a la mente las imágenes de
flaqueza moral del “héroe del Museo Militar “durante la intentona de golpe de Estado
o la carrera de Maduro y sus ejércitos ante la presencia de un simple dron en
los Próceres. No se compara jamás con la
actitud de Carlos Andrés Pérez al controlar el golpe de Chávez, desde una estación
de televisión, a la que llegó medio de un intento de magnicidio, con un solo guardaespaldas
y una ametralladora al lado.
El coraje
de Rómulo Betancourt al sufrir el atentado en los Próceres, en 1960, jamás pierde
el control, quemado habla por televisión desde Miraflores, cuando debía estar
en terapia. en el hospital.
Los ejemplos de coraje y cobardía, de heroicidad y villanía
llenan nuestra historia. Nadie puede dudar del valor de Juan Vicente Gómez,
pudo ser un tirano, pero jamás un cobarde. Hoy vivimos la hora del fingimiento,
de la confusión, el coraje no existe, solo basta ver las actitudes cobardes los
militares, de la Guardia Nacional al enfrentar al pueblo desarmado. También en los procedimientos rutinarios, se
convierten en unos energúmenos contra los más débiles. Creen que la razón se
impone por el avasallamiento, transpiran cobardía. Los miembros de los
colectivos, el brazo armado del régimen, son guapos apoyados en la fuerza de
las armas, el abuso y la corrupción que da el mal uso del poder.
El coraje no es para esa gente baja condición moral, no lo pueden entender. Es
como dice el evangelio no le des rosas a los puercos, no saben de rosas, solo
conocen las piaras llenas de desperdicios.
Durante la Segunda Guerra Mundial la historia
recoge las imágenes impactantes e imperturbables de los generales Pattón y Mac Arthur
en medio de los más cruentos bombardeos Nada fácil tener ese control en la
batalla.
No hay cosa más triste que comprobar la falta
de coraje de un líder. Nuestro liderazgo soportó y toleró fraudes electorales
continuos y descarados del régimen. Confundieron prudencia con cobardía al
dejarse robar las elecciones y ni siquiera elevar una voz de protesta, con la excepción
de Andrés Velásquez en el estado Bolívar y el ganador de la gobernación de Zulia
Tomàs Guanipa, a quien querían arrodillar y con dignidad lo rechazo. Eso es
coraje.
Generalmente
los malos son cobardes y se entregan o corren, pero cuando tienen el control sacan
a relucir su arsenal de miserias, tal como el sujeto del “mazo dando”.
El coraje es la habilidad de mantener el
corazón, el cuerpo, y la mente abiertos, atentos tanto a lo que está pasando en
nuestro interior, como a lo que pasa a nuestro alrededor; es la capacidad de
ser conscientes, de estar presentes en el aquí y en al ahora, y de conectarnos
con nuestros recursos interiores. Finalmente, es la capacidad de acoger,
aceptar y abrazar la realidad que se nos presenta. Es este el estado desde el
cual los grandes líderes nos guían, también en tiempos difíciles. Su acción es
desde la quietud, porque lideran desde adentro hacia afuera.
Sin coraje no hay verdadero liderazgo, hay amos.
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